Alfonso Cuarón lo vuelve a hacer. El más “americanizado” de los cineastas mexicanos en Hollywood regresa con buenas críticas y una gran recepción hacia Gravedad, su nueva película de acción, suspenso y algo de ciencia ficción, ahora ambientada en el espacio, alejada de cualquier tradicionalismo o guiño nacional y salpicada de toda la maquinaria y efectos especiales que la meca del cine tiene a su disposición.
Gravedad
Si han visto algún adelanto de Gravedad sabrán que la trama es más bien simple y directa. Una misión especial encabezada por dos astronautas toma un súbito giro cuando una lluvia de restos de otros satélites golpea y destruye su estación, dejándolos totalmente a la deriva en el espacio, o como el mismo Cuarón lo dijera más acertadamente durante el Festival Internacional de Cine de Morelia 2013: “Se trata de unos güeyes flotando en el espacio”.
El público cinéfilo, acostumbrado a aventuras intergalácticas donde pareciera que sobrevive más población humana regada por el Universo que en la Tierra misma, encuentra de entrada en esta premisa una verdadera bocanada de aire fresco, pues el filme, sin dejar de ser una obra de ficción, toma los elementos más cercanos a una eventual realidad para montar un drama en el espacio con muy, muy pocos personajes, contadas líneas de diálogo y la repetitiva espesura negra del espacio
Cuarón, ávido de mostrar su historia y retratar el drama inmediatamente en el espectador, no se guarda nada para después, la acción y el suspenso arrancan con fuerza a unos minutos de haber iniciado el filme. La novata doctora Ryan Stone (Sandra Bullock) es despedida junto con la grúa tras el impacto de basura sobre el módulo espacial en el que trabajaba. Gracias al veterano astronauta Matt Kowalski (George Clooney), la doctora pudo ser rescatada, pero sólo es el comienzo de un viaje que parece imposible, pues su estación ha quedado destrozada y las oportunidades de “escapar” son casi nulas.
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El desarrollo de Gravedad, sorprendente en su generalidad, llega a ser irregular y soso en algunos puntos. El peso de las escasas oportunidades de sobrevivencia golpean con fuerza e impresionan al espectador la primera media hora, pero en varios (tal vez muchos) momentos se convierte en una especie de teledrama, donde sabes que todo lo que puede salir mal va a terminar peor, perdiéndose mucho del factor sorpresa, incluso hacia el final.
Aquí el mayor acierto es la forma de “contar el cuento”. Alfonso Cuarón recurre a un estilo narrativo que asemeja mucho al de un videojuego de acción, dejando de lado las subtramas y el desarrollo profundo de los protagonistas, y enfocándose casi de manera orgánica a la interacción entre los astronautas y la hostilidad del espacio. El único “pero” es que este ritmo no se mantiene al 100 por ciento, y al no ser un filme movido por la historia, termina habiendo algunos huecos que realmente te hacen bostezar ante la inmensidad de la nada.
Afortunadamente, estos espasmos en la trama son menores y Gravedad dura lo justo para no darle demasiada vueltas al asunto. Con hora y media de tensión al borde de la butaca, es la medida adecuada para no dejar nada sin decir y al mismo tiempo no rellenar la película de demasiados momentos secos.
Cabe resaltar el rol de Sandra Bullock, y como parece desenvolverse mejor en un género que casi no ha explorado. La actriz estadounidense realiza una actuación espectacular que combina ingenuidad, persistencia y suerte (de las dos, muy mala y muy buena), y que puede interpretarse incluso como un renacer, al igual que la doctora Stone cuando al borde de la desesperación asume una posición fetal dispuesta a dejarlo todo.
George Clooney también reaparece con una sólida caracterización, y aunque su rol es relativamente menor, su personaje está tan bien diseñado que uno desearía verlo más minutos. Matt Kowalski es una especie de Buzz Lightyear bonachón que inspira confianza a quienes lo rodean y parece estar preparado para cualquier curso de acción sin perder su estilo afable.
Técnicamente, de otro planeta
En el aspecto técnico, Gravedad es imponente. Aunque es cierto que los más fijados notarán un par de aspectos no “tan realistas” o incoherentes, la representación de la gravedad cero es un manjar para los ojos del espectador, algo que incluso el célebre astronauta Buzz Aldrin destacó al mencionar que el filme es visualmente “impresionante” y “te pone en perspectiva lo peligroso de este tipo de misiones”.
Más allá del efecto de nula gravedad, la construcción (y destrucción) de estructuras espaciales de todo tipo dan la idea de un entorno tan creíble, que por momentos cuesta trabajo creer que se trata sólo de efectos especiales. La fotografía, obra del también mexicano Emmanuel Lubezki, es el broche de oro para una presentación cuyos calificativos deben comenzar con soberbia.
Cuarón ha demostrado ser un cineasta selecto, visionario, y a pesar de no contar con el presupuesto de otros grandes largometrajes logra establecer un nuevo estándar y redirigir el rumbo de las producciones de este tipo.
Desgraciadamente, el 3D es casi imperceptible; salvo un par de escenas de lluvia de meteoritos que te hacen mover la cara, el efecto de profundidad está tan mal utilizado (o sutil, si lo quieren ver así) que puedes ver cuatro quintas partes del filme sin necesidad de las gafas. El sonido, con la respiración agitada y las voces apuradas de los astronautas, le termina dando un mayor efecto envolvente que el uso de los lentes, y esto es notorio prácticamente desde que comienza la función, ante una oscura pantalla y sólo la presencia auditiva de sonidos que parecen provenir de todas partes.
A pesar de algunos detalles, Gravedad se coloca como el mejor filme de Alfonso Cuarón; una película que combina de manera casi homogénea el drama de la soledad, el suspenso de la sobrevivencia en el espacio y la acción de los que enfrentan todo con tal de salir avantes, y aunque por momentos peca de ser una historia “demasiado gringa”, debido a su ritmo narrativo y una presentación técnica colosal es difícil no quedar maravillado. Un auténtico tanque de oxígeno para el desgastado cine de acción y suspenso en el espacio.