Ya anteriormente les había comentado sobre los videojuegos independientes, acerca de poco presupuesto y muchísima creatividad, por lo tanto esto último debe venir en dosis impresionantes cuando me decido por un título de este tipo. Ahora estoy ante Luftrausers, del estudio Vlambeer, el cual tiene la peculiaridad de ser ilustrado en tonos sepias y con gráficos cero impactantes. Nunca me ha encantado hacer spoilers de reseñas, pero ahora sí lo amerita: a pesar de lo que pudieran pensar por su simpleza visual, Luftrausers es divertidísimo.
Luftrausers
Para empezar con detalles técnicos ciertamente importantes, Luftrausers tiene un precio de 9.99 dólares en la PlayStation Store y 7.99 para clientes Plus. Pesa aproximadamente 55 MB y está disponible para PlayStation 3 y PS Vita con soporte cross-buy y cross-save. El juego también está disponible por medio de Steam para PC, Mac y Linux. Esta reseña está basada en la versión para la portátil de Sony, y sí, hay una pequeña diferencia de jugabilidad entre todas las plataformas, más no en el contenido.
Recapitulando: Luftrausers está hecho completamente en tonos sepias, dos dimensiones y ambientado en la Primera Guerra Mundial. Ah, y también pareciera que estamos en los 80 por los gráficos de 8 bits. Todo nos hace sentir que emulamos un juego de MS-DOS en nuestra PS Vita y, por lo curioso que soy, eso me convenció de adquirirlo, pues algo que visualmente no luzca tan atractivo debe de compensarnos de otra forma.
Simpleza sepia
Luftrausers no tiene una historia como tal, pero sí un objetivo: destruir toda la cantidad de lanchas, portaviones, buques, misiles, aviones y kamikazes enemigos posibles. La descripción del juego es “dogfight”, y claro que lo es, pues por más mordidas, tirones y jalones que propinemos, recibiremos por igual… o hasta más. Sí, mucho más.
Aquí el problema consiste en que nos asignan la simple misión de despegar y disparar, solos cual Rambo contra un ejército de miles. Una vez que nos separamos del portaviones estamos a expensas de nuestra pericia, pues de inmediato los enemigos aparecen sin descanso, a excepción que uno decida respirar un poco de aire fresco en lo más alto de los cielos, cuidando de no permanecer mucho tiempo en las nubes o nuestra vitalidad reducirá gradualmente.
Y sólo tienen que moverse y disparar, un shooter simple en su mínima expresión. No se preocupen por buscar vidas, corazones, recipientes con brebajes mágicos para salud o inyecciones de vida, pues la energía se recupera automáticamente cuando dejamos de usar el arma. ¿Cómo sabremos que ya estamos a punto de morir? Nuestro avión tiene un círculo color sepia oscuro que ocupa toda la pantalla, pero no nos damos cuenta de que está ahí hasta que empezamos a recibir daños, que es cuando reduce su tamaño hasta volverse imperceptible y costarnos la vida. Una vez que soltemos el botón de disparo, crecerá. Se sincroniza por igual con los efectos en la nave, que desprenderá humo al ser dañada.
Si hay algo certero que les puedo contar acerca de los enemigos es que son variados tanto en forma, modo de ataque y en lesiones a nuestra respetable persona. Como cualquier juego, siempre se empieza por los daños leves y no pasan muchos segundos cuando ya tenemos encima a toda la flota naval y algunas oleadas de misiles. Lo mejor de la batalla es sin duda que a cada uno le vale de sobremanera estrellarse con nosotros, aunque no todos son kamikazes, pero pareciera los pilotos hicieron un juramento muy inamovible para acabar con nosotros. Les garantizo que habrá choques contra nuestro avión tanto como contra ellos mismos, pero esto último depende enteramente de nuestra habilidad para surcar los cielos.
Sí, por supuesto que hay misiles con trayectorias definidas y fáciles de evitar, las balas de las lanchas también lo son e incluso los portaviones son predecibles, pero una vez que entramos en una estela de alguno de ellos hay dos opciones: dejar de disparar y confiar en nuestra sagacidad para volar, o de plano morir en el intento esperando que alguna escuela primaria lleve nuestro nombre en el futuro. Y es que no sólo son proyectiles, sino también los aviones persiguiéndonos y uno que otro “ace” con tamaño jumbo y más movilidad que un jet, igualmente difíciles de destruir.
