Dicen que la primera vez jamás se olvida, y al menos en lo que concierne a la franquicia BioShock así fue. Auellos primeros minutos del título original fueron prácticamente un parteaguas: me quedé estático unos momentos después de la cinemática inicial, ya que nunca había visto un juego en el cual la transición entre video y gameplay fuera tan orgánica, tan perfecta, tan imperceptible.
BioShock Infinite
BioShock Infinite, la más reciente obra de Ken Levine, vuelve a sorprendernos, no solamente con sus gráficas o transiciones, sino en un renglón en el que la saga ha madurado notablemente con el paso del tiempo: la historia. Y es que estamos frente a uno de los videojuegos que mejor ha mejor ha sabido una manejar una narrativa intrigante.
Para esta entrega dejamos las sumergidas locaciones de las dos primeros episodios para vaiajar a una nueva e inverosímil ciudad, Columbia, el paraíso en los cielos. Nuevos enemigos, una trama cautivadora, mecánicas de combate renovadas y la promesa de uno de los mejores juegos de la actualidad esperan a aquellos que decidan tomar el control.
El falso pastor
En BioShock Infinite tomamos el control de Booker DeWitt, un detective con una deuda imposible de saldar y un pasado que lo atormenta. Será con él con quien nos adentraremos en la nueva metrópoli caótica para explorar cada rincón, conocer una creciente lucha social y aprender los usos y costumbres de la vida en las nubes.
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Aunque caótica no es lo único, increíble parece una palabra más adecuada para describir la impresión que causa la ciudad flotante de Columbia la primera vez que la vemos en la pantalla; pero la sorpresa no se queda ahí, al dar nuestros primeros pasos por el lugar encontraremos que parece tener vida propia y respirar, con individuos que nos sorprenden por sus actitudes y el retrato de una sociedad que a mucho asemeja a la estadounidense de finales del siglo XIX.
Inmediatamente nos encontraremos caminando por las calles de una utopía esclavista llena de personajes pintorescos viviendo sus vidas tranquilamente, aunque al mismo tiempo tendremos tiempo suficiente para ver lo que sucede del otro lado de la moneda: mientras los esclavistas se divierten en sus fiestas, los esclavos no cuentan ni con un baño decente.
No pasará mucho tiempo para que entiendas las reglas de este mundo, pero entender cómo funciona sólo hará que nos preguntemos qué lo hace funcionar, y es finalmente esta incertidumbre lo que nos impulsa a seguir en BioShock Infinite, nuestro deseo de entender lo que no podemos.
Booker DeWitt inicia su aventura buscando a Elizabeth, una enigmática joven que ha sido aislada del resto de Columbia por motivos desconocidos para nuestro héroe y que al mismo tiempo parecen importarle poco; al encontrarla ella se unirá a nosotros y se convertirá en el mayor misterio de la ciudad flotante, pero también el punto de interés de diversos grupos, pues resulta que la chica tiene el poder suficiente para definir el balance de una lucha social, dependiendo del lado con que se alié o que la tenga en su poder.
Conocer el pasado de Elizabeth y las motivaciones de cada bando se vuelven otro ingrediente para mantenernos pegados al control. A cada paso que demos nos encontraremos con más dudas, en una narrativa inteligente que muchas veces nos anticipa que una gran revelación se viene pronto, pero al mismo tiempo no nos da oportunidad de estar listos para ella.
El argumento de BioShock Infinte cierra con una poderosa conclusión sólo comparable con grandes finales como el de Silent Hill 2, Red Dead Redemption o el primer BioShock. Si has terminado alguno de estos títulos sabes a lo que me refiero y si has completaste las aventuras en Rapture habrá bonos extras para ti. Al terminar el juego querrás volverlo a recorrer para asegurarte de no haber pasado nada por alto, y entonces notarás que sí habías ignorado muchos detalles, desde una simple canción hasta un par de personajes.
