El original Thief: the Dark Project fue desarrollado por en la era post-Quake, cuando un shooter en primera persona inmediatamente involucraba simplemente eliminar todo lo que estaba entre ti y la meta. Pero los desarrolladores de todos los estudios de FPS rápidamente se dieron cuenta que matar extraterrestres en Marte, matar monstruos en el castillo café y matar extraterrestres en la ciudad en ruinas estaban empujando el género al límite de lo que se podía hacer repetitivamente.
Fue entonces que un pequeño estudio, cansado de hacer simuladores de vuelo que nadie compraba, hizo la pregunta: “¿Qué tal si el personaje quisiera completar algo que no fuera pintar el piso con sangre de monstruos? Quizás quiera obtener algún tipo de beneficio económico por sus aventuras”
Esta idea “descabellada” empujó al estudio de desarrollo a crear una variante del género stealth con pequeños puntos que lo destacaron del resto, como un indicador de visibilidad que te permitiera saber si te veía un enemigo, mapas abiertos que recompensen la exploración del jugador y un combate con la oportunidad justa de pelea.
Tuve la oportunidad de jugar una breve parte del reboot de Thief, uno de los primeros niveles en el juego. Y según los desarrolladores solo faltaba arreglar unos bugs menores pero el resto estaba “99 por ciento completado”. La historia involucra una sociedad donde los ricos tienen todo el poder y los pobres están al borde de una revolución, además de las pésimas condiciones de salud que desatan una epidemia. Tú. el ladrón inspirado en Robin Hood, robas a los ricos para devolver a los pobres.
Entrando al gameplay, tengo un par de observaciones que me hicieron levantar una ceja con escepticismo, y es que a diferencia de otros juegos, necesitas de puntos claramente identificados para poder escalar muros, uno pensaría que un maestro ladrón podría al menos imitar los pasos de los miembros de un credo de asesinos.
La segunda ocasión en la demo de Thief donde rompió el momento y me sacó de la experiencia es que si pasas junto a un guardia mientras estás agachado tienes una oportunidad de pasar desapercibido, pero si te levantas, los guardias primero notarán tu presencia diciendo “creo que ví algo”, para ir detrás de ti y apalearte, lo que me lleva al combate.
El combate es claramente la intención secundaria en Thief, el maestro ladrón debe poder escabullirse sin ser visto. Pero si tienes que pelear, tienes tres opciones principales
- Usa tu arco – Prevé los conflictos y enfrentamientos y elimina a los enemigos mientras siguen sin saber que estás ahí con un simple arco y flecha. Es sencillo de usar por lo que sólo debes tener cuidado de que la flecha no impacte con una pared y llames la atención de los guardias.
- El sistema “primario” de combate involucra una porra de metal con el bumper derecho y esquivar los ataques con el bumper izquierdo. Requiere algo de práctica, se supone que no eres maestro en combate o soldado, eres un ladrón así que este sistema es torpe a propósito.
- Un sistema donde el tiempo va más lento y obtienes perspectiva del momento clave para ejecutar más daño en tu oponente. Semejante al modo detective u otras opciones a prueba de fallas.
Quizás lo mejor del breve tiempo que tuve para probarlo es que hay una parte importante de la misión con dos soluciones posibles, la correcta y la rápida. En algún punto encuentras una tienda que muestra una máscara en la vitrina y según uno de los guardias, es muy valiosa. Si tomas la ruta obvia obtendrás una réplica en vidrio que puedes vender por un precio no muy alto, pero si decides explorar y usar tus habilidades y herramientas encontrarás un cuadro sospechoso, pero aún así requerirá que revises cada esquina y tu inventario para encontrar el tesoro tras el cuadro.
Al terminar la misión obtienes una calificación de qué porcentaje del nivel terminaste siendo sigiloso y sin ser visto, cuántos enemigos eliminaste sigilosamente y cuantos fueron eliminados brutalmente. Salvo por los elementos de asegurar la inversión con un personaje copiado de Robin Hood, el reboot de Thief parece estar en buenas manos.