Diablo es para mí como una pizza recién hecha: el queso derretido, pepperoni en cantidades generosas, un poco de cátsup, Salsa Tabasco y acompañada de una Coca-Cola helada: es imposible decirle que no. Diablo me gusta e cualquier presentación, desde el primero para una PC súper obsoleta -una 386- hasta los más recientes. Y tratándose de la versión para PlayStation 4 y Xbox One, era obvio que haría la reseña. Diablo III: Ultimate Evil Edition, que consta del juego original, más la expansión Reaper of Souls, la cual salió apenas este año y también tenemos su revisión.
Diablo III: Ultimate Evil Edition
Diablo III relata la historia de cómo el mismísimo Diablo, ayudado de algunos de sus hermanos, buscará eliminar a la humanidad retando a Imperius en los Altos Cielos, e intentará ganar el eterno conflicto entre el bien y el mal. Nosotros, como Nephalem y ayudados por Caín, deberemos cumplir la profecía que habla acerca del Ángel Caído y cómo su llegada a Santuario hará que venzamos a Diablo.
En Diablo III: Ultimate Evil Edition contamos con un guerrero más a comparación de los cinco ya disponibles en la versión original. Hablamos del Cazador de Demonios, Monje, Santero, Bárbaro, Arcano y el nuevo es el Cruzado. Este último se lanzó cuando se puso a la venta la expansión Reaper of Souls. Ésta es una edición que conmemora la salida de este juego en las consolas de nueva generación, pues el original ya estaba disponible para Xbox 360 y PlayStation 3, aunque también salió para estas plataformas. El propósito de la reseña no es platicar lo que ya todo mundo sabe acerca del juego, sino marcar los puntos finos y detalles tanto buenos como malos, de esta versión, la completa con verdura y salsa.
De la PC a las consolas
El salto de una PC -o Mac en mi caso- hacia consolas no es ni cercano a lo esperado (para bien), quizá creíamos que veríamos un puntero en pantalla e infinidad de trucos raros para sacar los poderes, pues en comparación aquí no tenemos un teclado con decenas de “botones”. Afortunadamente Blizzard ideó un sistema de poderes y runas muy amigable, fácil de entender y afortunadamente cuenta con una gran interfaz.
En Diablo III: Ultimate Evil Edition necesitaremos ir avanzando en nivel del personaje para desbloquear los diferentes botones del control, a los cuales se les podrá asignar un poder. En el menú veremos una rueda con todas las asignaciones y en la parte derecha de la pantalla las runas disponibles y activadas para cada acción. Es prácticamente imposible no entenderle, más bien lo complicado reside en decidir las runas, ya que hay unas muy útiles, sin faltar las de relleno tipo “al activar esta runa automáticamente se le quitan las orillas a los sándwiches” o así.
Señalar a nuestro oponente ahora es más fácil, pero más fácil es olvidar el mouse ya que el joystick izquierdo nos sirve para movernos y a la vez indicar la dirección de nuestro ataque. Estos se lanzarán al villano más cercano hacia donde señalemos, evitando el desgaste de apuntar con una precisión quirúrgica. En primera instancia puede resultar un poco confuso eso de repartir trancazos y movernos con una misma palanca, pero a los diez minutos ya parecerá “Carnicería Don Diablo”. El otro joystick es muy servicial en momentos de penurias, con él daremos maromas para escapar de los acechadores. Gran maniobra de escapismo.
Luego tenemos el asunto de recoger armas, dinero, pociones, gemas y hasta la ropa sucia. El ajuste en Diablo III: Ultimate Evil Edition también es interesante, pues con un botón estaremos agarrando cuantos tesoros suelten los demonios, todo se irá directo a nuestro inventario y nos equiparemos automáticamente con aquellas piezas superiores a las que ya estén activas. Leyeron bien, no habrá necesidad de andar entrando al menú y comparar a ver cuál es mejor.
Claro que podemos seguir entrando y arroparnos a nuestro gusto, pues no siempre querremos un arma con mejor golpe nada más, y para esto hay unos indicadores con flechas hacia arriba (verdes) y hacia abajo (rojas), comparando su efectividad. En mi opinión es una chulada esto del auto equipamiento para fines prácticos, aunque ya cuando sea algo muy específico sí será necesario darse un chapuzón en el inventario.
Un detalle pequeñito pero muy valioso para Diablo III: Ultimate Evil Edition, fue haber agregado una leyenda con la información más importante de los objetos que recolectamos, así podemos darnos una idea de si ayudaría o no, igualmente con las flechas direccionales y de colores, previamente descritas para ustedes queridos lectores.
Menús y cooperativo de sillón
En un principio el menú de pausa podría parecer confuso. Es totalmente diferente a lo visto en la versión para PC, sin embargo es cuestión de ubicarse con los gatillos del control y lo demás será cuesta abajo. Afortunadamente ya no existe la cuadrícula para acomodar los objetos de acuerdo a su tamaño, ahora son largas columnas de puertos, una para cada uso: hombreras, petos, cascos, guantes, antrebrazos, pantalones, arma derecha, izquierda y así nos vamos. Es decir, ya son muchísimos los ítems que podremos guardar. Las demás pestañas muestran el acto en el que nos encontramos, nuestro bando, los poderes y sus respectivas runas -ya les había explicado cómo- y los documentos encontrados en nuestro camino. Me atrevería a decir que el menú es mucho mejor al de la computadora, perdónenme pero así es.
