Si como yo, te criaste a base de películas ochenteras y de principios de los 90, seguramente todos los veteranos de Los Indestructibles 3 te son rostros conocidos y ansías por regresar a aquella época en la que este cine engalanaba las funciones por varias semanas, antes de ser considerado casi “clase B”. Pero sí, en resumidas cuentas esta tercera entrega nos ofrece lo que buscamos: plomo caliente, cachetadas guajoleteras y un pretexto para que nuestras estrellas favoritas vuelvan a decorar la marquesina.
Los Indestructibles 3
Sin hacerla muy cansada, la trama no es muy diferente a la de las otras películas, en el sentido de que siempre hay alguien a quién rescatar y un grupo de machos bragados dispuesto a hacerlo, aunque en esta ocasión el villano es Stonebanks. ¿Quién es Stonebanks? Para efectos de la historia, un antiguo Indestructible, para efectos de nostalgia, es Mel Gibson.
La pandilla de mercenarios dirigida por Barney Ross (Sylvester Stallone) ahora hace frente a uno de los suyos, y aunque no se puede decir que sea el giro argumental más súper original que existe, al menos los actores lo convierten en uno bastante delicioso para los amantes de la acción sin mucha explicación.
Lo que si hay que destacar es que el guion del mismo Stallone y la dirección de Patrick Hughes llevan el filme hacia una dirección más reflexiva, y aunque de manera burda -pero no por ello menos inteligente-, logran hacernos pensar un poco en el cambio generacional. Los antiguos hombres de acción ya no son lo que eran, como tampoco lo son sus rudimentarios (aunque siempre efectivos) métodos de cumplir la tarea.
Los oldies vs la chaviza
Para Los Indestructibles 3 es convocado un grupo de talento en ascenso, la chaviza pues, encabezada por los actores Kellan Lutz, Ronda Rousey, Glen Powell y el boxeador Víctor Ortiz. Obviamente ninguno de ellos es Comando, Rambo o Arma Mortal, y no se lanzan uno contra el mundo, sino que, más en la vena de las películas actuales, realizan operaciones principalmente basadas en la agilidad cuasi gimnásticas, el sigilo y la tecnología de su lado, tecnología que por cierto también tiene que ser bien sigilosa.
¿Dónde quedaron mis combates de “yo puedo contra todos los rusos y vietnamitas” y “échenme a otro depredador que para los dos tengo”? Atrás, muchos años atrás, como las armas y espeluznantes secuencias de adrenalina que crecimos viendo una y otra vez con las repeticiones de nuestras cintas favoritas en la pantalla chica.
Los Indestructibles 3 realiza durante unos 40 minutos un interesante ejercicio que confronta a nuestras añejadas leyendas con la manera de hacer cine de acción hoy en día. En los años 80 primero disparaban y luego preguntaban (y respondían pese a tener 40 balas encima), ahora ni preguntan ni disparan, y si lo hacen es con silenciador; incluso las coreografías de peleas a puño limpio son así, limpias y pulcras, como para que no se ensucien los actores tras la escena.
Obviamente este ejercicio reflexivo no dura toda la función y aún tenemos bastante metraje de explosiones sin sentido, pistolas con cargas para 400 municiones y chistes de una línea, de esos que a todos nos hacen reir. De hecho la “confrontación” de lo moderno con lo “viejo” alcanza también para darnos varios minutos de comedia. Porque puedes ser muy joven y efectivo, pero cuando Mel Gibson te comenta sutilmente esposado que se va a liberar, te va a sacar el corazón y se lo va a comer frente a ti es porque lo dice muy en serio.
Machos curtidos, bragados y chéveres
Claro que también hubo caras “nuevas” del lado de los machos curtidos. Además de Gibson tenemos a Wesley Snipes, que la hace de un locochón ex presidiario amante de los cuchillos, y Antonio Banderas, que firmó una tremenda, realmente tremenda actuación como el bufoncito del grupo. Y no lo menciono en sentido irónico, el actor español se tomó la responsabilidad de darle vida al mercenario parlanchín y nefasto que vive de viejas glorias. Este personaje en particular me pareció muy bien construido y me gustaría verlo de nuevo en Los Indestructibles 4… porque es obvio que tiene que haber otra secuela.
Y bueno, Mel Gibson también luce en su rol de malo malote. El histrión australiano es buenísimo para encarnar a esos villanos bipolares que de día coexisten en armonía con su familia y en la noche viven de matar gatitos y vender bombas nucleares: sonrisa retorcida, mirada penetrante, sangre de atole y diálogos inteligentes componen al mejor antagonista de la saga hasta la fecha.
También me agradó de sobremanera que cada uno de los protagonistas se sintió mucho más moldeado hacia los personajes famosos con los que más los ubicamos: Schwarzenerger disparando pura arma pesada y con sus lentes oscuros marca registrada, Harrison Ford como experto piloto a la Han Solo y el mismo Mel partiendo caras a la Marting Riggs (a base de puñetazos chacales y amenazas con palabrotas).
Pese a todo, Los Indestructibles 3 tiene sus altibajos narrativos. La parte donde reclutan a los integrantes jóvenes me pareció tardada y se siente como un vacío entre el trepidante inicio -iban diez minutos y el conteo de muertos ya era como de ocho mil 500- y el apoteósico final a lo Battlefield 4 -con tanques, trincheras, edificios que se desmoronan y una docena de soldados partiéndole el queso a todo un ejército-.
Bueno, si quitamos ese ligero bajón, Los Indestructibles 3 es todo por lo que los fans pagamos por nuestro boleto y mucho más. Sigo extrañando a Bruce Willis, debió haber repetido Chuck Norris, y espero que algún día acepten Steven Seagal y Jackie Chan (y que digitalicen a Bruce Lee), pero mientras eso sucede estamos ante la película de acción macha más explosiva -literal- de la década. En mi escala de cinéfilo nostálgico ochentero, de diez puntos se merece 12.5. Y siento que pudo quedar mejor.