En resumidas cuentas, Max: The Curse of the Brotherhood es una aventura de plataformas llena de acertijos, trampas y mucho, muchísimo color, en la que gracias a un diseño extremadamente llamativo nos hace olvidar la mayor parte del tiempo los problemas con algunos aspectos del control.
Max: The Curse of Brotherhood
Max es un chico que seguramente se la pasa jugando con sus amigos, los días son perfectos mientras su hermano pequeño no haga de las suyas, es decir, que no quiera acompañarlo y convivir con “los grandes”. Es clara la frustración que Max siente cada que tiene que cuidar o echarle el ojo a su hermanito, por esto, decidido a no cargar más con esa molesta responsabilidad, un día decide realizar un hechizo que lo libere de estar todo el tiempo cuidando las tropelías de Felix.
Y claro, todo va bien hasta que notamos que dicho conjuro abre un portal dentro de su cuarto y entre fuertes corrientes de aire hace que su sueño se haga realidad. Sólo que bueno, Max se percata que finalmente su plan de desaparecer su responsabilidad no era tan buena idea.
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Rescatando a Felix, el pobre niño gritón
Al momento de la “abducción”, Max decide internarse en el portal e ir a rescatar a su hermano a un mundo que sorprende a los protagonistas y a nosotros mismos, tan colorido y hermoso como plagado de peligros y criaturas mortales.
En Max: The Curse of Brotherhood descubriremos inmediatamente un enorme troll de mueca furiosa que se está llevando a Felix (quien no para de gritar por ayuda), así que tendremos que seguirlo por el escenario mientras aprendemos los controles básicos; sin embargo la cosa no termina aquí, pues el trol decidirá luego perseguirnos, llevándonos por una secuencia de “córrele que te come” muy divertida y dinámica, donde tendremos que evitar todo lo que nos frene a la vez de brincar los obstáculos en el terreno.
La primera impresión del juego es bastante buena y agradable a la vista, con mucho detalle, tonos pastel muy acordes y una música que nos pondrá los nervios de punta al observar como aquella criatura ruge y nos corretea cada vez más cerca, y claro, rompiendo partes del escenario para que podamos ver, si acaso teníamos duda, lo fuerte que es. Así es este juego desarrollado por Press Play: un mundo de plataformas donde brincar, balancearse y ser un poco ágiles será suficiente para sobrevivir… bueno, no, en realidad hay algo más, pero de eso les contaré a continuación.
Saltando, columpiándose y algo más
Luego de pasar algunos niveles, Max: The Curse of Brotherhood nos presentarán lo que será la herramienta más importante de nuestro personaje: su marcador. Y allí es donde comienza la verdadera diversión y la dificultad.
Haciendo uso de uno de los gatillos y dos botones, Max podrá dibujar, mover, cortar y desplazar corrientes de agua para su conveniencia, todo en lugares específicos; la dificultad será elevada gradualmente mientras el juego nos explica cada cosa que podemos realizar con el marcador del niño.
Al inicio, únicamente con mover y cortar ramas podremos librar agujeros o subir por lugares altos; en los siguientes niveles se irán sumando otros factores de dificultad y herramientas, como por ejemplo, lianas y rocas para enfrentar enemigos, tenderles trampas o pasar sin que nos puedan atrapar. Cabe mencionar que Max muere instantáneamente al golpe de los enemigos del juego o algunas veces por caídas de suficiente altura, así que la atención al peligro y el razonamiento para superar cada prueba comienzan a tener más importancia.
Formas dolorosas de muerte… pobre Max
He de mencionar como dato extra, que al menos en mi caso hubo varios instantes en que Max: The Curse of Brotherhood me recordó mucho a Limbo, por todo aquello del niño y una serie de dolorosas muertes; aquí la diferencia sin duda es la saturación de colores y su aspecto más caricaturesco, pero que sus ojos no los engañen, este infante también sufrirá mucho. Los golpes por rocas, picos gigantes en trampas mortales, caídas de grandes alturas, electrocuciones, baños de lava y, por supuesto, ser devorado por un troll, serán causa suficiente para notar que estamos ante un mundo de peligros escondidos detrás de su belleza infantil.
