La dos veces ganadora del Oscar, Jodie Foster dirige y actúa en Mi Otro Yo (The Beaver), haciendo pareja estelar con Mel Gibson con quien no aparecía en una misma película desde Maverick en 1994. Jodie Foster aborda la historia de un sujeto que sufre de depresión hasta que un buen día un títere castor aparece en su vida y le regresa todo lo que creía perdido. ¿Una película absurda o una cinta fiel que refleja un drama cotidiano?
Mi otro yo | Reseña
Mi otro yo está centrada en Walter Black (Mel Gibson), un hombre con un exitoso pasado pero que no obstante, y sin una razón clara, ahora sufre una fuerte depresión de la cual no se ha podido recuperar. La depresión de Walter incluso arrastra a su empresa de juguetes Jerry Co. al borde de la quiebra y es incapaz de mantener el mínimo contacto con su familia. Su esposa, Meredith (interpretada por Jodie Foster), decide que lo mejor es que se aleje de la casa y de sus hijos Porter y Henry (Anton Yelchin y Riley Thomas Stewart) mientras encuentra una cura para su mal.
Esa noche, desesperado y solo, Walter se hospeda en un hotel donde sumergido en su depresión y bastante alcoholizado decide quitarse la vida sin éxito alguno, es en este momento donde entra en escena su subconsciente, interpretado por un títere de castor que había recogido minutos antes de hospedarse y que ahora está dispuesto a salvarle la vida.
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Walter empieza a hablar con el castor y por el castor, teniendo una especie de plática-monólogo donde el muñeco promete ayudarle a rehacer su vida empezando prácticamente de ceros. Para ello, el castor será la nueva voz de Walter, cualquiera que se dirija a él tendrá que hacerlo hacia el títere como una especie de interlocutor. El castor será la voz y la alegría perdida hace tiempo por Walter y para ello finge que el muñeco es parte de un programa de ayuda psicológica recomendada por su doctor. Si alguna vez están en una situación parecida, el primer consejo que te da Mi Otro Yo es ir a buscar un títere altruista al basurero más cercano.
A partir de ese momento la vida de nuestro protagonista da un giro radical. A pesar del escepticismo de todos, Walter vuelve a ser un hombre exitoso en los negocios, un buen esposo y un amoroso padre, aunque es rechazado por su hijo mayor, Porter, quien odia parecerse a él, aunado a que Porter no está de acuerdo en que Walter cargue a todos lados con un castor en la mano y sea con quien tenga que dirigirse. Si en algún momento Mi Otro Yo refleja la vida real es éste, digo, a mí también me daría pena que mi papá se la pasara todo el día con un peluche en la mano y hablando como ventrílocuo desquiciado las 24 horas del día.
El Castor (The Beaver)
De aquí en adelante Mi Otro Yo nos mostrará la notable “mejora” en la vida de Walter y un poco sobre cada miembro de la familia, interactuando algunos con el castor y otros con sus propios problemas personales (porque aquí todos sufren, pero Walter es el único deprimido). Desgraciadamente muy rápido te das cuenta que la película no va hacia ningún lado y pareciera que la directora se quedaba sin ideas cada diez minutos por lo que inventaba una nueva tontería o un nuevo drama familiar.
Pero para que un drama funcione en cine el espectador tiene que identificarse con los personajes y con su problemática, tiene que sufrir, gozar y patalear con ellos… y aquí no es así. Mi Otro Yo es una película sin sentido, desde un principio esperas entender porqué Walter Black cayó en tan fuerte depresión y nunca lo sabes porque a la directora se le hizo fácil no explicarlo ni por encimita. Con una vida tan aparentemente perfecta, cuesta aún más trabajo creerte el cuento de que Walter está deprimido y necesita la ayuda de un castor de peluche para salir adelante. A pesar de que Mel Gibson es muy buen actor y generalmente nos hace sentir empatía por sus personajes en las películas donde aparece, en Mi Otro Yo es completamente distinto, simplemente no logra transmitir nada al espectador… juro que por más que lo intenté no me logré conmover por su sufrimiento-locura-cosa rara. Yo creo que ni él estaba convencido.
Jodie Foster en cambio realiza una actuación aceptable, le crees el papel de madre preocupada por querer salvar a su familia y su insistencia de seguir con una persona que no está bien psicológicamente, pero lo cierto es que su actuación no alcanza para rescatar a Mi OtroYo. Debió simplemente actuar y dejarle lo de la dirección a los profesionales.
Realmente esperaba que Mi Otro Yo fuera una película que me conmoviera y tuviera un toque de humor melodramático por aquello de que un tipo de edad madura cargue con un títere de castor hasta para bañarse, pero simplemente me dejó con un amargo sabor de boca. Conforme avanza la película te das cuenta que en 91 minutos de duración no pasa nada: un hombre obedece en todo a un peluche que en un principio parece gracioso pero luego ya no lo es, todo mundo tiene pedos existenciales y todo mundo los enfrenta, no de la peor manera, sino de la más absurda. La cinta sigue y sigue, cada vez más absurda e impersonal hasta que llega el punto en que te será inevitable decir “no jodas, quítate al castor”.
Para rematar, de todos los finales malos que pudieron haber escogido para Mi Otro Yo, el que verás te aseguro será el peor de todos. Una película que inició sin ser muy clara y que termina igual, en un limbo extraño de ideas que creo que sólo su directora comprendió. Si el protagonista se recupera no te atrae, si se muere de depresión tampoco, si la familia tiene problemas te es indiferente, y si el castor es bueno o malo para Walter te dejó de importar cinco minutos después de que lo conociste.
Si no eres tan exigente y esperas ver una película que aunque no sea tan buenas al menos te entretenga, Mi Otro Yo no es la indicada. Si esperas ver una película de drama persona, superación y un mensaje positivo, tampoco la veas. Producción pobre, historia abordada de manera ridícula, personajes planos, actuaciones planas, montones de escenas que pudieron haberse ahorrado (toda la mini historia de Porter y su noviecita) y un castor que ni siquiera tiene voz de castor hará que mejor apagues el televisor y desees enterrar el blu-ray en donde nadie lo encuentre. Una película donde todos sufren a su modo, desde los personajes hasta el que la ve. La moraleja de Mi Otro Yo es que nunca confíes en un castor… y si quieres ver títeres que ayudan a combatir la depresión mejor ve la película de Los Muppets.