¿Qué necesidad tengo de andar jugando algo que me va a espantar y tenerme en estado de estrés? Mucha. Más si se trata Outlast, un juego gratuito para PS Plus en PlayStation 4 que anuncian con bombo y platillo. Desde hace mucho tiempo me convencí de dos cosas: si es gratis, juégalo sin importar si es bueno o malo, y si es de horror, hazlo con la luz apagada.
Outlast
Outlast es un survival horror con vista en primera persona independiente de los estudios Red Barrels. Originalmente salió en septiembre del 2013 para PC en la plataforma Steam y ahora en febrero invade la PlayStation 4 de forma gratuita para suscriptores Plus, o con un costo de 19.99 dólares. Y antes de continuar con la reseña, considero prudente aclararles que las imágenes que están a punto de ver son tomadas directamente del videojuego, por lo que se muestran los gráficos como son: hay sangre. No contiene spoilers.
Un reportero ambicioso
En Outlast nos encontramos ante un título sencillo, sin complicaciones de combos o poderes del protagonista, pues en realidad no contamos con ninguno; solo tenemos una cámara de video, diez baterías, pluma, cuaderno de notas y un valor del tamaño de una pelota de basquetbol. Miles Upshur es un periodista que va a cualquier lugar con tal de contar las historias que otros no lo harían por temor. Esta vez Miles se embarca en relatar lo ocurrido en el manicomio del Monte Massive, un asilo que reabrió sus puertas en el 2011 como una obra de beneficencia pero que se vio obligado a cerrar por un extraño suceso donde varias personas murieron. El caso sigue detrás de un velo de misterio.
Un curioso automóvil al cual no le sirven los indicadores de velocidad, revoluciones, aceite ni gasolina, nos lleva hacia el hospital mental que desde afuera ya nos anticipa que habrá problemas: totalmente descuidado, cortos circuitos, viento soplando con un sonido peculiar y ventanas que dejan ver luces que se prenden y apagan. Es imprescindible aprender de inmediato los controles, pues en un momento de urgencia debemos reaccionar rápido para correr o escondernos con efectividad.
Pero Outlast es amigable (¿por qué dije eso?) y nos va explicando paso a paso todos los botones que iremos necesitando mucho antes de que sean requeridos, así no arruinan las sorpresas y nos preparan desde un principio para los momentos de alegría. Y digo “alegría” porque reí a carcajadas, después del susto.
La luz juega un papel importantísimo en el juego: hay partes totalmente oscuras y otras que se iluminan por completo, pero cuentan con alguna pared que no permite a la luz llegar a rincones indispensables. Pero eso no es impedimento, pues contamos con una cámara de grabar con infrarrojo para que nada se nos escape de la vista, pero como tal, se alimenta de baterías que debemos administrar. El espíritu explorador en todos los gamers nos hará encontrar pilas en el suelo, mesas, escritorios y demás, para no quedarnos en las penumbras… Créanme, no quieren eso.
No sólo es necesario buscar pilas, también requerimos notas de todo lo que se ve y oye, y en este caso, de lo que le sucede a Miles. Por eso es que en momentos escucharemos cuando escribe velozmente acompañado de una intensa y acelerada respiración. Aparte, es importante encontrar documentos relacionados con lo sucedido, ya sean expedientes, notas, artículos o cartas, tanto para entender de lleno el trasfondo de la historia como para aquellos que buscan desbloquear todos los trofeos, aunque en ocasiones son tediosos de leer.
El propósito inicial de Outlast es ingresar al manicomio con tal de reportar la historia verdadera de los hechos que provocaron la clausura del hospital. Una vez adentro es pura exploración haciendo mucho caso a dos premisas importantes: no somos luchadores y deberemos simplemente escapar o esconderse de lo que nos ataque. Lo otro es el omnipresente miedo. Sé que existen decenas de títulos que se caracterizan por provocar terror en quien lo juega, y los he experimentado, pero afortunadamente Red Barrels nos prepara desde el principio y de cierta manera nos sugestiona a que habrá escenarios con toda la intención de asustarnos.
Acepto que por momentos es más la precaución de entrar a un lugar, abrir la puerta, caminar en la oscuridad, que lo que vemos o escuchamos, pero gracias a un buen diseño de escenarios y gameplay, cuando nos dan una subida de adrenalina, la saben mantener por un buen rato. De eso se trata más que nada: de elevar los latidos lo suficiente para no soltar el control y seguir explorando. O soltarlo por siempre.
