Si no conocen la saga Phantom Breaker no los culpo, se trata de una oscura franqucia de juegos de pelea que prácticamente no han salido de Japón. Hablar de su spin-off, Phantom Breaker: Battle Grounds sea quizá no tan oscuro y vale la pena conocerlo ahora que ya también está disponible para PS Vita.
Phantom Breaker: Battle Grounds
Amo los beat’em up. De todos colores y sabores. Soy de esos que perdieron sus primeros pesos en maquinitas como Double Dragon y Teenage Mutant Ninja Turtles, y siguieron la sana costumbre de golpear todo lo que se nos atravesara más tarde en consolas caseras, con adaptaciones de Final Fight y exclusivas como Rival Turf. Como pueden ver, la sangre de Cody, Haggar, Guy y las cuatro Tortugas Ninja aún corre por mis venas en busca de una aventura que me haga recordar un rato lo bien que me lo pasaba hace añales.
Si bien el género cayó desde hace unos diez años en un bache tremendo, a últimas fechas hemos tenido algunos títulos de corte independiente que intentan emular aquellas experiencias. El más reciente intento se llama Phantom Breaker: Battle Grounds y como no se le ha hecho el mínimo de publicidad, aquí vengo yo a poner mi granito de arena.
El juego es un beat’em up a la más clásica usanza. Con cuatro personajes seleccionables desde el arranque y algunos jefes que iremos convenciendo -a punta de golpes- de unirse a nuestra causa conforme terminemos la aventura en diversas dificultades. Cada monita, porque son puras mujeres, tiene un repertorio de ataques únicos, ya sean normales o especiales.
Casi como en los viejos tiempos
Phantom Breaker: Battle Grounds usa tres botones de ataque -medio, débil y fuerte-, uno más que sirve como remate especial y con el que podremos hacer poderes conforme subamos de nivel, otro para liberar electricidad de acuerdo a una barra especial que llenamos, y un último botón para moverse hacia atrás o adelante en dos planos, muy al estilo de Fatal Fury. Brincamos con la cruz hacia arriba.
Podemos correr, encadenar combos largos, combinarlo todo con poderes manchados y atascar de golpes a los rivales antes de que los enemigos caigan al suelo y aún después de muertos. El control se siente responsivo hasta la última fibra y es pasmosa la facilidad con la que estaremos haciendo todo esto y descubriendo varias maniobras pro, porque el único error de Phantom Breaker: Battle Grounds es que no te enseña muy bien cómo activar tu arsenal más pesado. Igual picando botones se aprende.
Clásico de los juegos de avance lateral y repartir cachetadas de nueva generación, cada uno de los personajes de Phantom Breaker: Battle Grounds puede ir acumulando puntos de experiencia, puntos que podremos usar después para mejorar las estadísticas de defensa, velocidad y ataque, o bien gastarlos en habilidades especiales para tener un repertorio más efectivo y lucido.
En total son siete niveles, cada uno retacado de luchadoras, ninjas, otakus, otakus gordos, otakus más gordos que los otros gordos, ninjas todavía más gordos que los otakus más gordos y algunos monstruos que parecen sacados de las legiones más bajas de Evangelion. Obviamente cada escenario tiene su propio jefe con algunos trucos sucios bajo la manga, como decenas minions que lo apoyan, dragones escupe fuego, haditas que avientan hasta los calzones y defensa automática a prueba de balas.
Los niveles que visitaremos van desde los barrios de Akibahara, templos japoneses, las oficinas centrales de quien sabe qué corporación, un local de arcades, el colegio de las muchachas, el estacionamiento de un centro comercial, un bosque encantado, un muelle, cuevas y el Infierno mismo. Es increíble que tan pocos escenarios encierren tanta variedad, pero la tienen y es bonito recorrerlos repartiendo caña a diestra y siniestra.
La interacción de todos estos elementos -variedad de personajes, escenarios y enemigos, montones de poderes, subida de nivel, jefes tramposos y un gameplay sencillo y adictivo-, junto a los progresivos pero siempre retadores niveles de dificultad se vuelven un imán para el amante de este género. Vaya, no podremos soltarlo por horas, aunque juguemos solos.
¿A poco nadie lo ha comprado?
Aunque no necesariamente patearán traseros en solitario. Phantom Breaker: Battle Grounds cuenta con soporte para partidas en línea en modo cooperativo para hasta cuatro personas, el único problema es que parece que nadie aparte de mí ha comprado el videojuego en mil 800 kilómetros a la redonda y sólo puedo jugar con japoneses a altas hora de la madrugada. No se espanten, en Xbox 360 sí puedes jugar con cuatro compillas offline.
Otro modo en línea es el de versus, donde pelearemos uno contra uno usando a nuestro mejor y más avanzado personaje, pueden usar a cualquier otro pero les van a partir el queso. Pero bueno, si no hay gente en línea para hacerla de amigos, mucho menos la hay para hacerla de enemigos. Sin embargo, las pocas veces que pude probar el modo me pareció bastante adictivo porque las peleas se ponen de a peso entre rivales parejos, más cuando empiezan a caer cristales de poder.
Los gráficos de Phantom Breaker: Battle Grounds son muy, muy requete bonitos. Usando un estilo cabezón chibi de sprites dibujados a mano, tanto para buenos como para malandros, todos los personajes se miran curiosos y atractivos. Los desarrolladores incluso se dieron el lujo de hacerle tributo a algunos juegos y películas, como por ejemplo unos enemigos que asemejan a Bane de la película Batman: El Caballero de la Noche Asciende, con todo y el enorme camión blindado. Los escenarios también lucen muy bien, con un efecto tridimensional que me recuerda un poco a Jet Set Radio.
Ahora que si se preguntaban por la historia, bueno dejen de hacerlo, ya que es sólo un adorno, como la pegajosa y bien lograda música estilo MIDI. La única noticia interesante aquí es que dependiendo del personaje que elijamos son las conversaciones y el final, pero nada que realmente valga la pena, así que sugiero picarle al botón de tache para cancelar el texto… oh sí, porque como todo lo que viene de Japón, los botones de aceptar y cancelar están invertidos, pero uno termina acostumbrándose.
El que parte y reparte… el queso
Pese a ser un título relativamente barato, hay un “pero” mayúsculo: tiene un DLC algo caro (casi la mitad del precio del juego completo) con el mejor personaje, Kurisu Makise. Este DLC además aumenta el tope de nivel hasta 99 y agrega ocho trofeos para un total de 29, sin platino. En Xbox 360 son más logros y un poco más difíciles en general.
Aun así, gastar unos 17 dólares por el juego más su contenido descargable bien vale la pena. Créanme. Para no hacer un párrafo conclusivo tan largo basta decir que Phantom Breaker: Battle Grounds es el mejor beat’em up desde que Teenage Mutant Ninja Turtles: Turtles in Time salió en arcades en septiembre de 1991. Sí, así es, deberían estarlo comprando ahora mismo, y convencer a sus amigos de que hagan lo mismo para armar las campañas de cuatro chiquillas contra las fuerzas del mal.