Advertencia: El siguiente artículo podría contener grandes spoilers sobre el videojuego Heavy Rain (2010) y spoilers menores sobre las películas Hard Candy (2005) y La Última Tentación de Cristo (1988).
“Yo también soy un padre”, dije al matar al traficante. Aún recuerdo el sudor frío que sentí en aquel momento, y el sabor a sal que recorrió mi lengua, hasta ese momento mis acciones me habían llevado hacia actos autodestructivos, pero en esta ocasión me habían pedido que matara a un hombre… Un traficante, sí, pero un hombre, padre de dos, que me rogó de rodillas poder ver a sus hijas de nuevo.
Heavy Rain es, sin duda, el videojuego más duro que he experimentado; no es el mejor, pero sí el único que me ha causado remordimiento. A más de tres años de haberlo “jugado”, aún siento claramente el vacío en mi estómago cuando Ethan, el protagonista, se mutiló a sí mismo con tal de salvar a su hijo, o cuando, a no más de 20 minutos de haber tomado el control, Ethan se lanza frente a un auto en un intento (fallido) de salvar a uno de sus hijos. Pero lo que más claramente recuerdo es cuando, por encargo del Asesino del Origami, tengo que quitarle la vida a un vendedor de drogas.
En el momento crítico se justifica la experiencia, y es que ningún otro medio nos permite decidir, de manea tan directa, qué sucederá en la historia: presiona un gatillo en tu control y un personaje en la pantalla muere, o realiza un pequeño movimiento del análogo para que Ethan guarde el arma. Sea como sea, son tus decisiones las que ponen en marcha la historia, y serán las consecuencias de estas decisiones las que impactarán a todos los personajes dentro de esta ficción.
Ejemplos como el de Heavy Rain existen por centenas, la genialidad a la que puede llegar la narrativa en un videojuego no tiene comparación con otros medios, y sin embargo, el entretenimiento de los pixeles y polígonos ha sido menospreciado constantemente por intelectuales, periodistas, artistas de otros medios e incluso por los mismos consumidores, lo que nos obliga a hacernos la legítima pregunta, ¿qué hace tan diferentes del cine o la literatura a los videojuegos?
¿Cual es la gran diferencia entre Beyond: Two Souls y Hard Candy si ambas son obras protagonizadas por la actriz Ellen Page?
Ambos son medios narrativos; los dos pretenden sumergir a su consumidor dentro del un mundo ficticio, no real; y todos necesitan ser consumidos masivamente para su subsistencia.
Tal vez el problema emana del mismo nombre: videojuegos, es decir, nadie habría tomado en serio a Stanley Kubrick si se hubiera dedicado a hacer juegos, por más artísticos o críticos que fuesen. O tal vez el problema viene del origen literalmente arcaico de los juegos de video, cuyo público meta era originalmente niños y/o adolescentes.
¿Y si el problema es más profundo? Tal vez la misión de los videojuegos no sea contar historias, sino permitirle al usuario experimentarlas por cuenta propia, vivir las consecuencias de sus propias decisiones.
Sea como sea, este medio ha demostrado tener un gran potencial a futuro que merece ser y será explotado. La actual generación de consolas termina con dos de los mejores ejemplos: The Last of Us y Bioshock Infinite demostraron (con más fuerza) que el medio está evolucionando y tiende a una narrativa más rica, argumentos más complejos y un mejor desarrollo de personajes.
En los próximos años habremos de encontrarnos con más ejemplos de juegos movidos por la narrativa que nos hagan sentir parte de un mundo complejo, de una dinámica propia, de situaciones que no podemos enfrentar: Metal Gear Solid V, Outlast y Beyond: Two Souls me vienen a la mente.
Y es justamente este último juego, Beyond: Tow Souls, protagonizado por Ellen Page y William Dafoe, el que hizo que me diera cuenta que nunca podré ver Hard Candy o La Última Tentación de Cristo y elegir algo diferente. No podré hacer que Ellen Page se retire de la casa del pedófilo antes de que suceda algo malo, tampoco podré tomar la última decisión de Jesús en nombre de William Dafoe. No importa lo que haga, esas películas siempre tendrán el mismo final.
Pero en Heavy Rain, aquel título que me sorprendió en 2010, no es así. La próxima vez que lo juegue podría cambiar mis decisiones, podría cambiar el final, y sobre todo, podría ver a los mismos personajes bajo otras circunstancias. Espero que en el 2016 voltee a ver a Beyond: Two Souls y diga lo mismo.
Por lo pronto voy a jugar Heavy Rain de nuevo, sólo que esta vez lo haré de otra manera.
3 comentarios
Solo para comentar que este es un excelente articulo. ¿eres nuevo colaborador?
Hola DNA Lujan, gracias por tu comentario, y si, soy nuevo colaborador, nos seguimos leyendo.
Amen