Los gamers y no-gamers sabemos que cuando es momento de jugar, probablemente pasen más de dos o tres horas para que dejemos el control de un lado y hagamos cualquier otra cosa. Esto podemos hacerlo como una rutina diaria, de cada tercer día o los fines de semana como una especie de relajación o preparación para los días venideros. Cada quien decide su dosis, pero es bien sabido que no podemos solamente jugar cinco minutos; siempre nos quedamos picados y con ese “pendiente” en la cabeza que nos dice: “no terminaste el nivel, tal vez necesitas aplicar otra estrategia”.
Salud, conducta y videojuegos
Cada que jugamos solo pensamos en pasar la misión, terminar el juego, encontrar esa puerta escondida o atrapar al escurridizo enemigo, pero nunca hemos pensado lo que en verdad puede estar afectando el tiempo que le dedicamos a esta hermosa actividad: nuestro cuerpo humano y siendo aún más específicos, nuestra salud.
Todas las personas que no juegan a nuestro nivel generalmente están de cierta manera en contra de hacerlo, ya sea por el gasto económico, la pérdida de tiempo, que es cosa de niños o los más radicales van directo a la frase “daña muchísimo tu salud”. Me lo han dicho, a ustedes mis lectores se los han dicho, no slo en persona sino también en la televisión, en la Iglesia, en la escuela, trabajo o cualquier otro lugar donde existan personas que simplemente no están del todo de acuerdo con esta práctica.
Es importante recordar que la mayoría de las advertencias que se nos dan vienen únicamente respaldadas por opiniones, simples opiniones de personas que nunca se han detenido a intentar jugar, y ver qué cambios sienten en sí mismos. También están aquellos que han leído muchísimos artículos en donde también desprestigian y señalan a los videojuegos como “riesgos latentes a la salud”. Por lo tanto, siendo que no solamente me considero un gamer, sino también un ser humano, decidí investigar más acerca de cómo los videojuegos pueden afectar a los que los usamos.
Gamers de la tercera edad
Deben sin duda existir millones de tabúes que señalan a los jugadores como jóvenes a todos, sin embargo esta práctica se extiende a todas las edades y en la Universidad Estatal Carolina del Norte la primera afirmación fue que las personas de la tercera edad también juegan. Dicho estudio comenzó con una entrevista y estudios psicológicos para determinar el nivel de felicidad y bienestar que sentían las personas. Los resultados arrojaron que más del 60 por ciento de los 140 adultos mayores presentan un cuadro de dicha mucho mayor contra el 35 por ciento quienes no se sentían tan contentos, aclaro “tan contentos”. El estado emocional de las personas incluso era más positivo entre ese 60 por ciento.
Los estudios no se detienen ahí pues el siguiente paso es encontrar si no sólo los afecta emocionalmente, sino de manera física también, es decir, esperando ver si los videojuegos mejoran su salud corporal. Lo cual podría ser afirmativo ya que a pesar de que la felicidad no significa necesariamente que una persona sea saludable, sí aminora las quejas y el dolor. ¿O no recuerdan la filosofía de “Patch” Adams? Un doctor que ha recorrido el mundo curando pacientes con la risa, pues piensa que la felicidad lo cura todo. Siendo así, no tendremos que sacar muchas conjeturas para determinar que efectivamente, a nuestras personas de la tercera edad así como a todos los demás, los videojuegos nos hacen un bien, nos hacen felices.
El científico que comandó las pruebas, Jaso Allaire, intenta encontrar pruebas concluyentes que demuestren si hay o no una mejora física y mental en las personas mayores que jueguen más regularmente videojuegos, y que esto sirva como base para un tratamiento que pueda ser más barato y que a la larga no dañe órganos internos a causa de los efectos secundarios de las medicinas suministradas como tratamiento principal.
Niños y el rendimiento académico
Enemigos de todas las madres de familia, los videojuegos son parte importante en el nivel del rendimiento académico de los niños. No es nada arriesgado decir que la mayoría de los infantes cuentan con una consola para jugar, sin importar si es portátil o de casa, les dedican bastantes horas a la semana en “matar enemigos”.
Varios estudios realizados en la última década en la Universidad de Salamanca en España, demostraron lo que tanto esperaban las señoras: afecta considerablemente y de manera muy negativa. Sí, los videojuegos reducen el rendimiento escolar en los niños.
