Como cada otoño, es la época del año en que revivimos el eterno enfrentamiento entre Asesinos y Templarios. Ubisoft nos trae en Assassin’s Creed IV: Black Flag su proyecto más grande y ambicioso hasta el momento, uno que pretende retomar lo mejor y combinarlo con su experiencia en otros juegos para ofrecernos al pirata definitivo en Xbox 360, PlayStation 3, Wii U, PC y próximamente en Xbox One y PlayStation 4.
Assassin’s Creed IV: Black Flag
Aceptémoslo, todos de niños alguna vez jugamos a los piratas y todos queríamos ser el más rudo, valiente y osado; gritar “al abordaje”, hacer caminar por el planchón, menear la espada con una excelsa esgrima y ser el capitán de un barco con una numerosa tripulación fueron parte de las andanzas de mis juegos infantiles que sin embargo nunca pude recrear en consolas.
Había videojuegos donde controlabas a algún pirata brincando y aventando cuchillos, otro donde a base de diálogos y mezclando menjurjes seguías la pista de un ex capitán fantasma, y algunos más basados en películas… Pero de piratas, piratas lo que se dice un videojuego de piratas no había nada.
Por otra parte, la saga Assassin’s Creed se había caracterizado por presentarnos personajes que perseguían un único fin: ser parte de la Orden de Asesinos y cumplir con sus diferentes. Altair era un Asesino de tiempo completo en busca de venganza, mismo caso de Ezio, que pasó de ser un chico rico a un temible matón motivado por la venganza; Connor Kenway y Aveline, criados en un ambiente hostil encontraban su mayor motivación en la justicia… Y de cierta forma en la venganza.
[youtube id=”JroMGZpnlBw”]
Al final, todos lograban en el Credo no sólo saciar su sed de revancha, sino convertirse en idealistas movidos por sentimientos más nobles como el balance, la igualdad y búsqueda del bien común. Bueno, Edward Kenway no es así, el protagonista de Assassin’s Creed IV: Black Flag, al igual que yo de niño, sólo quiere ser el pirata más rudo, temido y adinerado de los siete mares, y éste, damas y caballeros, no es una simple aventura de matar y explorar, es un campo de juego hecho realidad para todos lo que alguna vez deseamos tener un parche en el ojo y una pata de palo.
Bueno, Edward no está tuerto ni tiene extremidades de madera, pero falta no le hace. Olvídate de los ideales de justicia y un mundo mejor, nuestro protagonista va tras lo que todo marinero de agua salada desea: fama, fortuna y mujeres, y Ubisoft Monstreal nos muestra por fin alguien con quien podemos identificarnos, un personaje más humano y menos utópico que deambula entre Templarios, Asesinos y sus propias motivaciones para darle sentido a su vida. Ciertamente, como cualquier persona normal tiene vicios, errores y virtudes, y nosotros tomaremos el control en todas esas facetas.
¿Queremos saquear una base real? Perfecto, podemos hacerlo. ¿Qué tal ir a emborracharnos con el fruto de nuestras pillerías? Adelante, está permitido. ¿Nos metemos en una trifulca para proteger a una damisela en desgracia? Claro, aunque después un montón de guardias se nos echen encima, usemos nuestras habilidades para dar cuenta de todos y le demos una lección al fanfarrón líder de este grupo de payasos. ¡Genial!
Destino: Mar Caribe
Assassin’s Creed IV: Black Flag combina el gameplay que ya conocemos la franquicia con una experiencia inmersiva como ninguno de sus anteriores capítulos. La historia no conviene echarla a perder, basta con decir que viviremos la Era Dorada de los Piratas en el Mar Caribe donde nos toparemos con personajes históricos y ficticios por igual.