Si quieres sólo un motivo para darle una oportunidad a BioShock Infinte es su final, que si bien es predecible hasta cierto punto, también nos sorprende y nos deja pensando, intentando realizar esa ultima conexión, preguntándonos cómo encaja el final en el resto de nuestra experiencia.
La voz del pueblo
Fuera de la historia y ya entrados en mecánicas de gameplay, Booker sabe arreglárselas en una pelea, de hecho se las arregla muy bien. El combate en Bioshock Infinite ha sido mejorado en comparación con primeras entregas, desafortunadamente estas mejoras también lo volvieron un título exageradamente fácil. La dificultad normal no supone reto alguno para el videojugador promedio, y tampoco existe una gran diferencia entre los modos normal y difícil.
El problema es que los enemigos normales no ofrecen mayor resistencia: son torpes y mueren muy fácilmente, mientras que los enemigos especiales son muy escasos y más que nada auténticas esponjas de balas con puntos débiles obvios. A esto hay que sumarle el papel de Elizabeth, que nos ayudará a invocar aliados y artefactos a la batalla, lo cual más que una necesidad es otra ventaja en la ya de por sí, sencilla misión
Mención aparte merece el nivel oculto de dificultad “1999” (desbloqueable en cualquier momento mediante el Código Konami),el cual convierte el juego en un verdadero reto para los veteranos, aunque de manera un tanto frustrante, ya que la inteligencia artificial no mejora, sino que la salud de todo lo que nos ataca aumenta y la nuestra disminuye considerablemente.
Los recursos básicos de un FPS genérico se encuentran en BioShock Infinte, puedes cargar dos armas al mismo tiempo, tienes un escudo que se recupera con el tiempo y la posibilidad de tomar las armas que dejan los enemigos al morir. También cuentas con Vigores, que vienen a ocupar el lugar de los plásmidos de BioShock y Bioshock 2, súper poderes que puedes lanzar desde tus manos para atacar o defenderte, y que en combinación con ciertas situaciones son la mayor dosis de variedad en tu partida.
El combate es en general rápido, frenético y colorido, y aunque en sus dificultades estándar no es ningún reto nunca deja de ser divertido, dejando siempre muy en claro la diferencia entre un título de la saga BioShock y cualquier otro juego de disparos en primera persona.
God only knows
A los pocos minutos arrancar nuestra partida escucharemos a un cuarteto cantando un tema que no corresponde al periodo histórico en el que supuestamente nos encontramos, unas horas más tarde esto se habrá convertido en una constante. Todo en el mundo nos recuerda que algo está mal; los tiempos están mezclados, las leyes de la física no parecen aplicar y el azar no existe; hay algo en esta realidad que no pertenece ahí y el mundo quiere deshacerse de eso.
Y qué mejor forma de mostrarnos esto que con un diseño de arte maravilloso y que se aleja del fotorealismo con la intención de crear una atmosfera imposible en el mundo real, reflejo del resto del título. Esto no significa que BioShock Infinte deja de ser hermoso, al contrario, las gráficas se ven tan bien que superan a la mayoría que vimos este año, en su estilo no realista.
Aún así, la música es el punto más fuerte; no sólo está presente dentro de la trama, también es parte importante de la ambientación, desde Bach hasta Tear for Fears, todo cobra sentido dentro del mundo de Columbia y todo es parte de ese enorme misterio que queremos desenterrar. Los efectos de sonido, como podríamos esperar, están en el mismo renglón, con actuaciones de voz estupendas y todo tipo de explosiones y efectos especiales que nos ayudan a adentrarnos en el dreama.
BioShock Infinite es uno de los mejores juegos de esta generación, una de esas raras joyas en la industria que aparecen muy de vez en cuando. El hecho de ya tener un tiempo en el mercado nos da la oportunidad de conseguir a un precio más accesible una de los mejores títulos de actual generación (PlayStation 3, Xbox 360, Mac y PC) y de todos los tiempos, cuyo “único” pero es la pobre inteligencia artificial y el injusto reto que supone la misma.