Mientras leía las más de 40 páginas que respaldan estos resultados entendí que una batalla había sido perdida. Sin embargo, las condiciones fueron reveladas una vez que ya había experimentado esa sensación de decepción y derrota:
- Las edades oscilaban entre los ocho y doce años.
- Incluía niños de ambos sexos.
- Había dos grupos: Los que jugaban los siete días de la semana y los que lo hacían únicamente los fines.
- El primer grupo a su vez se dividía en los que jugaban menos de dos horas, más de dos y menos de cuatro, más de cuatro.
Los resultados fueron claros e inapelables. Los niños que jugaban toda la semana presentaban una disminución muy considerable de aprovechamiento ya que dedicaban muy poco tiempo en estudiar, si no es que tal vez no abrían los libros ni para hojearlos.
El índice disminuía a medida que el grupo jugaba menos durante el día, es decir, iba peor en la escuela el infante que estaba jugando más de cuatro horas, que el que lo hacía menos de dos. Siendo poco o mucho, pero los números no mintieron: la práctica constante los tenía en una situación reprobatoria inminente. El segundo grupo, aquellos que solo jugaban en fines de semana, rindieron cuentas que eran ya esperadas por los investigadores: iban mucho mejor en la escuela y no había manera de que repitieran el curso si las cosas seguían marchando de la misma manera.
Una vez que se demostró con cifras reales dichos efectos, vinieron las pruebas sociales, dando pauta a una pregunta que generará tal debate, que sea prácticamente imposible resolver: ¿son los videojuegos lo que afecta al niño en su rendimiento? ¿O es la escasa atención de los padres la verdadera raíz del problema?
Según las respuestas de los padres de familia, quienes también fueron evaluados, utilizan los videojuegos como apoyo para el cuidado de sus hijos, ya que como trabajaban gran parte del día, les era imposible estar al pendiente de que sí hicieran sus tareas y dedicaran tiempo a estudiar; esto en el grupo que jugaba diariamente. En cambio en el otro grupo, el de los fines de semana, los padres tenían más posibilidad de vigilar a sus niños y permitirles o no encender la consola, dándoles más control en sus actividades y la administración de su tiempo.
Después de todo, el estudio afirmó una realidad, pero que es 100 por ciento dependiente de la responsabilidad de los padres, pues es bien sabido que como niños, jugar es una prioridad, y que de no ser controlada y supervisada, puede resultar dañina, hablando en términos educativos.
Disparar a matar
Los bélicos y sanguinarios shooters no podían dejar de ser analizados minuciosamente por nuestros científicos (aliados hasta el momento). Existen cientos de ellos y como ejemplo mencionaré algunos muy famosos: Call of Duty, Gears of War, Halo, Battlefield, Quake, etc. Quise dar ejemplos para que al leer esta importante parte de la nota, tengan en mente una escena de algunos de estos juegos o alguno de su tipo.
Siempre en pantalla tenemos el arma apuntando al frente, muchas veces con la mira justo en el medio, un medidor de salud, un conteo de balas restantes en el cartucho, un mapa que indica nuestra posición y dirección del objetivo que tenemos que alcanzar; algunos cuentan con la función de señalar a los enemigos, pero lo más importante es que tenemos toda la acción justo enfrente de nuestros ojos, lo que hace un punto importante para la investigación realizada en la Universidad de Leiden, Holanda, dirigida por la doctora Lorenza Colzato.
El factor ,como siempre, a estudiar era la afectación en el cerebro de la persona que jugaba un shooter. En la investigación había dos grupos de personas, tanto mujeres como hombres en edades comprendidas de los 25 a los 30 años, separados entre los que no jugaban y los que sí lo hacían y con una frecuencia alta, concretamente era no gamers y gamers experimentados en el género.
La prueba realizada a todos los participantes dio resultados que sorprendieron a la misma Colzato: Los reflejos mentales eran mucho mejores en el segundo grupo que en el primero. Es decir, que reaccionaban mucho más rápido aquellos que jugaban debido a que estaban ya acostumbrados a recibir impulsos visuales externos que requerían de tomar una decisión de manera apresurada. Aterrizando más la idea, el videojuego entrena al cerebro a actuar más rápido ante los eventos dentro del juego.