Movido por la traición, pero también por los sueños de grandeza, Edward Kenway (abuelo de Connor Kenway, el protagonista de Assassin’s Creed III) abandona el Viejo Continente en busca de riqueza en el Nuevo Mundo. Al lado de personajes como Barbanegra y Charles Vane tendremos que hacernos de un nombre y una reputación, pero sabemos que todo cambia cuando nos cruzamos en el camino de Templarios y Asesinos, un conflicto que usaremos para nuestro propio beneficio.
Algo que me gustó aquí es la sensación casi natural que tienen todos y cada uno de los elementos que tenemos a nuestra disposición. Desde el mundo abierto, pasando por las misiones de la campaña regular y hasta los objetivos adicionales, todo está conectado de manera orgánica. Como cualquiera, considero siempre muy tediosas la búsqueda de coleccionables, aunque en esta oportunidad supieron integrar esto y volverlo no sólo algo complementario, sino importante. El centro de tu progreso es el Jackdaw, tu barco, por lo que la mayoría de misiones secundarias te ayudan no sólo a reventar tus arcas de dinero para cosas banales, sino a actualizar tu navío con planos de mejoras, materiales más resistentes o hasta nuevos miembros para tu tripulación.
La búsqueda de tesoros, encontrar locaciones exóticas, explorar sitios de naufragio, todo también se siente como parte de tu entorno principal en Assassin’s Creed IV: Black Flag. Digo, ¿qué más puede hacer un pirata? Aaah, claro surcar el océano y entonar algún canto de marinos.. Y eso también sucede aquí. La carne literalmente se me puso de gallina la primera vez que me hice a la mar y vi una inmensa ballena saltar a un costado de mi nave para luego escuchar cantar a mi tripulación melodías de leyendas, vino y riqueza (puedes hacer que canten otros temas encontrando las partituras).
En lo que respecta al gameplay, sigue en su mayoría intacto a lo que vimos en el tercer episodio. Las mecánicas de sigilo, avanzar por la parte alta y las jugadas de ataque y contra ataque regresan sin mayores cambios. Quizá la principal novedad son algunos accesorios y un sistema de inventario más robusto, donde tenemos que cazar y obtener diversos objetos para crear nuevos ítems muy al estilo de Far Cry 3 (también de Ubisoft).
La exploración sigue siendo un elemento central. Como dije antes, Assassin’s Creed IV: Black Flag es a veces casi un simulador de vida pirata con centenares de actividades por hacer en un enorme mapa que incluye ciudades, pequeños poblados, islas, cuevas, ruinas antiguas, mar y hasta locaciones submarinas. Es inevitable no sentirse atraído a recorrer este mundo y ver qué tanto podemos hacer y deshacer; el grado de posibilidades incluso podría decir que es superior al de Grand Theft Auto V y más divertido a la vez.
Y una botella de ron…
Eso sí, casi la mitad de tu tiempo te la pasarás tras el timón de tu barco, ya sea para llegar a otro lugar, atacar a un fuerte, iniciar misiones de arponeo o para destruir embarcaciones enemigas, pero nunca se torna aburrido. Dependiendo del tipo de navío que tengas en contra será tu acercamiento para la batalla y el momento en el que lo hagas, ya sea a cañonazos, dejar barriles explosivos en su camino o de plano lanzarse a lo bragado y abordar espada en mano. Las batallas requieren una buena dosis de estrategia y pueden durar varios minutos. Cando te topas con alguna fragata acorazada hasta los dientes realmente se siente el pulso nervioso en los dedos.
También al estilo Far Cry 3, en donde tenías que atacar bases y adueñarte de las torres de comunicación para tener visibles puntos cercanos en el mapa, en Assassin’s Creed IV: Black Flag tendremos que atacar fuertes localizados a manera de puertos. Generalmente estas emboscadas inician en barco y a cañonazo limpio, para más tarde desembarcar y acabar con lo que quede de la resistencia usando el combate cuerpo a cuerpo.