Cuarto de control
Un juego es una experiencia, la cual se mide por lo que nos hace sentir a través de lo que vemos y escuchamos. Siendo así, analicé todos los recursos que Outlast tiene para hacerla más impactante. Los gráficos no son en lo absoluto algo de nueva generación, me atrevo a decir incluso que podríamos verlos sin problema en una PlayStation 3. Pero a pesar de la calidad de los mismos, las texturas sí son buenas (a secas) y bien mapeadas, de tal manera que se identifica perfectamente qué es cada objeto, sumándole que la sangre se ve realista, en resumen todo luce bien, aunque nada fuera de lo normal.
Las criaturas y personajes son un gran logro, porque a pesar de las limitaciones gráficas consiguen estresarnos por todos sus elementos, desde los sonidos que emiten, diseño, movimientos y hasta la locura que le imprimen a cada uno. Las voces levantan mucho a Outlast por su facilidad en expresar los diálogos, los cuales pueden ser muy crudos y más de una vez me hicieron sentir que estaban inspirados en Joker, el archienemigo de Batman.
Como punto malo, en ocasiones tuve que realizar cosas que provocaran la reacción de los terroríficos habitantes del manicomio, por ejemplo, al pasar al lado de un de estos entes, lo hice como si nada, pero una vez que tomaba algún objeto, al regresar por el mismo lugar, ahí hacía su actuación espeluznante. En mi opinión, un error en el diseño que reduce la profundidad de Outlast.
Sin embargo, el éxito de los sustos lo da el sonido. Sin temor a equivocarme, puedo asegurar que es más la concentración que puse en los ruidos que en las imágenes, que sin restarle relevancia, pasaron a segundo término por la atención que le di a escuchar cada ruido por más mínimo o insignificante que fuera. El detalle, calidad y nitidez de los pasos, la respiración, viento, el crujir de la madera o el rechinido de una puerta, etc.
Remarco mucho la característica que tiene Outlast, de provocar que empecemos a “ver con los oídos”, sé que se lee raro pero así fue; el sonido envolvente (técnicamente hablando) es tan bueno que se hace posible ubicar físicamente zonas o criaturas a nuestro alrededor. Vamos, se vuelve más creíble el escenario de Miles y personal la experiencia, pues ésta rebasa la historia para enfocarnos únicamente en sobrevivir. Así de bien está implementado el sonido.
Outlast no contiene un soundtrack como los que me gusta oír, ni tampoco digno de un premio o reconocimiento, más bien es música incidental para elevar la sorpresa junto con algún grito o acción dentro del juego. En pocas palabras, para asustarnos. Es ese tipo de música que todas las películas de terror utilizan para acelerar los latidos y aumentar la emoción: sonidos de cuerdas como violines y chelos con notas agudas y graves respectivamente que despiertan hasta al más aburrido. Y una aclaración: ya que la música y el sonido van de la mano en el juego, está prohibido bajarle al volumen. Es más, el mismo diseño del audio provoca subirle para no perder detalle en los efectos a distancia, lo cual es muy útil si queremos sobrevivir.
Desgraciadamente, Outlast es una aventura con pocos motivos para ser rejugada. No encontré variedad en ninguna de las situaciones que tuve que repetir, es más, los tiempos de repetición son los mismos y hasta hay una trayectoria definida para los enemigos en cada situación, lo que me da la sensación de una baja inteligencia artificial cuyo único cambio entre tus diferentes viajes es alguna otra línea de diálogo. Por un lado esto nos permite averiguar exactamente las acciones a seguir para continuar, pero al mismo tiempo le quita todo el factor de sorpresa y permite que nos acostumbremos a la tensión.
¿Qué sustos/impresiones me deja Outlast?
Me gustó. Simple y llanamente, me gustó por la idea en general, omitiendo los detalles y errores técnicos o de diseño. Es bueno porque es sencillo y no agrega misiones adicionales con lo que nos distraigamos de nuestro objetivo: escapar. La lista de trofeos es pequeña aunque con un grado de dificultad elevado, pues no siempre será posible explorar como en cualquier otro título donde podemos hacer pausas para barrer el mapa en busca de objetos, además de que tendremos que terminarlo en la dificultad más elevada, en la que no hay checkpoints ni puntos de guardado; una muerte es volver a empezar desde el inicio. Una gran experiencia para jugar solo o acompañado, ya sabes, los sustos no sólo se los lleva el que trae el control. Es agradable ver que un estudio independiente levanta la mano por ganarse un lugar en un género venido a menos. Más cuando en puerta tenemos producciones como Evil Within y Dying Light que cuentan con mucho presupuesto y prometen ser muy exitosos.