La pornografía es de los temas más riesgosos que he tenido la oportunidad de tocar. Ya sea con familia, amigos, novias y/o maestros siempre se termina en discusión y generalmente es una actividad muy mal vista ante la sociedad. Pero siendo sinceros, nadie puede decir que nunca la ha visto, ya sea con fines prácticos, de aprendizaje, diversión, obligación para con la pareja o simple curiosidad, y por ello la pornografía es y será siempre un negocio multimillonario.
No podemos negar las cifras que tal vez no son tan confiables pero que impactan desde un principio: Hay más de 20 millones de portales de pornografía en el mundo y las cifras en dólares rebasan los cinco mil millones de dólares en ganancias al año. Eso probablemente no impresione a nadie pero sí el saber que en promedio una de cada tres mujeres que ingresa a Internet, consulta sitios con contenido para adultos, y que la edad promedio en que se inicia ésta práctica son los once años.
Fuertes números. O más bien reveladores, pues muestran lo que la sociedad busca y consume. No tiene ningún caso mencionar si un servidor está de acuerdo con la práctica de revisar estos sitios, ni de lo que se hace con esa información, ya sean fotografías, audio, video en streaming, descarga de videos, llamadas o cualquier otro medio; lo importante aquí es tratar de responder la pregunta: ¿Necesitamos pornografía en nuestras consolas?
Consolas, los modernos centros de entretenimiento
Desde que era chico mis padres siempre me enseñaron que jamás hablara sobre religión, política y futbol, porque al final habría discusiones a cualquier nivel de temperatura. Ahora a esta lista se le pueden agregar muchísimos más temas: diversidad sexual, videojuegos, televisión, pornografía, música, preferencias de cine… En fin, cantidad de tópicos. Pero en este caso nos atañen dos que de repente no es muy común ver juntos: videojuegos y contenido sexual adulto.
Hace unos días, el portal Pornhub se demostró públicamente su apoyo a la PlayStation 4, lo que inmediatamente nos pone a pensar si esta declaración tendría o no que ver con permitir contenido pornográfico en la consola rompe récords de Sony que recién salió en Estados Unidos y Canadá el viernes pasado. Es más que obvio que incluso podríamos estar ante la primera aplicación oficial para una consola que permita descargar o ver en streaming, material audiovisual para adultos.
Una consola de videojuegos hoy en día es una central de entretenimiento con varias prestaciones: es posible ver películas, escuchar música, realizar video llamadas, acceder a internet, chatear, ver DVDs y Blu-rays, etc. Incluso la Xbox One es todo un sistema de televisión de paga, renta de películas y series, y programación a la carta mucho más avanzado de lo que ya el PlayStation 3 ofrecía. En otras palabras, las herramientas ya existen, las posibilidades de uso dependen del propietario de la consola.
¿Quién puede negar que alguien haya usado alguna vez el Kinect para grabar escenarios “inapropiados”? ¿Existe alguien que sea capaz de decir que nunca uso Skype para video llamadas subidas de tono con su pareja? ¿Nadie nunca hizo uso del sexting con otros usuarios? Y en el caso más práctico, ¿quién no insertó una película pornográfica en la bandeja de una consola? Puedo casi oír las decenas de comentarios negando tales cuestionamientos con la respuesta más común: sirve para jugar, no para ver porno. Y están en lo correcto, pero al fin y al cabo estamos hablando de un dispositivo reproductor de medios audiovisuales y de juegos, que contiene a su vez herramientas para ver lo que el usuario guste; recordemos que la frase “inserte la película de su preferencia” quiere decir exactamente eso.
Con la llegada de las aplicaciones que permiten rentar películas y series en nuestros dispositivos electrónicos, ya sean portátiles o para el hogar, se incrementó aún más la cantidad de material al que los usuarios tenían acceso, y así vinieron las políticas y letras chiquitas de los contratos para deslindarse de responsabilidades. Cualquiera que tenga acceso a una tarjeta de crédito, una cuenta de socio Plus (PlayStation) o Gold (Xbox) puede libremente seleccionar el contenido que sea de su agrado, eliminando de inmediato cualquier control sobre lo que podemos ver.