El argumento, tengo que admitirlo, pierde algo del peso oscuro al que estamos acostumbrados y hace uso una narrativa más ligera, pero igual, más entretenida, una que se siente fresca y que va muy ad hoc al entorno que Ubisoft nos ofrece. En lo que se refiere al presente, ahora hacemos las veces de un empleado de Abstergo en lo que es su división de Entretenimiento. Tendremos algunas misiones de hackear, leer correos y cosas más o menos triviales de oficinista que no adquieren mayor sentido sino hasta casi el final, pero la mayoría son opcionales y funcionan como buenos descansos a nuestras correrías en el siglo XVIII.
El multijugador también hizo su retorno. Como ya es costumbre, está centrado en matar a tus rivales y pasar desapercibido haciendo creer a los demás que eres un simple personaje controlado por la computadora. Las novedades en este aspecto son mínimas, algo que no es necesariamente malo porque ha demostrado ser funcional y tiene su base de fans, pero que al menos a mí no me motivó mucho a intentar con el multiplayer más allá de un par de horas. Lo que más me llamó la atención es un módulo para crear tu propia partida con una serie de reglas y requerimientos personalizables, desde el mapa hasta los objetivos. Si no te gusta lo que el juego ofrece por default, puedes intentar crearlo.
Los detalles de siempre
¿Y por qué no le puse diez a una travesía que luce tan sólida? Bueno, a pesar de que Assassin’s Creed IV: Black Flag es una gran experiencia no se salva de algunos errores recurrentes, no de este juego, sino de la franquicia. Las cansadas misiones de escolta o de seguir a un monito durante media hora antes de poder asesinarlo siguen aquí para hacernos perder nuestro tiempo.
Otro punto que no me gusta porque se vuelve cansado son algunos cortes cinemáticos que vemos una y otra, y otra y otra vez, como cuando reparan el Jackdaw. Además, se extraña más variedad en el combate, que no ha sufrido mayor cambio prácticamente desde la segunda entrega. La parte de bucear es una alternativa interesante, pero cuando te ataque un tiburón o tengas algo de prisas maldecirás lo torpe que se torna el control debajo del agua.
Las fallas en cajas de colisión al trepar o bajar, y los brincos mal dados cuando se supone que es una acción automática permanecen desde los tiempos de Altair; si intentas tirar a alguien por la borda el cuerpo flotará en el aire y con la paciencia y el tino puedes armar una linda pila de muertos en medio de la nada. También, al menos en PlayStation 3 y Xbox 360, de repente baja de manera el frame rate en las batallas navales y algunas texturas no cargan inmediatamente cuando llegas a una isla.
A pesar de estos detalles técnicos que menciono, la presentación de Assassin’s Creed IV: Black Flag es lo que le sigue de impresionante, con gráficos que se miran imponentes lejos en el horizonte, excelentes detalles en la arquitectura y diseño de cada escenario, desde aldeas con ruidosos mercados, selvas vírgenes, construcciones milenarias y el agua más realista que puedes ver en tu televisor. Quiero suponer que en PlayStation 4 y Xbox One éste será un título que uno debe probar aunque sea sólo para admirar las impresionantes gráficas.
El sonido también es bueno, con la calidad que ya conocemos de Ubisoft y de la serie en cuanto a diálogos y actuaciones de voz: Los personajes principales suenan estupendo, el resto un poco desguanzados. En lo que respecta a la banda sonora, tiene más tonos épicos que nunca y siempre está a la misma altura de la epopeya que vivimos.
Si quieres vivir aventuras de piratas como Barbanegra manda, no hay que pensarlo dos veces; la manera orgánica de combinar la historia central con las sidequests, los apoteósicos combates navales, más de 40 horas de gameplay y el inmenso mundo por recorrer hacen de Assassin’s Creed IV: Black Flag no sólo el mejor exponente de la franquicia, sino la aventura más completa de mundo abierto que vas a encontrar para la actual y nueva generación de consolas en un buen tiempo. ¡Leven anclas marineros, llegó la hora de perdernos en el Caribe!