Con una increíble recaudación cercana a los 93 millones de dólares durante su fin de semana de estreno, Hotel Transylvania se volvió un extraño fenómeno septembrino, mes donde históricamente los estrenos en cine no son tan taquilleros. La reinvención de un Drácula bonachón acompañado de un séquito de monstruos familiares llama poderosamente la atención a chicos y grandes.
Hotel Transylvania
Seguramente a la mayoría le suena el nombre de Genndy Tartakovsky, y si no lo ubican de nombre es un hecho que todos hemos disfrutado algunas de sus obras en Cartoon Network, para quienes creó célebres caricaturas como El Laboratio de Dexter y Samurai Jack. El director de series de animadas dio un inesperado brinco a Sony Pictures, estudio con el que recién estrenó su primera película de animación: Hotel Transylvania.
Pero si esperan ver mucho de Genndy Tartakovsky en Hotel Translyvania, quizá quedarás decepcionado, ya que el largometraje animado toma un rumbo distinto a sus anteriores trabajos. Comenzando por el diseño de personajes, la película se aleja de las figuras estéticamente agresivas y contornos remarcados, ofreciéndonos personajes y monstruos con diseños más conservadores. Los chistes, por su parte, no tienen que ver con el humor inteligente de las caricaturas de Tartakovsky, sino con bromas más comunes y simplonas, aunque generalmente igual de efectivas.
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La trama de Hotel Transylvania también es simple: El conde Drácula construyó hace muchos años un enorme castillo que sirve a manera de hotel de lujo para monstruos, quiénes encuentran paz y tranquilidad alejados de los “terribles humanos”. Drácula en específico tiene un odio especial contra ellos y dirige gran parte de sus esfuerzos en lograr que su hija Mavis vea lo malos que son los humanos y nunca abandone el castillo.
La situación se complica en el cumpleaños 118 de Mavis, cuando la joven cumple algo así como la mayoría de edad vampírica. Drácula prepara una gran celebración para festejar a su hija e invita a toda la flora y fauna de monstruos de cuentos y leyendas que se te puedan ocurrir: Frankenstein, la Momia, el Hombre Lobo, el Jorobado, el Hombre Invisible y un largo etcétera, pero entre los asistentes llega un colado, un viajero humano llamado Jonathan.
Drácula entonces tiene que evitar que sus invitados se den cuenta que hay un humano en el castillo, ya que la reputación de su hotel se iría por los suelos, pero también está el caso de Mavis, ya que no desea que socialice ni un poco con Jonathan para que no se caiga su teatro de los hombres malos y terribles, o peor aún, que se enamore.
Comedia animada
La simple historia de Hotel Transylvania está aderezada con muchas, quizá demasiadas bromas, algunas realmente te hacen reír, otras lucen demasiado tontas, pero en general la cinta está enfocada como una comedia infantil, y se nota hasta en la inclusión de las clásicas canciones para que los pequeñines se memoricen la letra y la canten el resto del año.
Otro detalle viene con la narrativa y el desarrollo del filme, pues pareciera que Hotel Transylvania hubiera sido creado como un capítulo de caricatura de 30 o 40 minutos, y para cubrir la rigurosa hora y media que duran este tipo de animaciones se enfocaron a meter demasiado relleno en escenas de humor algo largas. Un ejemplo claro es cuando Drácula quiere deshacerse de Jonathan: el conde desea sacar al humano de su propiedad a como dé lugar, y entre que lo saca, regresa, lo saca, platican, regresa accidentalmente, lo saca y vuelve a regresar, pasan varios minutos que pudieron quizá dedicarle a desarrollar la historia o planear chistes distintos.
En cuanto al apartado técnico, Hotel Transylvania se queda atrás de otras producciones animadas por computadoras que se han estrenado durante el año, como Valiente y La Era de Hielo 4, con diseños ambientaciones simples y cuadradas, aunque bien pudiera deberse al estilo más caricaturesco que Tartakovsky le quiso imprimir a la cinta. Lo que sí hay que reconocer, es que más allá del diseño de personajes, todos son monstruosamente divertidos. Curiosamente, el único personaje que siento que queda a deber es Drácula, ya que tiene estampado el clásico cliché del padre que quiere lo mejor para su hija.
Drácula
El típico padre que se preocupa por su hija y hace todo lo posible para mantenerla donde él cree que está segura. El anfitrión del hotel es generalmente bonachón y planea todo hasta el último detalle.
Mavis
A la tierna edad de 118 años Mavis se encuentra en esa curiosa etapa de la adolescencia donde uno quiero estirar las alas y volar -literalmente- para conocer el mundo.
Jonathan
Un viajero de esos que en el mundo de los humanos llaman “pata de perro”. Para pasar desapercibido en el hotel se hace pasar por un primo de la mano de Frankenstein.
Frankenstein
Como le tiene miedo a los aviones Frankenstein viaja por partes y es ensamblado una vez que llega a su destino. Este monstruo mandilón es un viejo amigo de Drácula.
Wayne
Más parece el lobo feroz que hombre lobo, y tras fallar en su intento de comerse a los tres cochinitos, Ricitos de Oro y Caperucita Roja, decidió sentar cabeza y formar su propia jauría.
Murray
Esta momia panzona es el clásico gordito chistoso del grupo. Si no está llenando de arena el hotel, seguramente está bromeando o siendo embromado por el hombre invisible.
Griffin
Reportes confiables señalan que debajo de su coraza de invisibilidad se encuentra un greñudo hombre de rizado cabello pelirrojo. Es él el objeto de bullying del resto.
Hotel de 3 y media estacas
En la cuestión de doblaje en español, Hotel Transylvania tiene altibajos. El estudio encargado de las voces (New Art Dub) abusa por momentos de mexicanismos, frases coloquiales y chistes locales, y varias bromas se diluyen por el mismo doblaje. La voz de Drácula tampoco me convenció del todo: aunque el tono de Germán Fabregat es el correcto, su “acento ruso” terminó cansándome. Fuera de Drácula, el elenco de voces fue certero en su trabajo, destacando la voz de Violeta Isfel como Mavis, Cristóbal Orellana como Jonathan, Eduardo Tejedo como el Hombre Lobo y Mauricio Castillo como Frankenstein.
Ahora, pese a que mi crítica hace lucir la cinta como apenas aceptable, tengo que reconocer que hay algo de magia encerrada en Hotel Transylvania. Quizá me recuerda a las películas que vi de pequeño, o pienso que me hubiera encantado verla cuando tenía ocho años. Es complicado para un adulto juzgar una comedia animada que está dedicada casi en su totalidad a los más, más pequeños, y es que, aunque sin carcajadas ni una historia convincente de por medio, no podía dejar de sonreir cada cinco minutos y los niños presentes me contagiaban la emoción con sus comentarios acerca de todos los monstruos.
En conclusión para la crítica, Genddy Tartakovsky presenta una película cuyo principal ingrediente es una alocada comedia en función de la plétora de criaturas que reúne. La historia es simple y con el clásico mensaje familiar, la animación no luce tan vanguardista ni atractiva, e incluso varias bromas se sienten rebuscadas, pero aún así pasé una buena tarde viendo esta película.
Hotel Transylvania está lejos de ser un producto perfecto, pero logra con creces su objetivo de hacerte reír y pasar agradablemente el rato. Si vas a ir con los hijos, nietos, sobrinos, vecinitos, hermanitos o la familia de la novia, esta sin duda es la mejor opción para el fin de semana en cines. Si vas sólo pero tienes ganas de una comedia disparatada sin mucho cerebro pero harto corazón, bueno, también es tu opción.