Daniel Radcliffe reinicia su carrera histriónica, se aleja del abrazo cobijado de Harry Potter y se aventura en una película de terror que desea dar una bocanada al gastado género. La Dama de Negro, dirigida por James Watkins, llega a las salas de México con una expectativa alta, tanto por el género, que es muy seguido en nuestro país, como por los seguidores y detractores del actor que desean verlo en nuevos papeles.
La Dama de Negro | Reseña
Las casas embrujadas con fantasmas habitando entre sus paredes siempre han encerrado ese halo de morbo y curiosidad. Por siglos han sido motivo de leyendas, mitos, cuentos, obras literarias y eventualmente dieron el brinco a los medios masivos de entretenimiento como la radio, la televisión y el cine de terror, en donde encontraron un fructífero espacio de expresión por medio de nuevas y más retorcidas historias. Para bien o para mal, las películas de este tipo (con casas embrujadas) han ido desapareciendo, dejando su espacio a otras formas de intentar aterrorizar a los espectadores.
La Dama de Negro rescata la temática de la casa embrujada y, de cierta manera, rescata a Daniel Radcliffe, quien tras terminar la saga de Harry Potter tiene por delante muchísimo más que demostrar como actor de cine de lo que él mismo cree. Ambos son los elementos de mayor interés para considerar ver este filme. Por un lado la tétrica historia de terror enterrada en una mansión abandonada, y por otra parte, ver a Radcliffe en un papel diferente al del cuadrado y poco exigente personaje del mago de J.K. Rowling.
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Contrario a otras películas de terror a últimas fechas, La Dama de Negro resalta por una fotografía impecable a prueba de espantos. Lo primero con lo que uno cae enamorado aquí es con la atención al detalle en exteriores e interiores. Juguetes viejos, vasijas, jarrones, muebles apolillados, cerámica con formas tétricas, velas, polvo, luces, sombras, todo luce (des)cuidado hasta el mínimo detalle, colocado y coordinado milimétricamente para crear una atmósfera casi malsana que inmediatamente eriza los sentidos. Lo notarás desde el primer minuto del filme: cada muñeco, cada taza y cada mueble parece observarlos a ti y al protagonista.
El pueblo con construcciones de piedra, lodo y madera, la estación de tren tan antigua como Inglaterra misma, el camino que se cubre con la marea y la increíble vista de la casona abandonada de Eel Marsh complementan la ambientación. Cada fotograma de La Dama de Negro presenta una extraña visión híbrida entre belleza, nostalgia y tensión que alimentan la sensación de suspenso tan necesaria en el cine de terror.
Esta tensión agrada. La Dama de Negro se aleja del sobreexplotado (y cansado) recurso de grabación tipo documental y nos trae algo más sofisticado, creando una atmósfera genuina de miedo a partir de todos los elementos visuales y sonoros que tenemos en pantalla, y no confiando en que el espectador se mentalice a que la película es de terror y por lo mismo en algún momento tiene que ponerse nervioso.
Su director, James Watkins, tampoco usó la clásica fórmula de que caigan todos como moscas, esperando a ver quién muere después… aunque la muerte es siempre un elemento presente en la película y pudiera decirse que el motor de la misma.
La Dama de Negro usa el inicio de siglo XX como base de operaciones y narra la historia de un joven llamado Arthur Kipps (Daniel Radcliffe) que se ve obligado a viajar a un pequeño poblado para supervisar el estado de una vieja casona. La dueña de la mansión acababa de fallecer y corresponde a Arthur ir y arreglar todo el papeleo y pendientes tanto de la casa como de su antigua dueña.
Tan sólo al llegar al pueblo nota la hostilidad de los lugareños, quienes prácticamente arreglan todo para que se vaya tal como vino. Evitan darle alojamiento en la posada, sacan sus maletas, los padres encierran a sus niños y evitan que cualquier infante del poblado tenga siquiera contacto visual con el visitante, pero Arthur se encierra en la vieja mansión para tratar de poner todo en orden.
Como es de esperarse, la casona no es un inmueble cualquiera, todo luce descuidado, abandonado y a punto de caerse a pedazos; por si fuerza poco nuestro protagonista pronto empezará a vivir una serie de acontecimientos extraños, desde el sonido de pasos, puertas y ventanas que se abren y cierran a placer, hasta la aparición de una fantasmagórica mujer que viste de negro.
