Casi como un capricho, los gamers nos hemos vuelto entes que consumimos franquicia tras franquicia mientras a la vez exigimos a los desarrolladores que se atrevan a experimentar, a innovar, a salirse del molde con conceptos que desafíen lo establecido. La respuesta de Ubisoft a esta petición entre una saga establecida y aire fresco puede ser Far Cry 3: Blood Dragon, una curiosa visión de los años 80 desde una perspectiva en primera persona.
Far Cry 3: Blood Dragon
Lo primero que hay que hacer notar es que Far Cry 3: Blood Dragon es una expansión de Far Cry 3, pero no necesitas el título original para poder jugar este shooter, ya sea en PlayStation 3, Xbox 360 o computadora. El modo de juego mantiene ciertas similitudes como el elemento de exploración y la caza, pero es en sí mismo un juego distinto.
La historia aquí nos lleva a una distópica realidad futurista, en un 2007 donde tomas el rol de un guerrero cibernético mejorado por las autoridades gubernamentales, con un sistema operativo basado en las experiencias de combate del mejor soldado que jamás haya existido; el mundo nos da una cacheta y la ironía es que este soldado ha vuelto en contra del gobierno y es tu deber rastrearlo hasta la isla ha conformado su ejército particular, usar sólo tus habilidades súper humanas para sobrevivir y explotar tus mejoras de billón de dólares para detener sus planes.
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Con sólo conocer la trama, ver el tráiler y checar el logo de Far Cry 3: Blood Dragon, uno se da inmediatamente cuenta del giro que la gente de Ubisoft colocó en este producto. La trama y narrativa están llenas de bromas rebuscadas, clichés y referencias a los 80 salpicadas con pequeños momentos de creatividad y algunos, sólo algunos, buenos chistes.
En teoría, todo esto lo planearon los escritores para darle un giro de comedia al videojuego y que el usuario no se tome tan en serio el hecho de que los monstruos emblemáticos son “dragones de sangre” y mal humor que lanzan láseres mientras la pantalla se infesta de enemigos cibernéticos; pero el abuso del chiste se llevó a tal grado que dejó de ser divertido.
En cuanto al gameplay, Farcry 3: Blood Dragon es un FPS con elementos de mundo abierto en una locación exótica, todo muy característico en la serie. Además de tu misión central de derrocar al tirano cíborg, cuentas con misiones secundarias que van desde rastrear ciertos animales -donde la ubicación dificultará la caza y debes usar un arma específica, como matar tiburones láser con explosivos-, hasta capturar las bases enemigas.
A diferencia de Far Cry 3 donde recapturar estos enclaves era lo más divertido, aquí faltan ciertas habilidades que hacían entretenido infiltrarte sigilosamente, planear la mejor ruta de ataque o ser lo suficientemente rápido para evitar que te detecten; en Farcry 3: Blood Dragon puedes básicamente entrar “a la Rambo” o escabullirte para desactivar la alarma y dejar que un blood dragon haga el trabajo pesado.
La principal diferencia de este spin-off es que está mucho más focalizado como una experiencia de acción que como un enorme mundo para recorrer: los combates frontales son más recurrentes y la variedad y el tipo de armas te invitan a usarlas lo más posible, en lugar de escatimar y esperar la mejor la oportunidad para hacer uso de un arsenal más metódico.
En Farcry 3: Blood Dragon sigues teniendo la capacidad de desbloquear mejoras para tus armas al cumplir algunas de las misiones secundarias que incluyen matar un animal específico, pero este aspecto se vuelve bastante cansado y repetitvo, no sólo por la cuestión de hacerlo hasta el cansancio, sino por lo tedioso que suele ser apuntar y disparar a algunas escurridizas bestias.
La narrativa y el esquema de misiones puede parecer divertido en papel, aunque durante mi sesión de juego, después de terminar una misión, un peculiar diálogo se dio entre mi personaje y la narradora de Farcry 3: Blood Dragon, en lo que podría ser mejor descrito como “romper la cuarta pared”; pero tuve la idea de ir a explorar el mundo abierto y retomar una de las bases enemigas donde me encontré con un grupo de dragones que me convirtió en la cena; al volver al mapa, el mismo diálogo ocurrió sólo para probar un punto: cada vez que reiniciaba te recitaban la misma línea, como un comediante que solo tiene un buen chiste.
Otro aspecto que me sacó de la experiencia es que Farcry 3: Blood parece un video de Daft Punk (que aparte son de los 90): los colores neón, las luces fosforescentes y el cielo rojo a menudo eran molestos de ver, aunque también es de remarcar que la presentación del juego destaca inmediatamente de cualquier otra cosa que hayas jugado, con momentos que no arruinaré adelantando, pero donde la acción se complementa perfectamente con la música y el estilo visual.
Para narrar el argumento y destacar los sucesos importantes, se hace uso de cuidadas escenas cinemáticas diseñadas como si se tratara de un título de 8 o 16 bits, algo que puede agradar a muchos retro jugadores, pero que en lo personal siento que faltó mayor visión y estas secuencias bien pudieron hacerse jugables o al menos no cortar la acción en pantalla.
A pesar de varios puntos memorables, no puedo evitar sentirme decepcionado de Farcry 3: Blood Dragon, incluso al terminarlo me quedé con una sensación de vacío, ya que la gran batalla final que llevas esperando desde que presionaste Start no existe y es reemplazada por una secuencia cursi y predecible. A pesar de ello, quienes busquen acción más ochentera y menos sigilo en un ambiente Far Cry, quizá encuentren este título interesante.
* Farcry 3: Blood Dragon fue reseñado con un código de prelanzamiento para Xbox 360 provisto por Ubisoft.