En Luftrausers , todo lo que no sean balas (no misiles) de aviones y lanchas, se pueden destruir de dos maneras: con nuestra arma, la cual es única, o estrellándonos. La segunda no resulta en muerte forzosamente, a menos que nuestra salud esté muy baja. Pero si estamos enteros seguro saldremos vivos y no así el enemigo. Nomás no vayan a exagerar echando lámina a un buque, porque los resultados son más que obvios. En el juego contaremos con cuatro pantallas: la izquierda es la de estadísticas, en medio con el portaviones listo para que despeguemos y los objetivos actuales, la derecha con el hangar, y la superior que nos manda directo a los cielos. Pero aún hay más.
125 combinaciones para morir
Luftrausers se jacta de ofrecer ni más ni menos que 125 combinaciones para personalizar nuestro avión (jugar con todas les otorga un trofeo). No vienen por modelos, sino por modificaciones que un científico muy gracioso nos ofrece. Son tres las partes del aeroplano que se pueden cambiar: arma, fuselaje y cola. La primera tiene variantes interesantes, y empieza por la básica de un disparo que sí genera daño, pero obvio no el suficiente. Les recomiendo no usar nunca el láser, inútil láser. El segundo está relacionado con la protección de la nave, pero igualmente con su movilidad, es decir que si tenemos un avión más choncho y resistente, seremos muy lentos. Y la parte final comprende más que nada la habilidad para dar vueltas y también ser letal, ya que tenemos la posibilidad de disparar en automático por atrás.
Los objetivos de Luftrausers están relacionados directamente con las modificaciones. Antes de cada aventura nos muestran retos pequeños y relativamente sencillos que al cumplirlos nos pueden desbloquear partes para nuestra aeronave. Los niveles de piloto se logran solamente obteniendo puntos, los cuales se acumulan con las partidas, sean diez u ocho mil. Todo se va a nuestra cuenta personal para crecer como as del firmamento.
Y ya llegamos a la parte “interesantísima” de los controles. Solo ocupamos el joystick izquierdo para movernos y el botón X para disparar, el cual no requiere presionarlo constantemente, pues es automático. Aunque no olviden el asunto de la vitalidad. De regreso al joystick. Con este mismo avanzamos y giramos. Mientras tengamos éste señalando en alguna dirección el acelerador estará activado, de lo contrario sólo seguiremos en el mismo sentido dependiendo del impulso, pero que en algún momento se acaba. El giro no tiene un manejo preciso en la velocidad, sin embargo es controlable después de varias sesiones de entrenamiento. No es fácil de usar y podría tornarse un poco desesperante porque no siempre dispararemos en la dirección deseada, pero ese mismo odioso joystick hace de Luftrausers un juego divertidísimo.
Luftrausers también es música para nuestros oídos. Todos los efectos de sonido vienen con filtros ochenteros para no desentonar, y lo notarán más cuando exploten y mueran. Creo que hasta sentí de repente nostalgia por esos años en que cualquier conjunto de pixeles nos emocionaba. La música es repetitiva en la partida y no molesta durante el combate, pero cuenta con un detalle magistral: cuando hemos aguantado bastante tiempo (¿qué será? ¿Un minuto?), el tema suena más fuerte con una especie de fanfarria y melodía que por algún motivo extraño, nos alienta a continuar luchando.
Mi veredicto es sencillo: Luftrausers es buenísimo. Claro que conseguir puntos no siempre resulta tan fácil, pero por la rapidez de carga y simplicidad del juego siempre querremos regresar al cielo para derribar enemigos y mejorar nuestras estadísticas. Advertencia: moriremos decenas de veces, pues durar mucho tiempo en el aire es prácticamente imposible, pero nunca intolerable. Y les recomiendo que tengan paciencia para el joystick antes de rendirse y dejar de jugar. Luftrausers es una excelente opción como título independiente y casual, cada partida no les quita más de cinco minutos y seguro que por lo adictivo les robará mínimo una hora en cada sesión.