Desde que anunciaron su salida para América, Ni no Kuni: Wrath of the White Witch se convirtió en casi una obsesión personal. La idea de retomar el gameplay de los RPG clásicos de las eras de 16 y 32 bits con el poder de las consolas actuales resultaba tentadora: un vasto mundo por recorrer, montones de leyendas que escuchar, decenas de personajes por conocer, ciudades que visitar y una historia en PlayStation 3 que se desenvuelve al ritmo de la vieja escuela.
Ni No Kuni: Wrath of the White Witch
Existen ya muy pocos JRPGs que mantengan el estilo tradicional de antaño. Las nuevas consolas, desde el PS2 y compañía, introdujeron títulos que en papel se presentan más ágiles y versátiles, quitándole algo de tiempo a la exploración para dárselo a la historia y el combate. Este cambio arrastró también transformaciones en cómo se desarrollaba la trama, y pronto la necesidad de agilizar todo alcanzó incluso los sistemas de pelea, con mecánicas de juego más rápidas, directas y en varios casos hasta semiautomáticas.
Aún con la presencia de varios juegos de rol publicados por compañías japonesas, se sentía un enorme hueco en la industria, ¿dónde quedaron los JRPG? Afortunadamente, Level-5, los creadores de una de las últimas joyas de este tipo –Dragon Quest VIII-, levantaron la mano y revivieron un género que parecía olvidado.
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Sí, en papel Ni no Kuni: Wrath of the White Witch es mucho de lo que jugamos en las gloriosas épocas del Super Nintendo y el original PlayStation. Regresa el mapa para explorar, los poblados para comprar armas y conseguir información, y una historia que camina sin tantas pretensiones de por medio, intentando que el jugador se enamore del mundo que vive y no sólo que desee acabar con el jefe final, aunque para hacer una reseña justa primero le saqué todo antes compartir mi experiencia.
La mano de Ghibli
Los gráficos de Ni No Kuni: Wrath of the White Witch obviamente son hermosos a primera vista. El potencial del PlayStation 3 y la atención al detalle de Level-5 lograron crear varios de los parajes más hermosos vistos en una consola, todo junto a una estética visual estilo anime que, como muchos ya saben, viene de la mano de Studio Ghibli, los creadores de películas como Mi Vecino Totoro, La Princesa Mononke y El Viaje de Chihiro, quienes prestaron su talento para diseñar personajes y un mundo mágico y misterioso que respira por sí mismo e invita a ser jugado.
Adicionalmente, Ghibli también realizó varios minutos de animación tradicional en 2D que complementan la historia y nos cuentan varias de las mejores partes de Ni no Kuni: Wrath of the White Witch, aunque muchos notarán que no son tantos como uno quisiera.
El sonido cuenta con un insuperable trabajo de doblaje, tanto en las voces en inglés como en japonés y el único detalle es que a veces la coordinación con los labios está desfasada. La música es impresionante, compuesta por el maestro de Ghibli Joe Hisashi e interpretada por la Orquesta Filarmónica de Tokio. El resultado es poco menos que impresionante en este apartado.
Punto adicional es para el estupendo trabajo de localización al español que realizó Bandai Namco, ya que no sólo se dio a la tarea de traducir de manera literal, sino que adaptaron muchos modismos y bromas de tal forma que fueran coherentes en nuestro idioma. Ya verás, sonreirás varias veces con los chistosos nombres que le dan a muchas cosas en español.
Óliver en Ni no Kuni
La historia arranca sencilla, pero conmovedora. Ni no Kuni: Wrath of the White Witch nos narra el increíble viaje de Óliver, un niño de trece años, al Otro Mundo (Ni no Kuni). Todo comienza cuando tras escabullirse por la noche con uno de sus amigos, el niño termina en el río a punto de ahogarse; su madre logra llegar a tiempo y rescatarlo, pero una afección cardiaca le cuesta la vida después de salvar a su hijo.