Ya que he dejado claro el nivel de riesgos en Max: The Curse of Brotherhood, puedo continuar al siguiente punto importante, uno que les hará conocer el significado del “amor/odio” y este viene por la imperativa necesidad de ser rápidos y precisos al dibujar y cortar objetos en el entorno. Oh, sí: ¡velocidad y precisión!
El marcador mágico cobra realmente importancia a partir de que tenemos que hacer lo que ya aprendimos niveles atrás, pero esta vez con “bullet time”… o cómo quieran llamarlo. Al principio serán algunas secuencias de escape donde Max, al estar en el aire, necesitará que dibujemos una liana para que se agarre de ella, luego serán dos lianas, después dos lianas y un chorro de agua que nos dirija a una salida, y más tarde vendrán retos más complicados, donde ahora no tendremos cámara lenta. Todo en tiempo real mientras nos persiguen monstruos, lava o simplemente se despedaza el piso del nivel.
Así que, ¿suena complicado? Podría decir que un poco, que es cosa de acostumbrarse al ritmo del juego y al control, pero no, aquí lo que falla es la precisión del marcador y nuestras constantes e inexplicables fallas nos harán percatarnos de esto.
Llegado el punto en el que nos piden ser más exactos en brincar un objeto, donde tenemos que usar las físicas a nuestra conveniencia, o donde tenemos que presionar el gatillo, después un botón y dibujar, la jugabilidad varias veces estará en nuestra contra y nuestro máximo enemigo será un leve retraso tanto en la acción de saltar de Max, como en la de oprimir el botón para sacar el marcador y comenzar a dibujar. Justo en los momentos cuando los milisegundos son esenciales es cuando comenzaremos a morir de forma continua, y cuando digo esto me refiero a 30 veces en diez minutos. Sí, casi al estilo de Dark Souls (aunque no tengan que ver uno con el otro).
Así que esta es la mala noticia en Max: The Curse of Brotherhood, ¿pero es suficiente para tirar el juego?, ¿para abandonarlo por completo?, ¿para gritar a todo lo alto qué pasa con el control? Definitivamente no. El que persevera alcanza y aquí hay mucha belleza como para ignorarla.
Niveles con detalle y estilo
El pilar que sostiene al título es sin duda el apartado artístico; ya mencioné que desde los primeros momentos uno se da cuenta del llamativo aspecto visual. Pues en Max: The Curse of Brotherhood el asunto mejora y mejora cada vez más. Tendremos escenarios de desierto, bosque, cuevas, montañas, castillos, calabozos, volcanes, ruinas antiguas, pequeñas villas y un nivel donde lo único que veremos será a nuestro personaje en medio de la pantalla teñida de negro, donde brincar o caminar nos podrá llevar a la salida, a las garras de un monstruo o a las profundidades de un abismo.
La paleta de colores y construcción de niveles son muy variados, prácticamente no encontraremos una zona igual a otra y siempre hay elementos que nos ayudarán a distinguir cada lugar. Los efectos como los chorros de lava, o destellos de luz están bien logrados y las texturas tienen un buen trabajo en su mayoría. Pero sobre todo, es la suma de la diversión con el aspecto visual lo que te harán regresar varias a veces aunque el control por momentos te obligue a gritar de rabia.
Max: The Curse of Brotherhood, disponible para Xbox One, Xbox 360 y PC, es una aventura en la que si no mueres mucho te podría durar unas ocho horas, sin embargo su problema en el control y su precisión en momentos clave hará que necesites unos tres o cuatro días para terminarlo. Después de eso, puedes regresar para encontrar zonas secretas o disfrutar con los visuales. Lo recomiendo si lo que buscas es un juego de plataformas de buena calidad y bajo costo.