Si un ejercicio puede ponernos en perspectiva cómo han avanzado los tiempos, ese es el que realizó el experto en sistemas de seguridad Michael Jordon, quien durante una conferencia en Londres hackeó una impresora Canon Pixma para que corriera Doom, evento que documentó el sitio web de The Guardian.
Pese a la obvia limitante gráfica, el más legendario FPS de todos los tiempos e insignia de vanguardia en los videojuegos en 1993 pudo ser corrido desde la pequeña pantalla de comandos e información de la impresora; sin embargo la demostración no fue para debatir sobre los avances de la tecnología en sí, sino para demostrar las fallas de seguridad en el dispositivo.
Algunas veces la única forma de llamar la atención sobre la debilidad de un sistema en particular es hacer algo tan interesante que llame la atención de todo mundo, incluso de aquellos que no están realmente interesados en el tema de seguridad. Y Jordon dio en el clavo.
El ejercicio tenía como fin ver que se podía correr software de manera remota en el aparato e incluso alterar su firmware, ya que su red inalámbrica no requieren ni usuario ni contraseña para conectarse.
Al final Jordon logró su cometido, demostrar que máquinas que normalmente no esperaríamos que fueran hackeadas pueden ser intervenidas y valiosas para aquellos que quieren irrumpir en las redes de las empresas. Pero lo otro, Doom corriendo en una impresora, es igual o más impresionante.