Cuando todo parece tristeza y lágrimas toma vida Drippy, un peluche de Óliver, quien le revela que en realidad es un duende de otro mundo que necesita su ayuda para combatir a un terrible mago oscuro; este ser mágico también le explicas que las personas de su realidad y las de Ni no Kuni están conectadas. Para salvar al mundo de Drippy, Oliver tendrá que rescatar a una sabia llamada Alicia, quien es la equivalente de su madre en aquel misterioso lugar. Si logra cumplir su misión, quizá pueda salvar a su mamá en el mundo real.
El viaje de Óliver girará en torno a los descorazonados, personas a las que el terrible hechicero Shadar les ha robado un fragmento de su corazón (bondad, confianza, entusiasmo, valor, entre otros) y que tendrás que ayudarlos de alguna manera, mientras te abres camino buscando a tu madre en Ni no Kuni y encuentras la manera de vencer al poderoso mago.
Si consideran que es un gran spoiler, no se preocupen, todo esto nos lo narran durante la primera hora de juego y de ahí en adelante es un camino de superación, exploración, conocer los modos de Ni no Kuni y volverse un mejor mago, pues todo en dicho lugar está basado en la magia y aquellos que la dominan, controlan los hilos del destino.
Aunque no se puede negar el empuje que Studio Ghibli le da a la historia con sólo participar en ella, es un hecho que Ni no Kuni: Wrath of the White Witch quizá avance demasiado, pero demasiado lento para la mayoría de los gamers, incluso para los que nos criamos en las épocas de 8 y 16 bits; muchas veces en lugar de dar la sensación de jugar una larga película de anime, parece que más bien estás atorado en una interminable saga de fillers (rellenos) de alguna caricatura japonesa.
Buena parte del progreso en Ni no Kuni: Wrath of the White Witch se basa en realizar encargos menores y acciones que hasta parecen accidentales. Un ejemplo es cuando te tienes que hacer a la mar por primera vez: llegas al puerto, pero no puedes usar el barco porque necesitas el permiso de la reina, al llegar con la reina resulta que está descorazonada y tendrás que recuperar su moderación, te dará el permiso, regresas al puerto y un ladrón te roba el papel, para quitárselo no sólo tendrás que derrotarlo sino también arreglar su corazón, cuando por fin te embarcas te atacan y terminas varado en una isla extraña donde para salir tienes que realizar otra serie de ridículos encargos antes de poder seguir con el curso “normal” de la historia.
Puse normal entre comillas porque no es hasta casi dos terceras partes del juego que la historia parece tomar alguna dirección que realmente te invite a desear ver cómo continúa. No se puede negar que varias de estas desviaciones son divertidas y ayudan a conocer el mundo de Ni no Kuni, pero se vuelven fastidiosas y hasta predecibles, ya que sabes que en cada nueva locación tendrás que realizar un ritual de pequeñas misiones que te ayuden a salvar el corazón de alguien en particular, quien a su vez te dará una nueva dirección para que repitas el proceso. Es como si fuera un eterno peregrinar entre puras sidequests de auténtico bostezo.
Pokémon + Star Ocean
El sistema de juego de Ni no Kuni: Wrath of the White Witch es una mezcla entre Pokémon y Star Ocean. A la Pokémon porque puedes capturar unimos (monstruos) y que estos peleen por ti, cada animalito tiene habilidades específicas y puedes equiparte hasta tres al mismo tiempo, rotando entre ellos a media pelea, pero la idea es juntar los más de 250 que incluye el juego, consentirlos, evolucionarlos y todo eso. Como Star Ocean por el estilo de movimiento en batalla: es un campo donde puedes moverte y ahí seleccionar las acciones de tu personaje o alguno de sus únimos.
