Elefante Blanco transporta al espectador a la “Ciudad Oculta”, la Villa Lugano, donde más de 30 mil almas luchan por sobrevivir y tener un mejor futuro para sus hijos. La cinta compitió dentro del Festival de Cannes 2012 para la categoría Una Cierta Mirada donde su director, Pablo Trapero recibió críticas encontradas sobre su trabajo. Actualmente puedes conseguirla en tiendas especializadas.
Elefante Blanco
Cuando alguno de los súbditos caía de su gracia, los antiguos reyes de Tailandia tenían la extraña costumbre de regalarle un elefante blanco, un animal sagrado en la región. Como era de esperarse, la manutención del albino animal terminaba mermando la salud económica de su dueño, pues era un obsequio altamente costoso e inútil.
Costoso e inútil como un antiguo hospital en obra negra en la Villa 31. Costoso e inútil como los esfuerzos de un grupo de activistas, encabezados por dos sacerdotes y una trabajadora social, que buscan que los más de 30 mil habitantes de la marginada villa tengan una oportunidad de mejorar sus vidas.
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Elefante Blanco es la más reciente película del reconocido cineasta argentino Pablo Trapero, un thriller dramático construido con su muy particular sello. Para quienes no conocen al director sudamericano, basta decir que sus filmes se construyen de pequeños fragmentos que parecen no aportar nada relevante al drama, y su narrativa siempre asemeja una pronunciada montaña rusa, con subidas y bajadas de ritmo que suelen pender de un hilo la atención del público pero, que justifican el recorrido al final del largometraje.
Más allá del ritmo a veces semilento y a veces acelerado de esta cinta presentada en el marco del X Festival Internacional de Cine de Morelia, Trapero sorprende al espectador con un reflejo social infame de nuestra sociedad. La agresiva marginación, el narcomenudeo, las balaceras a la luz pública, las luchas sociales sin aparente sentido y la opresión son la realidad no sólo de la Villa 31, sino de México, y son retratadas vívidamente en Elefante Blanco.
El padre Julián (interpretado magistralmente por Ricardo Darín) es el cura de la parroquia local, un hombre obstinado no sólo en mejorar las condiciones de vida de los villeros, sino en reconstruir el tejido social desgarrado principalmente por la pobreza, las drogas y la guerra entre dos bandas de narcotraficantes menores. Julián rescata/invita al padre Nicolás (encarnado por el actor belga Jérémie Renier), un sacerdote que acaba de vivir una terrible persecución en el Amazonas, por lo que su forma de actuar parece menos calculada y más visceral, interponiéndose -de manera literal- en la línea de fuego.
La historia se completa con Luciana (Martina Gusman), una trabajadora social que llegó con la idea de transformar el gigantesco y abandonado hospital en una zona habitacional para los colonos. El gobierno pone el dinero para sostener la obra, los vecinos aportan la mano de obra y la Iglesia sirve de intermediara entre ambas partes.
Pablo Trapero utiliza el suspenso como un arma punzocortante en Elefante Blanco y los enredos propios del thriller dan lugar a una profunda crítica social sobre la corrupción a distintos niveles, desde el gobierno hasta las altas jerarquías eclesiásticas. Pronto, protagonistas y vecinos de la apodada “Ciudad Oculta” comienzan a ver que sus esfuerzos resultan, como adelanté, más costosos que útiles y por momentos pareciera que la ley de la selva no es una consecuencia, sino una salida auténtica de sus problemas.
Más allá del atinado contexto, Elefante Blanco también tiene a su favor un cuidado reparto y actuaciones inspiradoras, incluyendo las de los miles de extras que le dan vida a la Villa 31, así como una impresionante fotografía que recuerda a la emotiva cintra brasileña Ciudad de Dios (Fernando Meirelles y Kátia Lund, 2002).
Desgraciadamente y a pesar de una conclusión estrepitosa y agradablemente sorpresiva, por momentos Elefante Blanco se siente como un filme falto de la fuerza necesaria para arrastrar la historia en su totalidad, teniendo su principal atractivo en ser un cruel espejo villero de la realidad mexicana. ¿Recomendable? Seguro, pero con sus bemoles.