Ok, sigue el aspecto que en mi opinión paga un tercio del precio de Diablo III: Ultimate Evil Edition: el multijugador cooperativo local. Es bien fácil, nomás conectamos el otro control, lo encendemos y listo. No vayan a aplicar la de un servidor con mi primo, pues no pudimos jugar durante unos minutos sin darnos cuenta que su control estaba apagado. Error de novatos yo creo.
Una de las estrellas ganadas con este modo es la de desbloquear los escenarios, abriendo la posibilidad de jugar más adelante en solitario con ese mismo avance. Pero la pregunta es: ¿por qué es tan bueno el cooperativo local? Empezando por las barras de vitalidad ni tan grandes, ni tan chicas, del tamaño idóneo para no perderlas de vista ni estorbar al cuate de al lado. El avance del nivel en cada personaje es individual de los demás -hasta cuatro compinches a la vez-, por lo que es responsabilidad de cada uno crecer de acuerdo a nuestro nivel de psicópata.
No he terminado con el cooperativo, muchachos. A la hora de recoger objetos, sólo podremos agarrar los compatibles con nuestra clase, aquellos diseñados para un tipo específico no estarán disponibles y los tomará el personaje habilitado para usarlo. Como recordarán -y si no pues le recuerdo- que Diablo III desde su versión original, no avienta artículos imposibles de usar para uno, cumpliéndose de igual manera aquí.
Un ejemplo sería al jugar un Cazador de Demonios junto con un Monje, nunca saldrá un casco para Bárbaro o Arcano. Respecto a los dineros -eso que mueve al mundo-, no se reparte ni comparte, nomás le toca lo mismo a cada uno, o sea si un monstruo infernal suelta mil oros, será mil oros para ustedes, mil oros para su amigo. Y si tienen otro amigo por ahí jugando, mil oros también para él. En resumen, mil oros para cada uno. Mil y ya.
Está de sobra decir la facilidad con la que uno avanza en modo cooperativo debido a que es la misma cantidad de malhechores contra más héroes, sin embargo el meollo está en la distribución de sus ataques, y se dividen para digamos equilibrar la dificultad, pero nada del otro mundo. Una de las virtudes consiste en que el avance de nivel por personaje se guarda y con él se puede continuar la historia tan lejos como se halla desbloqueado, por lo que si uno juega esporádicamente con un amigo, él siempre podrá regresar a ayudarnos sin importar en dónde andemos repartiendo hechizos y cachetadas. Además también de contar con la compatibilidad del usuario de PlayStation o Xbox por personaje, por aquello de los trofeos/logros.
El cooperativo local no paga el precio por las funciones o ventajas, sino por la diversión. Por supuesto ya había jugado en línea con la Mac y me había entretenido por el hecho de avanzar con más facilidad, ver los poderes de los demás y aprender de otras tácticas, pero aceptémoslo: no hay nada como jugar con un amigo o familiar en el mismo cuarto. Junto con mi sobrino jugamos el primer acto, pero la experiencia de mejorar cada personaje, pelear en equipo, reírnos de las cosas malas y sorprendernos de las buenas, hacen una experiencia increíble, sobre todo hablando de que Diablo es mi saga favorita y pude compartirla con mi sobrino a quien le llevo diez años de diferencia. Moraleja: Diablo III: Ultimate Evil Edition es mucho mejor acompañado.
¿Detalles importantes? El Místico -no el luchador-, un artesano capaz de mejorar nuestras características así como “tunearnos” la armadura, ya saben algo así como ponerle luces y pintarnos unas llamas para vernos muy rudos. Incrementar el nivel tope a 70 en vez de 60 como antes estaba, con la posibilidad de desbloquear otra ranura para una habilidad extra.
Por si tenían la duda, efectivamente los gráficos mejoran y considerablemente, haciendo comparación con una PC se gana desde el momento en que las texturas y sombras pueden ser en su más alta calidad -si es que los ajustes no eran los más altos- y viendo la versión original para generación pasada de consolas, el flujo en los movimientos así como la nitidez en el agua, partículas, fuego y luces, se ven mucho mejor, pero mucho. Las versiones de PlayStation 3 y Xbox 360 lucen bien a secas.
Heroico veredicto
Si me preguntan así de cuates “¿Lo recomiendas?” es muy obvio que casi los obligaré a ir a comprarlo por ser fanboy de Diablo. Pero haciendo de lado ese hecho, puedo asegurar que por el agregado de Reaper of Souls, el modo aventura, la nueva clase de héroe, los menús y controles simplificados y la capacidad de jugar en modo cooperativo son suficientes para decir que de todas las versiones existentes del juego, Diablo III: Ultimate Evil Edition es la mejor de todas.