Rush: Pasión y Gloria es un nuevo filme deportivo biográfico. La historia de James Hunt y Niki Lauda, dos pilotos de la Fórmula 1 que presenciaron una de las rivalidades más fuertes de la especialidad a mediados de la década de los años 70 en una serie de sucesos que estremecieron al mundo entero y que merecían ser llevados a la pantalla grande.
Rush: Pasión y Gloria
¿Cuántas veces no soñamos de pequeños con competir en automóviles a toda velocidad? ¿Cuántas veces no nos visualizamos sumidos en la cabina de un veloz monoplaza con un enorme casco que nos caía hasta los hombros? Desafiar al viento en nuestra contra, sentir el vértigo en cada curva como si se tratara de una emoción cotidiana, mirar de frente a la muerte y vencerla en la pista.
A pesar de que la mayoría terminamos cambiando esos sueños y aficiones con el paso del tiempo, siempre hay hombres que se quedan con la espinita de la velocidad clavada. Durante la primera mitad de la década de los años 70, dos de estos soñadores se encontraron frente a frente en diversas competiciones y circuitos, cada uno a su manera buscando ser el mejor y cumplir el sueño que su misma familia les había negado.
Rush: Pasión y Gloria no es sólo una película basada en la historia de estos dos pilotos, sino un retrato fílmico fiel de una de las más grandes y respetadas rivalidades deportivas de todos los tiempos. James Hunt (Chris Hemsworth) es un inglés temerario que suele vomitar antes de cada carrera para “sacar el miedo”, amante de la velocidad como también amante de los placeres de la vida, las mujeres y las borracheras con los amigos.
[youtube id=”PsQK8mb8X8c”]
Niki Lauda (Daniel Brühl), por su parte, es un joven austriaco frío, calculador metódico y funcional, acostumbrado a tomar los riesgos cuando sabe que puede tomar ventaja de ellos, pero de un talante más sobrio y ecuánime, un genio que confía en la precisión sobre las agallas.
James Hunt vs Niki Lauda
Ambos, a pesar de las diferencias tan notables en sus personalidades y la manera de abordar la vida, comparten varias cosas en común: Hunt y Lauda huyeron de las comodidades de un rico seno familiar que los veía encasillados como profesionistas, ambos rechazaron sus acaudaladas herencias para buscarse un lugar en el automovilismo, y los dos creen tener lo necesario para ser los número uno.
La rivalidad entre los jóvenes inicia en 1970 durante la carrera de Crystal Palace, Inglaterra, en la Fórmula 3 y de ahí en adelante prácticamente no para hasta la Fórmula 1 y el final del filme. Pero contrario a lo que muchas otras cintas del género han presentado, Rush: Pasión y Gloria carece de protagonista y antagonista como tales, no hay buenos y villanos, más bien -como el mismo largometraje sugiere en algunos diálogos- se trata de dos hombres que no son lo mejor ni lo peor, sino simplemente lo que son en ese momento.
A pesar de ello, es difícil no simpatizar con alguno, o incluso con los dos. Más allá de un excelente ritmo narrativo, Chris Hemsworth y Daniel Brühl logran representar con una fidelidad espeluznante la personalidad de estos héroes del automovilismo en los años 70: frases, gestos, acentos y hasta tics nerviosos fueron retomados por los actores, logrando una simbiosis perfecta entre la rivalidad y el respeto. Hemsworth demostró que va creciendo a pasos impresionantes y no debemos encasillarlo en un papel un tanto plano como el del dios del trueno.
Sobre la trama en sí, es preferible no profundizar. Rush: Pasión y Gloria no es un argumento con giros de tuerca ni grandes sorpresas, sino un planteamiento de convicciones humanas que se van rompiendo, reafirmando y retomando conforme las carreras avanzan; es una película cuyo aliciente principal son los personajes mismos y es mejor llegar al cine sin rastros de conocer lo que va a suceder en pantalla, tomando en cuenta que quizá ya muchos anticipen algunos eventos gracias a documentales o libros de esta gran historia.
Y hay que destacar de sobremanera la calidad en la producción. El director, Ron Howard, de la mano del editor de fotografía, Anthony Dod Mantle, nos pone en el asiento mismo del piloto, entre los pistones del motor, recostados sobre los neumáticos en la curva más peligrosa o mirando hacia la lluvia atacando el asfalto, nos invita de manera casi íntima en el mundo de la Fórmula 1 con una producción tan pulida que es difícil no imaginarla compitiendo por un Oscar en varios apartados técnicos.
Rush: Pasión y Gloria es un bólido a gran velocidad que combina drama, impresionantes secuencias de automovilismo, espíritu y sentimentalismo. Una detallada producción que, como reconoce el mismo Lauda, no recurrió a cambios “hollywoodescos” para acentuar una rivalidad que seguirá dando varias vueltas en nuestra cabeza. Rush: Pasión y Gloria se lleva la bandera a cuadros como la mejor película en lo que va del año, y pueden irla anotando desde ya como serio contendiente para barrer con los Premios de la Academia.