¿Para quién es la clasificación?
Claro que existe una asociación encargada de clasificar los materiales de acuerdo a edades, pero ésta no puede trabajar sola ya que necesita forzosamente de la ayuda parental. ¿Qué quiero decir? Que las clasificaciones del contenido en dichas aplicaciones varía desde “Para toda la familia” a “Mayores de edad”, pero pueden ser vistos en cualquier momento que haya disponibilidad de dinero. Estoy de acuerdo, no hablamos de que haya pornografía, pero si somos estrictos, ésta última se clasifica como XXX, y es igual de irresponsable permitir que un niño la vea, como una clasificada B, B15, C o D. ¿Es más explícita? Sí, pero sigue siendo imprudente no vigilar lo que están viendo los menores de edad.
En cuanto a los videojuegos, igualmente se cuenta con un organismo regulador, el ESRB, el cual también clasifica los títulos de acuerdo al contenido de cada uno de ellos. Y siendo más que honestos, casi nadie revisa el sello en blanco y negro que se encuentra en la parte inferior izquierda de las portadas. La razón obvia para la que existe esta clasificación es la de avisar a los usuarios el tipo de contenido que habrá en el juego y así decidirse a comprarlo o no, aunque más bien va dirigido a los padres.
Ya es muy común ver menores comprando videojuegos que no deberían, caso concreto es el del reciente éxito de Rockstar Games, Grand Theft Auto V, el cual teniendo un nivel altísimo de violencia, sexo y drogadicción, es jugado por gamers de todas las edades. Yo mismo tuve la experiencia de haber estado en la venta nocturna de dicho juego, y vi tanto padres comprándolo para sus hijos, como menores adquiriéndolo. Debo dejar muy en claro que disfruto muchísimo de GTAV y que me encanta, no estoy en contra de él ni mucho menos, solo expongo que siendo uno de los tantísimos videojuegos que cuentan con escenas no aptas para todo público, sigue siendo una opción y no una obligación, convirtiendo al usuario en quien tiene la última palabra para jugarlo o no.
En este renglón, la pornografía no es una necesidad, por lo tanto no es un requerimiento tenerla a la mano en nuestras consolas, simplemente es una opción más de acceso a ella, una industria de entretenimiento que sin duda moralmente no está aceptada del todo, aunque legalmente sí.
Internet no se salva como medio directo y más usado en el mundo para ver porno. Más del 40 por ciento del tráfico diario de datos, corresponde a tan condenada práctica. Y sí, gran parte de esta afluencia para ver material adulto es por parte de hombres entre quince y 24 años de edad. Sencillo y directo: está disponible para todos, tanto de manera gratuita como con servicios de pago, y quienes la consumen de la primera forma no tienen un control por parte de los padres.
¿Quién sabe exactamente lo que contiene el disco duro e historial de internet de sus hijos? Dudo que más del quince por ciento de los padres revisen detenidamente los recursos que los infantes tienen para acceder a internet. No hablo de tenerlos checados como si fueran presos, pero una vez más confirmo mi postura: el canal o medio existe para ver pornografía, de uno depende si lo usa o permite usarlo.
En concreto, no considero que permitir un canal de pornografía en la PlayStation 4 deba encender las alarmas sobre las consolas de videojuegos, pues quien tiene la decisión de usarlo es el propietario de la misma. Recordemos que las aplicaciones deben de ser instaladas por el usuario previo a su uso, y quien no quiera divertirse de manera más adulta, le será muy fácil no descargarla o en todo caso no acceder a los sitios stream en el navegador web. No condenemos el flujo de material con cualquier tipo de contenido, más bien, mejoremos los mecanismos de control sobre acceso que tienen los menores a éste.