El novel director Kang Hyo-Jin escribe y dirige su segunda cinta después de My Wife is a Gangster. Punch Lady cuenta la historia de una mujer que reta a su esposo a subir al ring tras años de abusos, una crítica a la violencia física de la que son víctimas mujeres en todo el mundo y a la cultura machista en Corea del Sur… eso y algo de comedia y absurdos.
Punch Lady | Reseña
Cuando era niña vi a mi padre pelear contra un ladrón. Aunque han pasado varios años, esa imagen dejó una profunda impresión en mí. Viendo ensangrentado el enorme puño de mi papá pensé: “¿qué pasaría si ese puño me pegara a mi?”. Ha-eun no ha podido olvidar esa terrible imagen que la impactó de niña, y ahora, varios años después, sufre en carne propia los golpes de un hombre: su esposo.
En Punch Lady, Ha-eun, interpretada magistralmente por la talentosa Do Ji-won, es una mujer de 36 años casada con un animal, un famoso peleador de K2 quien aprovecha cualquier pretexto para sobajarla, escupirle, golpearla, zarandearla y agarrarla de piñata… y no es exageración. Durante los primeros minutos somos testigos de una cruel escena donde Joo-chang (Park Sang-uk) arremete con una furia inaudita contra Ha-eun, a quien golpea con puños, pies y todo lo que tenga a la mano y pueda cargar o lanzar contra ella. La escena de entrada está increíblemente bien lograda, difícilmente podremos ver en cine una interpretación tan realista y dramática de la violencia intrafamiliar como esta de Punch Lady.
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Los golpes terminan y Joo-chang deja inconsciente a su mujer. Algunas horas más tarde intenta reconciliarse con ella durante la comida, pero nuevamente, un platillo que no es de su agrado es motivo suficiente para que Ha-eun sea atacada, esta vez para su desgracia, aparece en escena la hija del matrimonio, Chun-shim (interpretada por Choi Seol-ri), quien cansada de los abusos para con su madre increpa a ambos. Joo-chang arremete también contra la niña a quien descalabra lanzándole un cenicero para luego atacarla con un bastón de golf…. justo a tiempo su madre logra aturdir al enfurecido padre golpeándolo con una sartén.
Ha-eun es demandada y encarcelada por lesiones contra Joo-chang (¿les suena familiar la historia?). Trece años de abusos en el matrimonio llegan a una pausa cuando su hermana paga la fianza y le aconseja abandonar a su esposo y mudarse con ella. Así comienza una nueva vida, pero a los pocos días se encuentra con un ex novio, quien curiosa y misteriosamente resulta ser también un luchador profesional de K2 (a los coreanos les encantan las extrañas coincidencias) quien dentro de algunos días peleará contra su marido y le pide que vaya a verlo, como intentando de alguna manera vengar los abusos sufridos hacia la mujer.
K2, el escenario de de Punch Lady
Más dramática (y predecible) no podría tornarse la historia en Punch Lady. Con golpes ilegales, Joo-chang no sólo derrota al antiguo novio, sino que lo mata en combate. Ha-eun atestigua todo en la arena y en un ataque de rabia, locura y algo de valor lanza un reto a su esposo durante la rueda de prensa: lo derrotará en el ring de K2 dentro de tres meses, le hará pagar los abusos de una vez y por todas en el lugar en que más orgulloso se siente. Aparentemente, es la primera vez que la miedosa mujer tiene un gesto de decisión o coraje en su vida. El reto se convierte en una bomba en Corea; Ha-eun es asediada por reporteros y se convierte en una figura mediática. Por ridículo que pudiera parecer, el reto es aceptado y el evento especial del K2 será el encuentro hombre contra mujer, donde Joo-chang subirá al ring con un brazo atado a la espalda para equilibrar un poco el hándicap existente.
Desde este punto la historia en Punch Lady gira en mil direcciones distintas. La primera media hora de drama de repente se ven apagada por una clásica dosis de comedia al más puro estilo coreano. Y es que a este tipo de cine le encanta meter algunos chistes para aligerar la tensión aún en las situaciones más absurdas, dramáticas y terroríficas. Así que tenemos que los chistes coreanos nunca faltan en películas coreanas, por muy seria que sea la temática que manejen.
Ha-eun decide afrontar con seriedad su reto y busca un gimnasio donde entrenar. Desgraciadamente es rechazada en todos lados, hasta que llega a un antiguo gimnasio de boxeo tailandés próximo a convertirse en guardería. El actual dueño, quien es profesor de matemáticas de su hija, no conoce ni un ápice de artes marciales pero es tentado por una jugosa oferta de dinero que le realiza la mujer en caso de que venza en el combate, por lo que fingirá ser un experimentado entrenador (como si fuera lo más problable que ganara). El sentimiento de la responsabilidad le invade pronto al profesor Soo-hyeon (Son Hyun-joo) y decide aprender artes marciales por su cuenta para intentar ayudar a su discípula.
Remix de géneros
Ha-eun crecerá como mujer, como madre, como persona y como peleadora obviamente. No deja de sonar ridículo que pueda aspirar a vencer a un campeón profesional con tan sólo tres meses de entrenamiento, y menos cuando tomamos en cuenta que su maestro en realidad es un entrenador patito que sabe igual o menos que ella sobre kick boxing. Pero ¡heey! Es una película coreana, aquí todo se vale.
Punch Lady es una amalgama de comedia, sátira, artes marciales escenas dramáticas y satinado con un poco de romance inocentón. En un momento, el villano en turno, Joo-chang, nos hace fruncir el ceño cuando amedrenta a su mujer, al poco rato nos enteramos de la cruda realidad de los recuerdos del padre de la protagonista y unos minutos más tarde sonreímos por las inverosímiles secuencias de entrenamiento que realiza Ha-eun. ¿Crees que la película tendría algo de Rocky? En efecto, las clásicas secuencias de acondicionamiento están incluidas con todo y música de gimnasio. El apartado musical es de hecho sobresaliente, aunque se nota la influencia del cine gringo en cada melodía de fondo.
Por extraña que parezca la mezcla y el salto tan disímbolo entre la violencia familiar y la comedia ligera, la verdad es que Punch Lady nunca deja de ser entretenida. Los personajes actúan e interactúan tan bien entre ellos que terminas creyendo cada absurdo, cada ridículo y cada inverosímil que se muestra en pantalla. Te convences de lo que ves, lo aterrizas como creíble y disfrutas una película que durante 120 minutos te absorbe para terminar apoyando la causa feminista.
El resultado final en Punch Lady es lo de menos, pese a las claras dificultades para representar un combate equilibrado, me parece que el producto final es muy bueno. Aunque está lejos de ser Million Dollar Baby, la película termina por atraparte completamente pese a ese sentimiento de brincar entre géneros y situaciones.