Después del relativo y un tanto inesperado éxito de Payday: The Heist en 2011, Overkill Software, Starbreeze Studios y 505 Games trabajaron para ofrecer una segunda parte que reescribiera todo lo que ya conocíamos del juego, pero al mismo tiempo mantuviera la esencia. Payday 2 nos regresa a los tiempos de la infancia cuando jugábamos a policías y ladrones y, tal como cuando éramos niños, nos permite tomar control de la parte más divertida: ser el ladrón.
Payday 2
Máscaras para cubrir el rostro, pistolas y fusiles de diversos calibre, un chaleco antibalas, la oportunidad de tomar rehenes, deshabilitar sistemas de seguridad, sorprender a los guardias, huir, todo está aquí, aunque no exactamente accesible en primera instancia, por lo que tendremos que invertir tiempo en este título para Xbox 360, PlayStation 3 y PC para ir descubriendo todas las posibilidades que nos ofrece.
El núcleo de Payday 2 es Crimenet, una especie de servicio de empleo clasificado para criminales en Internet, desde donde te contactarán para diversos trabajitos. Así como tú, otros cientos de miles de ladrones esperan su oportunidad para actuar y al iniciar una partida te unirás a un grupo de personas que se seleccionó mediante este sistema. Hora de entrar en acción.
Bienvenido a Crimenet
Una vez iniciada la misión, comienzas como un civil cualquiera, fase que debes aprovechar junto con tu equipo de hasta cuatro personas para recorrer el lugar, conocer, valorar las opciones y establecer una estrategia. Ok, voy a ser sincero, la primera vez que obtienes un encargo mediante Crimenet -y varias de las subsecuentes- te olvidas de todo eso y simplemente entras a robar todo a plomazo abierto. Pronto notarás que llega la Policía y dependiendo de la dificultad de la misión será tu posibilidad de salir vivo o sin ser arrestado.
Tuviste suerte, el nivel no era tan complicado y lograste escapar en la camioneta. Pero sorpresa, las fuerzas de seguridad no se van a rendir tan fácilmente y te han copado en un parque cercano. Este lugar es tu bastión, ningún policía debe entrar o salir sin recibir una ráfaga que acabe con sus intenciones, y si el enfrentamiento para salir huyendo del atraco fue duro, éste se volverá más tenso.
Te das cuenta que puedes morir y resucitar a tus compañeros si les ayudas a tiempo. Es algo importante, porque la refriega se ha tornado larga y llevas más de quince minutos compartiendo plomo con los federales y ningún bando parece ceder. Llegan los refuerzos, una nueva camioneta pasa a recogerlos y ya sólo es cosa de correr hacia el punto de encuentro, salir y recibir tu paga.
Finalmente, tras lo que parecían eternas horas, superaste la misión atracando una serie de pequeñas tiendas y repeliendo a la Policía en la plaza. Una sonrisa se pinta en tu rostro y estás listo para lo que sigue, no sin antes, ahora sí, hacerle un poco de caso a las opciones que te presenta Payday 2.
Y vaya que hay muchas opciones entre selección de equipo, personalización de máscaras y el desarrollo de diversos árboles de habilidades. Es casi como si fuera un RPG, pero créeme que todo esto lo vas a necesitar, pues esa primera escaramuza con la ley es sólo uno de los múltiples escenarios que puedes enfrentar en este título.
El juego está diseñado bajo el factor aleatorio cada que te asignan un nuevo robo. Hay alrededor de 30 escenarios distintos, pero Payday 2 se encarga de tirarnos algo nuevo aunque ya creamos conocer ese nivel: el número de clientes cambia, el sistema de seguridad es distinto, las cámaras de vigilancia están en otro lugar y la posible fuerza policial que intente contraatacar reacciona diferente de acuerdo a estos factores.
Primero piensa, luego asalta
¿Recuerdas que te mencioné que tus primeras intrusiones serían prácticamente balaceras de correr y matar? Eso irá cambiando con el tiempo, con las mejoras que vayas adquiriendo, el equipo que compres y el nivel de los jugadores que te acompañen. Aunque no tan pronto, con paciencia y varios atracos en tu currículum, verás que por debajo de esa capa de first person shooter Payday 2 ofrece una experiencia mucho más completa que implica táctica, precisión y coordinación entre varias personas.
