Machete representa la imagen distópica del macho mexicano. Su más reciente iteración en cine, Machete Mata (Machete Kills), recurre a su arrugado rostro, su bragada personalidad a prueba bombas atómicas y las bondades del género grindhouse para servir como un festín de sangre, “punch lines”, mujeres y pésimos efectos especiales en esta película que fue presentada en México en el marco del Festival Internacional de Cine de Morelia 2013.
Machete Mata
El cineasta Robert Rodríguez recurrió al viejo adagio de producir una película tan mala, que resultara ser buena; una que celebra lo que tanto nos gusta de aquellas cintas de El Santo y el cine mexicano de mediados del siglo XX, que con el paso de los años han cambiado su clasificación de ser largometrajes de heroísmo y acción a carcasas kitsch de comedia involuntaria.
Machete Mata nunca se esmera en narrar la historia de manera pausada o siquiera coherente, sino simplemente en darle forma a una serie de disparates que el director quiso compartir con su grupo de amigos de la farándula, como una especie de capricho donde lo importante era pasar un buen rato en la filmación y no tanto ganar un Oscar, actuar bien, hacer una película respetable o sacar dinero reventando las taquillas.
Ex compañeros de producción, como Antonio Banderas (que estelarizó Desperado, del mismo director), o simples amigos personales como el actor Cuba Gooding Jr. y la cantante pop Lady Gaga, aparecen algunos minutos en pantalla para interpretar una escena divertida y rebosante de violencia antes de que una nueva figura tome su lugar para repetir cíclicamente la fórmula.
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La historia nos pone tras la pista de Méndez, un lunático mexicano que se considera a sí mismo una suerte de revolucionario al tiempo que controla un gigantesco cártel de droga. La situación se torna peligrosa para los intereses de Estados Unidos cuando el capo logra hacerse de un misil nuclear proporcionado por un zafado armamentista (Mel Gibson) y amenaza con impactarlo en Washington a menos que el presidente norteamericano se decida a invadir México, para así acabar de tajo con la violencia generada por el crimen organizado.
Aún dentro de su desparpajo y locura, Machete Mata funciona como una desdibujada pero certera parodia, no sólo de otros filmes como Sin Piedad para los Débiles o la saga Star Wars, sino del clima de violencia que predomina en México. Una puntillosa crítica que nos muestra un Acapulco sumido entre el moho y las pandillas y da paso después a una frontera amurallada, donde del otro lado un grupo de rednecks espera atento a acabar con el sueño americano de cualquier hispano que intente cruzar hacia su lado.
Una crítica grindhouse
Para detener la amenaza, el presidente de Estados Unidos (Carlos Estévez, mejor conocido como Charlie Sheen), le asigna la misión a Machete, un ex caza-narcos que conoce la intimidad del peligro y a quien convence con la mejor recompensa que el país le puede otorgar a un espía: la nacionalidad estadounidense.
La amorfa pero siempre atractiva mezcla de situaciones, homenajes y escenarios, sin embargo termina cansando a los pocos minutos. Mientras la primera parte de Machete contaba con su propia chispa, Machete Kills se siente como una secuela sobre trabajada, poco original y de chistes prestados, un catálogo de gags -no todos muy buenos- que en conjunto logran hacer reir al espectador en repetidas ocasiones, pero que no cuajan para volverla un filme memorable aún dentro de su género.
La mejor parte sin duda, son todas las cosas que Machete no hace y a las cuales se refiere en tercera persona: “Machete don’t tweet”, “Machete don’t test”, “Machete no esto”, “Machete no lo otro”. Danny Tejo y su abigarrada personalidad son quienes salvan al filme de caer en el enfado total al que pareciera que su director nos quería dirigir para demostrarnos no sé qué cosa.
Las cabezas cortadas, las tripas desgarradas, la sangre corriendo a borbotones, las mujeres de acción corriendo en ropa sensual y el sostén metralleta de Sofía Vergara también funcionan, pero sólo la primera vez que los ves a cuadro.
Machete Kills Again… In Space
Robert Rodríguez recurrió en Machete Kills sin mucha suerte a su fórmula poca seria de violencia exuberante, un malo malote y mujeres de buen cachete; la originalidad parece irse acabando y sus desenfadadas creaciones son vistas cada vez con más normalidad en un cine grindhouse que quizá está abusando de sobre explotar el efecto al grado de acabar con la sorpresa. Machete no mata, ni picha, ni deja matar, pero a pesar de sus notorias fallas tendrá su séquito fiel de fans que encontrarán en esta película tan mala el pretexto perfecto para volverla de culto.