Michael Bay regresa a las salas de cine con una dramática historia plagada de humor negro, lenguaje obsceno, situaciones más allá de lo creíble y un gran letrero que dice que Sangre, Sudor y Gloria (Pain & Gain) está basada en hechos reales, algo casi imposible de creer.
Sangre, Sudor y Gloria
Dejando el también director de Transformers su huella en cada momento de este largometraje, Sangre, Sudor y Gloria destaca primero que nada por su narrativa ágil y el desarrollo inteligente de cada uno de sus protagonistas; todos los personaje tienen su tiempo y espacio en pantalla con diálogos inteligentes y que brindan una perspectiva personal acerca de los acontecimientos, sus decisiones y las consecuencias de éstas.
Sangre, Sudor y Gloria, basada en una serie de artículos publicados en el periódico Miami New Times que más tarden serían recolectados en el libro Pain and Gain: This is a True Story, nos pone en los pasos de un grupo de físicoculturistas, todos con un pasado más o menos abrupto, que terminan encontrándose y volviéndose cómplices de un enredeado golpe criminal en un popular gimnasio de Florida.
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Daniel Lugo (Mark Whalberg) acaba de salir de prisión tras servir una condena por fraude al seguro médico. Lugo es contratado por el dueño del gimnasio Sun Gym para incrementar su número de miembros a corto plazo, algo que el ex convicto logra rápidamente .
Entre las personas que conoce en el lugar están Adrian Doorbal (Anthony Mackie), un levantador de pesas adicto a los esteroides, y a Paul Doyle (Dwayne Johnson), otro hombre que recién salió libre de la cárcel por consumo y posesión de cocaína y algo rejego a unirse a los planes de Lugo.
Inspirados por un discurso motivacional, los tres planean el secuestro de otro reciente miembro del gimnasio, Victor Kershaw (Tony Shalhoub), a quien Lugo ve con cierta envidia por sus ganancias y estilo de vida. El plan inicial de raptarlo y quedarse “simplemente” con todo lo que tiene pronto se vuelve una maraña de enredos cuando ven que dejarlo con vida puede ser un grave error, dando paso a un lado oscuro que ninguno pensaba que tenía y donde no les importan las consecuencias con tal lograr su objetivo.
Como decía, cada personaje en Sangre, Sudor y Gloria tiene suficiente tiempo a cuadro y a pesar de los claros protagónicos, todos tienen algo interesante que ofrecer al espectador. Por ejemplo, el veterano actor Ed Harris nos ofrece la mayor carga moral de la película interpretando al detective DuBoius, un hombre contratado por Kershaw para descubrir a los cómplices y llevarlos ante la ley por crímenes como secuestro, extorsión, tortura y asesinato.
Su papel es un contrapeso ideal al de la banda de improvisados secuestradores y pone en contexto las necesidades y deseos de “éxito” de cada lado, en un largometraje donde no todo es bueno o malo, sino una eterna escala de grises.
La acción y los momentos de suspenso en Sangre, Sudor y Gloria son matizados con humor y una larga lista de situaciones surrealistas, tanto así que en algún punto de la película aparece la leyenda “Ésta es aún una historia real”, como para que no creamos que todo es cosecha propia del estilo de Michael Bay.
En cuanto al aspecto técnico, la paleta de colores, así como la fotografía le vienen como anillo al dedo al filme, al retratar un Miami de los noventa con todos sus excesos y un estilo visual estilizado que enmarca el criminal sendero que escogen los protagonistas, todo con cierto toque noir.
Sin embargo. Michael Bay opta por lo que mejor sabe hacer y que muchas veces le ha funcionado con su audiencia: no contenerse en sutilezas y entregarlo todo sin tapujos, con todo y su clásico humor, que por ejemplo es característico de filmes como Bad Boys.
Claro, esto puede prestarse a cierta controversia (que de hecho le valió algunas críticas negativas), pues al tratarse de una historia verídica, quizá no parezca el tono deseado que el público sienta cierto agrado por los victimarios en lugar de sentir pena por los que ven sus vidas afectadas. Pero así fue concebida esta película, un violento espectáculo donde el director satiriza incluso a sí mismo.
De cualquier forma, el pulso narrativo es firme y todas las partes encajan en una obra que no termina de ser redonda porque quizá nunca lo buscó, pero logra inmiscuir al espectador en un viaje sorpresivamente entretenido al lado de un cineasta y un grupo de actores que quizá no presagiaban lo mejor. Mujeres, dinero, drogas y esteroides, Sangre, Sudor y Gloria cumple en todos los aspectos y es sin duda una de las mejores cintas de Michael Bay.