Con un toque de drama telenovelesco, Nosotros los Nobles es una comedia que ha impactado fuerte en el público mexicano por una simple razón: mantiene la esencia fiel de una industria cinematográfica que a veces parece olvidar su tradición en busca de imitar otras tendencias. La comedia dirigida por Gaz Alazraki ya superó a El Padre Amaro como la cinta mexicana más taquillera de todos los tiempos, por lo que es un buen momento para hacer una crítica al respecto.
Nosotros los Nobles
Lo primero que salta a la vista de Nosotros los Nobles es que es una película muy mexicana en todos sus elementos: tenemos una historia estirada casi siempre por la arista más absurda, un montón de personajes cliché, drama rebuscado ante situaciones que parecieran francamente solucionables, romance y humor, porque sea del género que sea, cualquier largometraje mexicano debe tener al menos un chistín o dos, aunque en este específico caso es una tragicomedia al más puro estilo de Televisa con tintes de la Época de Oro del cine nacional.
Pero para criticar a Nosotros los Nobles primero nos tenemos que ir por lo que dicta el curso de la trama: sus personajes, seres estereotípicos que representan diversos sectores de la sociedad. Y es que nuestra forma de narrar historias desde siempre ha apelado a este tipo de protagonistas: los pobres son muy pobres, los ricos son muy ricos, los tontos son realmente estúpidos y los malvados son muy malévolos.
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Claro que la magia consiste en ver como -a pesar de todo- el choque social se desvanece a media función y los ricos se pueden volver pobres o los pobres aspirar a ser ricos, existe un punto de balance, un romance anunciado y algún villano o protagonista despistado enreda el argumento innecesariamente.
La familia Noble
Bárbara Noble (Karla Souza) es la típica chica fresa cuyo principal súper poder consiste en gastar la tarjeta de crédito de su padre. Acostumbrada a lujos y caprichos, Bárbara no tiene mayor aspiración que casarse con un millonario, continuar con su vida de opulencia, salir de vez en cuando con sus amigas y menospreciar a los que no están a su nivel.
Javi Noble es, por el contrario, algo más voluntarioso, un “mirrey” que sin embargo piensa que sus ideas son brillantes por el simple hecho de formularlas él mismo. Cree la necesidad de destacar, aunque por momentos lo asimila como si su éxito fuera a llegar de manera automática gracias a su pedigrí, gastando buenas oportunidades profesionales por irse de parranda con sus cuates en un jet privado. Haciendo un breve paréntesis, Javi es sin duda el personaje más divertido de Nosotros los Nobles y Luis Gerardo Méndez hace una tremenda interpretación del mismo.
Para completar el trío de hermanos tenemos a Cha Noble (Juan Pablo Gil), quien desentona con el patrón de los otros dos y resulta ser una especie de aprendiz de hippie y hipster, amante de las MILF (las señoras mayores, pues) y bastante problemático en la escuela. Su personalidad es más bien de bajo perfil y casi siempre pasa desapercibido salvo por alguna frase graciosa que entra a manera de punch line.
Obviamente el motor de la película es el padre, Germán Noble (Gonzalo Vega), quien enviudó hace algunos años y se da cuenta que tras la muerte de su esposa los hijos sólo se han dedicado a malgastar los recursos de la familia. Para intentar ponerlos en su lugar y enseñarles una lección, Germán decide fingir que su compañía constructora cae en bancarrota, se gestan una serie de fraudes y ahora todos son perseguidos por la Policía, por lo que tienen que esconderse y sobrevivir como la gente normal, o sea, partiéndose el lomo para efectos de Nosotros los Nobles.
Drama de cine mexicano
Sí, en lugar de cancelar simplemente sus tarjetas de crédito y obligarlos a trabajar para mantenerse, el patriarca Noble tiene la impetuosa idea de montar un circo que -obviamente- todos sabemos que en algún momento explotará. Como mencionaba hace algunos párrafos, Nosotros los Nobles sigue las más básicas premisas de las producciones tradicionalmente mexicanas y una de ellas es el drama innecesario extendido por decisiones incomprensibles.
Curiosamente, son también estos argumentos inverosímiles con personajes estereotípicos llenos de defectos y virtudes los que atraparon a una generación hace 70 años, los que enganchan a las amas de casa por las tardes frente a su televisor con las telenovelas de temporada y los que hoy también producen una sonrisa en la mayoría de los espectadores que se deciden por ver Nosotros los Nobles.
La historia finalmente termina enredándose más con la aparición de Lucho (Ianis Guerrero) y Peter (Carlos Gascón), dos caras distintas de la moneda que se relacionarán con la familia Noble, especialmente con Bárbara. Claro, porque el toque de romance no podía faltar en la ecuación.
Definitivamente, Nosotros los Pobres está muy lejos de ser una película perfecta, pero no por ello deja de ser recomendable. Hay que agradecer también que nunca se abusa de un léxico sobrecargado de palabrotas para causar gracia, lo que la coloca en la gama de comedia para todo público. Su director, Gaz Alazraki, consciente o inconscientemente, demostró que este cine lo podemos criticar, burlar y maldecir, pero al final nos viene en las venas y nos gusta.