Mi paciencia a veces es corta, más bien siempre. Jugar por turnos me impacienta pues creo que decido mejor bajo presión o necesito echar a andar mis reflejos para defenderme y atacar. Darle una oportunidad a Demon Gaze fue difícil, ya que los juegos japoneses, y aparte de combate por turnos, no son algo que me haga saltar de la alegría. Pero hay que probar todo en esta industria. Y lo hice con mucho gusto. De verdad que sí. ¿Y con qué acabé? Leamos pues.
Demon Gaze
Demon Gaze es un RPG y dungeon crawler de NIS America y Kadokawa Games, exclusivo para la portátil PS Vita y con grandes influencias retro. Esa es la descripción técnica, pero la verdad es que tiene matices de todo tipo y no puedo mentir, no todos son buenos, aunque por momentos tiene sus picos -no tan altos- que pueden empezar a convencernos de seguir.
Somos Oz, un tipo que tiene el extraño poder de atrapar demonios una vez que los vence en batalla. De acuerdo a la cronología de la historia de Demon Gaze, estaremos miles de años después de Students of the Round, su predecesor y un juego poco conocido. Después de despertar en una prisión y escapar de ella podremos escoger a dos acompañantes, que nos servirán a la hora de los pleitos.
Aquí viene una de las partes más bonitas: escoger de entre cinco razas y siete clases, con 45 posibilidades de su imagen física. Si no han entendido por qué es bonita, pues porque las ilustraciones para ambos géneros son muy buenas. En mi caso, y por ser hombre, pasé un buen rato admirando los rimbombantes vestuarios que cubrían lo que tenían que cubrir para no hacer el juego soft-porn -o algo así-. Las damas cuentan con escotes que llegan al ombligo, ropa interior provocativa y armas verdaderamente letales, que van desde arco y flechas, espadas, cetro, martillos, mazos, etc. Sucede lo mismo para los personajes masculinos, pero no puse mucha atención en ellos.
Hotel de la Princesa Dragón
Una vez que tenemos a nuestros acompañantes, estarán en un nivel considerable para empezar a pelear, sin embargo en ese momento distamos mucho de siquiera ver la luz del día. Parte no tan bonita del juego, pues estaremos platicando más de lo que dura cualquier pelea, y eso que pueden llegar a ser largas.
Desde que nos hospedamos en el Dragon Princess Inn, una avalancha de diálogos interminables se aproxima. Y eso es en todo momento, no sólo al principio, pues no pierden oportunidad para decirte lo bueno que eres, coquetear, dar indicaciones, una que otra instrucción y cobrar. Sí muchachos, ¿pensaron que iban a estar en el hostal de a gratis? Ni de chiste. Tienen que pagar una cuota diaria -aunque no sepamos cuándo es de día y cuándo de noche- por tener un cuarto donde dormir, quue más bien sirve para regenerar nuestra salud.
En la posada también podremos interactuar con varios personajes que tienen diferentes ocupaciones, como el que vende armas y al mismo tiempo se la pasa peleando con el que merca objetos y pociones. Igualmente podremos comprar muebles para nuestro cuarto, platicar con la encargada del aseo -ojalá yo tuviera una así-, que más bien flirtea todo el tiempo, ir al bar y charlar con el tipo loco que nos encontramos en la cárcel, etc. Vaya, es una base de operaciones desde saldremos a conquistar el mundo, con un mapa donde hay seis zonas que se irán desbloqueando conforme completemos las misiones que se nos encargan.
¡Dame tu fuerza, Pikachu!
En cada zona fuera de nuestra guarida hay monstruos para vencer, muchos de ellos, y no sabemos en qué ubicación exactamente, aunque de repente hay indicadores cuando el monstruo en cuestión es algo difícil. No confundamos a estos con los demonios, eso es tema aparte. Los demonios son seres que encontraremos a lo largo Demon Gaze y que al derrotarlos, gracias a nuestro poder, los haremos nuestros aliados para usarlos posteriormente en las peleas, pero siempre teniendo cuidado de que no se alebreste y se ponga a darnos a nosotros las tundas que deben ser para el enemigo. Supuestamente lo que hacemos es “sellar” al demonio, como si lo metiéramos en una caja que al abrirla, lo deja salir y pelear a nuestro lado. Pero estando mucho tiempo afuera puede entrar en estado de “rampage” o “alboroto” -suena mejor en inglés- y ahí es cuando le vale y los trancazos son a diestra y siniestra.
Cuando encontremos alguna criatura rara, de inmediato se pondrá en estado de pelea y el HUD se activará para decidir qué movimiento sigue y contra quién. Recuerden que es combate por turnos y entre las opciones están atacar, defender, usar objeto, usar a los demonios y correr. La última es para huir cuando de plano ya no vemos lo duro sino lo tupido, pero no funciona siempre, así que no esperen poder escapar nomás por obra del espíritu santo, se requiere más que eso. O que la suerte esté de su lado. Como es por turnos, en cada uno podremos también recibir daño y será imposible hacer algo en ese momento, sino hasta el movimiento siguiente.