Tienes un máximo de tres personajes en batalla, cada uno con sus tres monstruos correspondientes, puedes cambiar entre todos rápidamente con el uso del botón L1 y los personajes que no uses en ese momento son controlados por la IA en referencia a algún patrón de comportamiento que tú les indiques. La IA es bastante competitiva en este aspecto y más de alguna vez te salvará de una muerte segura. No sólo usarás a tus únimos, ya que dependiendo de la situación a veces es más útil usar al personaje humano (como para capturar nuevos aliados, robar o ejecutar hechizos).
En lo personal sentí este sistema de combate algo chato y sin mucho lugar a la estrategia. La IA es tan competitiva que puede ganar la batalla sola, su único problema es que a veces abusa de usar poderes que gastan puntos de magia. Por tu cuenta, puedes elegir algún únimo de fuertes ataques físicos y prácticamente volar a través de Ni No Kuni: Wrath of the White Witch; ni siquiera los jefes te obligan a modificar tu estrategia más allá de curarte, y es raro, muy raro, cuando necesitas algún tipo de poder elemental en específico ya que casi siempre el comando “atacar” te bastará. Si algún enemigo te barre es porque simplemente llegaste con un nivel muy bajo, pero es algo que nunca me pasó durante el juego. El único jefe que me costó una vida fue el último.
Otro detalle aburrido es que a pesar de la gran variedad de animalitos para amaestrar, la mayoría tiene ataques repetidos y no existe una gran diferencia entre tu selección de únimos, más allá de escoger a los que tienen las mejores estadísticas. Tus personajes también suben nivel por su cuenta y tienen algunos ataques interesantes por su cuenta, pero prácticamente puedes prescindir de ellos el 90 por ciento de las batallas.
La buena noticia es que acabar con el jefe final no es tu única misión. Ni No Kuni: Wrath of the White Witch cuenta con centenares de misiones adicionales, que van desde pequeños encargos que encuentras en los tableros de los pueblos, cazar monstruos especiales, descubrir ancestrales secretos, recolectar a todos los únimos, tesoros secretos y batallas contra jefes especiales. Varias de estas sidequests están disponibles mientras progresas y es inevitable perderte un rato haciendo experiencia e intentando completar algunas tareas adicionales. Ni No Kuni: Wrath of the White Witch te tomará alrededor de 50-55 horas para terminar con más o menos lo básico, pero completar todo el contenido extra y sacar el trofeo de platino, aunque no es difícil, puede ser una titánica labor que te tome más de 85-90 horas de tu tiempo.
¿Una opción para comprar y tomar en cuenta? Bueno, es obvio que si lo deseas jugar a fondo, una rentada no te va a servir de nada, pero a pesar de lo mucho que disfruté este título me queda claro por su tipo de historia, su avance semilento y su combate tan simplificado es para un nicho de mercado muy específico. Si te gustan los RPG de corte japonés, seguramente te gustará Ni No Kuni: Wrath of the White Witch, pero a pesar de sus impresionantes visuales y su olor a nostalgia, notarás que no se acerca a Dragon Quest VIII y queda lejos de los clásicos de 16 bits.
Muchos alegarán que pese a su look el acercamiento del juego no es infantil sino nostálgico, pero es un hecho que Ni No Kuni: Wrath of the White Witch fue realizado para un público entre de 10 y 17 años en Japón. Eso no quiere decir que no podamos disfrutar de él, pero sí es marcadamente japonés, marcadamente infantil… y marcadamente lento. Habrá muchos que le quieran dar la oportunidad y se van a desesperar porque en 30 horas no pasa nada realmente que te haga decir “esto fue un momento épico”.
A pesar de ello, hay que darle gracias Bandai Namco por traer Ni No Kuni: Wrath of the White Witch a América y Europa. Su vasto mundo mágico, el montón de tareas por realizar, el sentimiento de RPG viejito, personajes divertidos y su esencia de anime atrapará a muchos. Sólo hay que ser un poco pacientes, ciertamente no es el viaje retro que yo había anticipado, pero sí el mejor y más japonés RPG que he probado en mucho tiempo.