Las dificultades más altas te obligarán a tomarte tu tiempo antes de formalmente iniciar el próximo robo. Recorrer a manera de civil los alrededores del lugar, estudiar las entradas, identificar la disposición de los dispositivos seguridad, conocer el esquema guardias: planear el robo perfecto. Si todo sale bien podrás salir con el dinero sin activar alarmas ni alertar a nadie, algo muy, muy difícil de lograr, pero que define en su totalidad el éxito en Payday 2.
Ciertamente la mayoría de tus golpes implicarán protegerte y recurrir a tu armamento aunque sea por breves momentos, pero si actúas bien el número de guardias que salgan a tu paso puede ser mucho menor. En niveles de máxima dificultad, intentar un asalto frontal como aquella primera misión es prácticamente un suicidio y pasarás buenas parte del tiempo analizando las opciones antes proceder junto a tus compañeros.
Llegar a este punto requiere de habilidades como abrir cerraduras más rápido, control de masas, desactivar sistemas eléctricos, etc; no sin antes invertir buena parte de tus ganancias en adquirir mejoras y horas de juego para acumular el dinero y la experiencia necesarias para efectuar trabajos más limpios.
Y esto me lleva a comentar que toda esta magia en Payday 2 es gracias a su sistema cooperativo en línea. La necesidad de diadema para ponerse de acuerdo o por lo menos un chat de texto será vital y demuestra el grado de interacción social que pueden establecer este tipo de títulos, aunque también exhibe el pobre modo en solitario que ofrece el juego. Si no tienes conexión o no quieres brincar en línea existe una Crimenet simulada que te alía con unos desangelados ladrones controlados por la CPU.
Bueno, olvídate por completo de este modo y de tus esperanzas de jugar offline, pues tus compañeros no sirven para otra cosa que no sea disparar o revivir. Abrir cajas fuertes, tomar el dinero, cargar maletas o someter rehenes está más allá de sus habilidades y se vuelve un martirio casi injugable salir bien librado hasta de la misión más fácil.
Altibajos técnicos
En el aspecto técnico, Payday 2 tiene marcados altibajos. Los escenarios generales lucen increíblemente realistas y detallados, pero una vez que pones un pie dentro de cualquier inmueble se acaba la belleza: texturas planas, modelos geométricos muy simples y hasta bugs clásicos de paredes invisibles, trabarte en una esquina y personas traspasables. La diferencia visual entre exteriores e interiores es tal que parecen dos juegos distintos.
El apartado sonoro es muy bueno en cuanto a sonido de sirenas, balaceras y la muchedumbre. Todo te mete directo a la acción. La música es sólo cumplidora, no estorba ni ayuda, simplemente está presente. Igual la mayoría del tiempo necesitas más bien estar escuchando lo que dicen tus compañeros.
En lo que respecta al control, Payday 2 se aleja de los shooters genéricos con barras de salud regenerativas y ajuste de mira permisiva. Aunque no es mi género más prolífico, puedo decir que los controles son muy justos y milimétricamente exactos: poco o nada te sirve disparar sin apuntar y para darles a la cabeza necesitas tener puntería de auténtico jefe apache. De cualquier forma, con unas cuantas partidas te acostumbras a este ligero cambio, ya que en parte la dificultad de sobrevivir las secciones de disparos te obliga también a replantear tu estrategia previa al asalto.
En resumidas cuentas, me es difícil pensar en otro título con el mismo tipo de entretenida tensión y trabajo en equipo en un FPS reciente, aunque al mismo tiempo falla al ofrecer un modo para un solo jugador que era mejor omitir. Payday 2 es un shooter en primera persona con algunos altibajos, pero con un acercamiento original que requiere una buena cantidad de tiempo, paciencia, conexión en línea y un grupo de amigos para recorrerlo, experimentar, aumentar las habilidades y jugar de distintas formas. Si cumples todo lo anterior, bienvenido a Crimenet. Es tal como la vida real: la oportunidad hace al ladrón, pero la experiencia hace al maestro.