Con meses de antelación se empezó a hablar de Nymphomaniac, el nuevo trabajo de uno de los directores de cine más trasgresores y controversiales de nuestra época, el danés Lars Von Trier, en una película cargada de erotismo y dividida en dos volúmenes y ocho capítulos, dado este formato, la crítica contiene algunos spoilers.
Nymphomaniac
Previo al estreno mundial, lo que se buscó, principalmente, fue exaltar la temática central de la película, que a ojos de muchos se refleja a través del incansable apetito sexual de la protagonista y su autodiagnosticada ninfomanía. Se mostraron hasta el cansancio los carteles publicitarios donde se podía ver a los personajes sobre un lecho blanco, con claras gesticulaciones de placer y en aparente desnudez. Se habló muchísimo de lo difícil que fue para la actriz principal, y el resto del reparto involucrado en las escenas de índole sexual, llevar a cabo los caprichos y mandatos de Von Trier para capturar en pantalla la historia de 50 años de una adicta al sexo. Y, por supuesto, todo esto aunado al difícil y ególatra carácter del cineasta danés.
Nymphomaniac forma parte de la “Trilogía de la Depresión”, uno de los varios proyectos dentro de su movimiento cinematográfico Dogma 95, que empezó en compañía de Thomas Vinterberg (Submarino, 2010), mismo que busca retratar historias más creíbles con el mínimo de efectos especiales. La trilogía inició en 2009 con Anticristo, seguida por Melancolía (2011), culminando con Nymphomaniac, en donde Lars Von Trier logra describir la gloria y desgracia de la libertad sexual.
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El largometraje aborda un tema que aún en nuestros tiempos sigue siendo un gran tabú: el sexo. El cine actual no tiene problema con él a menos que se incluya en la cinta escenas sexuales explícitas, algo que sí aborda esta obra, secuencias presentadas una tras otra durante las 5.5 horas de duración. Yo tuve la oportunidad de ver la versión de cuatro horas (la comercial), ya que será a finales de este año cuando se lancé la edición especial para coleccionistas (Blu-ray y DVD) con el metraje completo.
Los ocho capítulos
Preludio: Joe (Charlotte Gainsbourg, Anticristo), es una chica que descubre su sexualidad a tempranísima edad, poseedora de un apetito sexual voraz desde los siete años, es encontrada maltrecha en un callejón; Seligman (Stellan Skarsgård, Thor), un hombre retraído y soltero pero encantador, es quien la auxilia. Seligman lleva a su casa a Joe, que parece no estar pasándola nada bien después de una tremenda golpiza. Ambos empiezan a charlar y Joe relata cómo llegó a ese callejón.
The complete angler (El perfecto pescador de caña): Joe, acompañada de su amiga “B” (Sophie Kennedy Clark, Philomena), se embarcan desde muy pequeñas en una aventura tras su repentino despertar sexual. Ambas organizan una competencia en que son capaces de convertir una bolsa de chocolates confitados en el símbolo de victoria sexual. Justo como pescar a la orilla de un río con una caña: con un buen señuelo, un buen pez se obtendrá. Un pacto se forma entre ellas: no tener sexo con un mismo hombre más de una vez, a manera de rebelión contra el amor.
Jerôme: Joe deja la escuela de medicina. Sin saber hacer nada, se embarca en la búsqueda de trabajo, llegando a una empresa de fabricación de papelería donde deciden contratarla a pesar de su nula experiencia. Ahí encuentra al único amor que ha tenido: Jerôme (Shia LaBeouf, Transformers), aquel que tomó su virginidad a los catorce años y con quien fantasea, pero para cuando decide declarar sus sentimientos puede ser tarde.
Mrs. H (La señora “H”): Con un número bastante amplio de amantes en su vida, Joe se enfrenta, por vez primera a las desagradables consecuencias de ser una ninfómana. Aprende a la mala que “No se puede hacer una omelette, sin romper algunos huevos”. La señora “H” (Uma Thurman, Kill Bill), es una atormentada y engañada ama de casa que le hará vivir uno de sus peores capítulos a Joe.