Su visita a la casona del Eels Marsh parece también desatar una serie de infortunios en el lugar, pues los niños -aquellos que celosamente vigilaban en el pueblo- empiezan a morir unos tras otro y todo parece indicar que Arthur Kipps está en el centro de estos extraños sucesos. La llegada del joven al pueblo se conecta con la “visita” cada cierto tiempo de un fantasma, una mujer que ha perseguido los lugareños desde hace algunos años y que de alguna manera está relacionada con la muerte de los menores.
La trama puede parecer más o menos conocida, pero La Dama de Negro logra figurar entre las cintas de terror con oscuridad propia. A la atmósfera bien lograda de la película se suman actuaciones en tono con la misma, empezando obviamente por Daniel Radcliffe que, si bien no tiene un personaje muy difícil de interpretar, logra captar con naturalidad los distintos estados de ánimo y miedo que le exige la película.Arthur es una persona hasta cierto punto mentalmente inestable, con un pasado traumático tras la muerte de su esposa, a la cual seguido recuerda entre visiones y sueños, este trauma sólo alimentará los mismos miedos del protagonista al llegar a la casa abandonada. Radcliffe logra imprimir esa chispa necesaria para una película que busca generar miedo.
Ciaran Hinds complementa el balance necesario para La Dama de Negro con su interpretación de Sam Daily, uno de los hombres con dinero de la región y que termina siendo el único que recibe con buen ojo a Arthur. Sam está un poco alejado de la paranoia del pueblo y considera a todas esas historias puras supersticiones sin fundamentos y cuentos para atemorizar a la gente.
Hablando de temor, algo que me agradó sobremanera es que nunca pretenden retacar el filme de momentos abruptos y escenas de espanto; las secuencias donde te asustas llegan de forma natural y casi siempre de manera inesperada, logrando que brinques de tu asiento en varias ocasiones, pero que nunca sueltes la atención de trama para descubrir la relación entre las visiones de Arthur y las muertes de niños en el poblado.
Los efectos de sonido y especiales también cumplen con su papel. Todo aquí está orquestado para asustar y casi siempre lo logran, o al menos te imprimen cierto grado de tensión. La Dama de Negro no es una película que abuse de efectos visuales o siquiera que haya tenido un gran presupuesto, pero lo que presenta en pantalla lo presenta muy bien. La música es la clásica del género, puesta de acuerdo a la pauta que el mismo filme indica. No deslumbra, pero funciona muy bien. Desgraciadamente no todo funciona de la misma manera.
Bien se puede considerar que la primera hora de La Dama de Negro es digna de lo mejor del cine de terror en los últimos meses, pero la realidad es que cuando la trama tiene que alcanzar su clímax la película comienza a caerse a pedazos y la historia se vuelve insostenible. La narrativa se hunde dramáticamente en un bache de incredulidad y hasta inocencia sobre las decisiones que toman los protagonistas y te preguntarás “¿cómo es que echaron a perder todo en menos de 30 minutos?”. El final es totalmente anticlimático y el único punto que se le puede dar a favor es que es relativamente inesperado.
Otro punto en contra es que a pesar de la aceptable actuación de Radcliffe, no parece ser la mejor elección en el casting: luce demasiado joven para un hombre con problemas financieros, una esposa muerta y un hijo qué mantener. También, si leíste la novela en la que está basada (The Woman in Black, de Susan Hill) o la viste en teatro, notarás que la película es una adaptación muy libre de la misma, muchas partes de la historia cambian y se siente casi como una obra distinta. Esto no es necesariamente malo ya que La Dama de Negro nunca busca ser una adaptación fiel sino un buen exponente del cine de terror, y al menos durante dos terceras partes del filme lo logra con creces.
La Dama de Negro no alcanza la categoría de peliculón, pero cumple con la mayor premisa para la que este género existe: asustar a la audiencia. Si eres un fanático de los brincos de butaca y las películas de terror sobrenatural, no dudes en ir al cine, aunque la historia se cae estrepitosamente hacia el final sigue siendo una cinta muy entretenida que vale la pena ver a todo volumen y con las luces apagadas. Ñaca ñaca.
1 comentario
Acabo de verla este fin, si esta a gusto para ir a asustarte un rato pero el final esta chafisima