A estas horas muchos de ustedes ya tendrán en sus manos la flamante PlayStation 4. Otros se adelantaron una semana en la nueva generación y prefirieron la Xbox One. Sea cual sea la consola o marca de su preferencia, es de llamar la atención el cambio generacional en el que se da esta transición tecnológica.
No sólo es una nueva generación de consolas, sino también social, y en especial es la oportunidad para varios de los veteranos de los videojuegos de vivir este cambio de primera mano. La certidumbre económica y laboral aunado al creciente interés de las compañías en prestar atención al mercado latinoamericano se combinan como nunca antes había sucedido.
Cuando en 2005 arrancó la pasada generación, varios de nosotros -los de mayor edad- comenzábamos en gran medida a asentarnos en el mercado profesional, por lo que el adquirir una consola como la Xbox 360 o la PlayStation 3 se consideraba un verdadero y osado lujo más que un placer. A esto le tenemos que sumar que las campañas de lanzamiento en México eran bastante más discretas, por lo que en varias ciudades era hasta imposible encontrar uno de estos sistemas durante el primer o segundo día de su salida a la venta, no porque se agotaran, sino porque simplemente no llegaban a las tiendas.
Hoy las consolas de videojuegos no dejan de ser un lujo, pero al menos parece uno mucho más planeado. Mejores condiciones económicas personales, el ya no depender de lo que compren los padres o los tíos y hasta la cultura del ahorro nos permiten llevar a otro nivel nuestro pasatiempo favorito. Aquellos que comenzamos con Atari y Nintendo en los años 80 hoy gozamos quizá como nuca del lanzamiento de una plataforma de este tipo, tanto por los años que ya tenemos encima como por haber vivido toda esta evolución de manera gradual.
¿Quién se imaginaba en las épocas de 8 y 16 bits formándose a las primeras horas de la madrugada para adquirir una consola que ni siquiera tiene el logo Nintendo en ella? ¿Quién podía adelantar que de mil 700 pesos que llegaron a costar en promedio los primeros paquetes de SNES hace unas décadas ahora tendríamos que invertir casi cuatro veces ese dinero para estar al día? ¿Desde cuándo este gasto dejó de sentirse como algo culposo y pasó a ser algo gustoso?
Con la PlayStation 4 y la Xbox One en el mercado podemos constatar que el cambio generacional también viene en los usuarios. Las filas de media noche registraban jóvenes jugadores, adultos y, claro, también veteranos que fueron a adquirir su nuevo sistema de entretenimiento de la mano de sus hijos, en un pasatiempo que está rebasando las barreras de cualquier límite de edad y perfil social que se le quiera imponer.
Cámaras, mandos de movimiento, gráficas de alto calibre, controles renovados, streaming en línea, interacción con redes sociales y una amplia variedad de títulos -algunos de ellos hasta con ediciones especiales- vienen a redondear la experiencia. Es cierto, siempre existe la imponderable ironía: Antes teníamos mucho tiempo y pocos juegos, ahora tal vez hay muchos juegos y poco tiempo, pero ya sea en Xbox One o PlayStation 4, con la familia, la novia o incluso en solitario, hoy es un gran día para ser gamer.