Poniendo un ejemplo práctico. Quienes han vivido la experiencia de un shooter, sobre todo FPS, en modo online saben que es concentración pura. El juego se desarrolla en un escenario muy grande lleno de obstáculos, edificios y elementos que nos ayudan a escondernos o cubrirnos del enemigo. Pero la cantidad de armas que están en operación no se limita a las que porta cada jugador en las manos, sino también a varios helicópteros, misiles dirigidos, bombardeos de aviones, minas, bombas controladas y más. Todas estas armas vienen acompañadas de indicadores para que el jugador sepa cuando está en peligro, y sumando que los demás contendientes tienen muchísimas horas de vuelo, el nivel de juego se torna muy competitivo, pero sobre todo rápido, y el tiempo de reacción se reduce al mínimo, provocando que tengamos que estar más alertas que en otro tipo de títulos.
El estudio lo demostró, los shooters mejoran la percepción del cerebro ante la información que recibe, y de acuerdo a la tarea que se esté encomendada, el cuerpo podrá actuar sin ver disminuida la velocidad de reacción. Esto puede ser trasladado a otras prácticas y estímulos de la vida real.
Táticas de guerra saludables
Aunque muchos disfrutamos de simplemente caer directamente al campo de batalla, otros muchos adoran armar un plan de batalla, alistar ejércitos y gritar “Fuego!” a todo pulmón. Planear estrategias resulta ser divertido y a la vez benéfico para nuestro cerebro.
El doctor Brian Glass, del Colegio de Londres, decidió demostrar qué alcance psicológico tenía el jugar algunos títulos como: Age of Empires, Starcraft, Warcraft, Rise of Nations, etc, videojuegos de estrategia donde se busca el dominio de un territorio con el uso de la fuerza, pero que requiere del desarrollo de una civilización que desemboca en avances tecnológicos que a su vez ayudarían en mejorar nuestras fuerzas armadas.
En sus estudios, el doctor junto con su equipo de expertos, analizaron a 72 mujeres quienes estuvieron expuestas a jugar Starcraft y The Sims durante un periodo diario de dos horas durante ocho semanas. ¿Qué resultó? Oro puro para el doctor, quien determinó de acuerdo a las evaluaciones, que la “flexibilidad cognitiva” puede dejar de ser constante y volverse variable debido al entrenamiento generado por la práctica de videojuegos de estrategia, los cuales mejoraban considerablemente los índices de concentración y de facilidad en la toma de decisiones. Además, mejoran la adaptación a nuevas tareas e incrementando la facilidad con la que las llevarían a cabo.
¿Práctica sana?
Como comenté al principio de la nota, existen muchísimos más estudios, y la mayoría nos dice lo mismo: no afectan de manera negativa los videojuegos para el ser humano salvo en casos contados y bajo situaciones muy específicas. Por supuesto que todo en exceso no beneficia a nadie, y esta práctica no se salva de dicha sentencia, pero es normal siendo que los estereotipos señalan a los gamers como personas con sobre peso cuando no se ha observado si dicho sujeto tiene antecedentes de obesidad o simplemente no hace ningún tipo de ejercicio.
En estos casos las mismas compañías ya pusieron en el mercado un aporte con los títulos que hacen uso del Playstation Move, el Kinect y dispositivos que te invitan a moverte mientras juegas. Sin duda no es la solución, pero repito, es un aporte, y uno importante, pues juegos como Dance Dance Revolution han sido incluidos dentro de programas de Educación Física en varias escuelas en Estados Unidos y Australia.
Cada quien decide qué tipo de títulos juega, y no basándose en estudios sino en una decisión donde exclusivamente vale el gusto y preferencia. Aunque hay que señalar que, de la misma manera, es nuestra decisión cómo alimentamos y ejercitamos a nuestro cuerpo, pues no se necesita ser un erudito para determinar cuándo nos sentimos mal y qué medidas debemos de tomar, ni para saber que hay que llevar un equilibrio si queremos seguir estando íntegros para realizar nuestras demás actividades.
No podemos culpar a los videojuegos de nuestros malos hábitos, ni mucho menos premiarlos por mejoras que tengamos en el propio cuerpo, pues debería ser solo un complemento del desarrollo, y siempre acompañado de hábitos alimenticios, recreativos y sociales que nos mantengan en un estado de cordura y salud mental.
Pero para finalizar sí puedo asegurar sin mayores estudios, test ni análisis que para alrededor de 100 millones de personas, los videojuegos dan satisfacciones, emociones, descargas de adrenalina, pero más que nada, nos hacen felices y eso, nos hace sentir más vivos que sanos.