Toda vez que terminemos una pelea -aburridas la mayoría de veces-, nos darán nuestro nuevo puntaje con el fin de avanzar en niveles y así obtener puntos de mejora en fuerza, ataque, protección, no así en minimizar la ropa de nuestras acompañantes. Esto igualmente afecta las armas que podemos comprar y usar, así como los monstruos que nos vamos a enfrentar, pues cada vez son más y más fuertes. Incluso en ocasiones me topé con unos tipos “jefes” que no morían por más que gritara “dame tu fuerza, Pegaso”. Ni así.
Sé que a veces se tiene que ser precavido y en vez de atacar, defender. También entiendo que la parte estratégica juega un papel importante. Comprendí la importancia de la magia y de los demonios que usemos para ayudarnos, sin embargo llega un momento en Demon Gaze en que las riñas se convierten en presionar constantemente X. Como si fuera pistola, apretaremos esperando que pase rápidamente el pleito y únicamente saber si morimos o avanzamos en el nivel. A veces nada más para recolectar objetos, venderlos y comprar otros. Esta parte es la que me decepcionó más: no maté a monstruos por gusto o emoción, lo hice porque sólo así subes de nivel. Más que un reto, era una obligación que no inyectaba adrenalina.
También podemos invocar monstruos, lo cual se hace al encontrar por la ciudad un ícono con forma de estadio o arena en el cual colocaremos hasta tres gemas que recolectemos por ahí. Así llamaremos a criaturas del nivel acorde a la cantidad de piedras que pongamos para pelear contra ellas del mismo modo por turnos, sólo que con bonificaciones mejores. No por ser muy experimentados podremos usar el portal cuantas veces queramos, pues tiene un tiempo de “descanso” en el cual permanecerá cerrado por más que soplen y soplen.
Y bueno, sigue así por horas en Demon Gaze, caminando, encontrando demonios, peleando con ellos, a veces perdiendo y a veces ganando. Y regresando continuamente al hotel. Cuando sólo uno de los miembros del grupo muere podremos ir a un calabozo dentro de la posada, donde una dama nos revivirá por una cierta cantidad de dinero. Pero si todos mueren se acabó y empezaremos desde el último punto guardado.
Los fierros demoniacos
A veces un juego se podría salvar por sus gráficos o dirección de arte, por su música, por su jugabilidad o hasta por el diseño de nivel. Por el bien de ustedes y su cartera, analizaré cada punto, ustedes tienen siempre la última palabra y les toca decidir.
Hay tres tipos de vista en todo Demon Gaze, cada una corresponde a una acción en particular. Mientras llevamos a cabo los incontables y cansados diálogos con los huéspedes del hotel estaremos viendo sus dibujos con pocos cambios en sus gestos y poses, y aquí es donde se ven relativamente buenos gráficos, ilustraciones japonesas comunes: bidimensionales y muy garigoleadas. Otra vista es cuando estemos peleando, igualmente viendo de frente a los rivales, quienes solo tendrán una expresión -de batalla-, estáticos y escasamente animados. Los “efectos especiales” no tienen nada de efecto ni de especial, pues son también dibujitos tiesos.
Y hay una tercera vista, la peorcita de todas. La que termina por hacer malo a Demon Gaze. Ésta se muestra cuando estamos en las ciudades donde tendremos que ir a despachar a los demonios, y debido a que todos los mapas son cuadriculados y carecen de curvas o accidentes naturales, entonces la exploración se hace cansada ayudada de los controles, que además son malos en estas instancias. El giro, avance y retroceso se hace con el joystick izquierdo, haciendo un poco confusa la acción de moverse. Al ser cuadriculado, los pasos se limitan a cada cuadro, es decir, no tenemos una libertad para andar a nuestras anchas, como en los juegos de calabozos más viejitos, como si no hubieran aprendido que eso era aburrido antes y sigue siendo aburrido ahora.
La música. Un punto que debemos tratar por su constante aparición en el juego, de principio a fin, sin detenerse y con un patrón cansado. Empieza muy alegre, muy bonita y tierna, pero continua así sin dar otro matiz. Cambian las melodías en los combates, en el hotel, al hablar con ciertos personajes y en la ciudad, pero el corte es el mismo exactamente y llega un momento en que uno prefiere quitar la música o quitarse los audífonos también. O apagar el juego. Desinstalarlo de mi PS Vita. Huir.
Quiero ser claro respecto al estilo de Demon Gaze. Los menús de inicio, los gráficos en el modo charla -si se le puede llamar así-, en las ciudades y los menús de configuración, carecen de relación artística. Parecen que cambiáramos de juego entre pantallas y eso no me agradó nada. A veces ocho bits, otras hermosos dibujos, a veces toneladas de texto sin dibujitos.
No encontré en Demon Gaze un solo elemento que pudiera entretenerme durante más que algunos minutos, ni los sexys diseños. El precio del juego es de 39.99 dólares en la tienda digital de PlayStation y no vale la pena el gasto. No puedo recomendarlo para quien inicie en RPG japoneses o exploradores de calabozos, y para los veteranos del género dudo mucho que una pobre dinámica de juego sea algo que los motive a pagar tal cantidad.