Delirium (Delirio): El amado padre de Joe muere. La ninfómana, como ella misma ya se autonombra, cae en una espiral de dolor, autoflagelación y sexo sin control, donde incluso junto al cuerpo inerte de su progenitor la idea de la muerte le excita.
The little organ school (La pequeña escuela del órgano): Esté capitulo es el que muestra de forma más transgresora cómo Seligman pretende entender, dentro de su nula experiencia sexual, el sentir de Joe, al compartir el lecho con al menos siete hombres por noche. Estos encuentros crean una polifonía, como se ve en la música divina de Bach y Palestrina, combinándose en un sonido armonioso.
The eastern & western church – The silent duck (La Iglesia oriental y occidental – El pato mudo): El sexto capítulo Nymphomaniac comienza con espíritu navideño y un poco de sadismo y masoquismo. Seligman explica la diferencia entre la Iglesia occidental (basada en el dolor), y la oriental (fundamentada en el gozo). El placer y el dolor forman parte ahora de las fantasías de Joe con su nuevo amante “K” (Jamie Bell, Billy Elliot). El pato sólo forma parte de la historia como un respiro entre el “fisting” y el “spank” al que se enfrenta la protagonista ante uno de sus amantes más carismáticos.
The mirror (El espejo): Joe, una vez hastiada de todos sus excesos, busca liberarse de su sexualidad mediante la siguiente premisa: La imagen que ves en un espejo en un primer vistazo se verá como la réplica exacta del objeto que estás mirando. Sin embargo, esto es falso, ya que el reflejo siempre será una versión espejeada, y por lo tanto alterada, del original. La ninfómana buscará hasta el cansancio la forma de dejar de pensar en sexo, convirtiendo su templo del placer en una habitación carente de vida. Es en este capítulo donde Joe, frente a su grupo de Adictos al Sexo, suelta uno de los discursos más contundentes y de mayor peso del filme.
The gun (La pistola): La ninfómana se une a una banda de extorsionadores, y Joe hace gala de sus conocimientos en el ámbito sexual para torturar a sus deudos. Seligman queda hundido en el estupor por el relato completo, que es la antesala a la golpiza en el callejón.
Mi opinión
Lars Von Trier es un genio, incomprendido, transgresor, infame, pero un genio. La forma exquisita en que cuenta la historia de la ninfómana es, a falta de un mejor adjetivo: poética. Nymphomaniac está llena de detalles, cada uno de ellos cuidado meticulosamente para enhebrar una historia difícil de contar, controvertida. Es una larga charla a tientas, con una mujer muchas veces incapaz de entender lo que le sucede, y un interlocutor que trata de darle forma lo que ve y escucha, atónito y abierto a lo que venga. Justo como nosotros.
Lars Von Trier es un cineasta que se ha caracterizado por crear largometrajes con tonos críticos, provocadores, difíciles y hasta profanos. Gusta de hacer retratos de aspectos duros y trágicos de la vida misma, siempre poniendo en escrutinio los valores, la bondad y los sentimientos del ser humano. Nos presenta personajes “buenos” que de alguna forma encuentran salida a sus deseos retorcidos, se les presenta en difíciles situaciones, mediante las cuales, hace amplia crítica de la realidad convencional en la que actualmente vivimos.
El factor provocativo de esta pieza no está, contrariamente a lo que muchos pensarían, en las escenas de sexo explícito, sino en el diálogo que emplean Joe y Seligman a lo largo de su charla: ácido, sin tapujos, junto a los recursos narrativos y fotográficos, como una exquisita mezcla de texturas, cambios bruscos en la cronología de los eventos, voz en off de aquella que nos narra sus andanzas, analogías con Fibonacci y la música de Sebastian Bach, cambio a tonalidades blanco y negro como símbolo del cambio y el caos en que se convierte la vida de la protagonista. Todos y cada uno de esos factores hacen de Nymphomaniac una película digna de Von Trier, ni más ni menos.