Llega la nueva animación de DreamWorks presentando un personaje que tiene todas las de perder, pero al mismo tiempo todas las de ganar: Turbo, un caracol amante de la velocidad y las carreras de automóviles que se estaciona como uno los estrenos animados para la temporada de verano en cine.
Turbo
Como dice el refrán: “Sólo una cosa vuelve un sueño imposible, el miedo a fracasar”; Turbo es quizá el ejemplo más directo que podrían encontrar en cuanto historias llenas de improbabilidad o extremo irrealismo, pero con un interesante mensaje de fondo, demostrando que no hay porqué conformarse con poco, ni acostumbrarse a una vida sin sueños.
Turbo es un caracol que sueña con algo sumamente especial, ser una criatura de velocidad, arrasar con la competencia en estrepitosas carreras donde las milésimas de segundo son vitales en la diferencia entre ganar o perder; un sueño prácticamente inalcanzable en todos los sentidos. ¿Cómo un caracol, además de convertirse en corredor, puede llegar a competir en las 500 millas de Indianápolis? Preguntas que cualquiera tomaría como una gigantesca broma sin sentido, excepto nuestro pequeño y simpático personaje.
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La vida en el jardín es igual todo el tiempo. Cada día que pasa es otro día sin sentido, una existencia vacía sin metas, sin aspiraciones, sin temores ni anhelos, una vida tal vez reconfortante para la mayoría de caracoles, donde sin más, lo único que podría pasar son dos cosas: que te coma un cuervo o que te aplaste un malicioso niño con su triciclo. Así es la vida para Turbo, un mundo desesperantemente lento y aburrido en el que cualquier sueño es criticado, aplastado y etiquetado casi de despreciable.
¿Para qué desear algo en la vida si todo lo que necesitas ya lo tienes? Pero, ¿cómo sabes que no te falta nada si no buscas algo más? Bajos estas preguntas David Soren escribió un guion y dirigió esta cinta que cuenta con las voces de reconocidos actores en su versión en inglés como Ryan Reynolds, Paul Giamatti, Ken Jeong, Michelle Rodriguez y Samuel L. Jackson. El doblaje en español latino destaca con el cantante Leonardo de Lozanne en el rol estelar, un papel sorpresivamente bien interpretado y con un casting de actores de doblaje a la altura, que mantienen el humor original y le dan una pizca latina tan necesaria en este tipo de filmes.
Más vale rápido que furioso
Pero regresando a la historia, Turbo, cuyo nombre real es Theo, sale una noche desmoralizado por su tediosa vida y decide vagar un rato, cuando de repente se ve envuelto en un atascado accidente: un súper cargador succiona literalmente al caracol y adentro su ADN se fusiona con una especie de óxido nitroso que da como resultado que adquiera poderes y características de un automóvil, desde la velocidad hasta ojos que funcionan como faros. La vida de este lento caracol cambia cuando conoce a dos choferes de camión que lo iniciarán en el mundo de la velocidad.
Turbo aprovecha esta premisa irreal para destilar humor y carisma por todos lados. Un buen ejemplo es como la cinta hace alusiones a Rápido y Furioso en varias secuencias de velocidad, donde el escenario se transforma completamente en un sitio de luces centelleante y las atinadas bromas hacen reir por igual los pequeños por la escena en sí, como a los grandes por el guiño de nostalgia.
Los personajes principales también fueron inteligentemente planeados, y a pesar de que la trama aborda infinidad de clichés tipo “quiero ser más de lo que estoy destinado ser”, nunca se sienten cansados o repetitivos. Theo es “rescatado” por Tito, un humano que al igual que él se quiere comer a veces el mundo a puños, pero ambos tienen en Chet y Ángelo, caracol y humano respectivamente, hermanos de los protagonistas que funcionan a manera de conciencia. Estos consejeros continuamente están evitando que realicen algún disparate, mientras al mismo tiempo los alientan a dar todo e intentar participar en las 500 Millas de Indianápolis.
En el aspecto técnico, Turbo es ejemplar en su género. El largometraje tiene una muy cuidada fotografía llena de elementos brillantes y llamativos, audaces primeros planos, tomas aéreas y texturas llenas de vida logran que, para quien desee contemplarla en 3D, la impresión sea aún mayor pues el efecto de profundidad está muy bien logrado: aquí la diferencia sí es muy notable. Las escenas de carreras son muy dramáticas y a más de uno le recordarán por momentos a Days of Thunder.
Muchos sin sentidos, objetivos -en este caso más que nunca- totalmente inalcanzables y un caracol corriendo contra autos son los detalles que convierten a Turbo en algo tan fuera de lo común, que es imposible no verlo. Ciertamente el planteamiento inicial entra en un estereotipo muy visto y no faltará quien lo tache de tonto, pero no hay que olvidar que Turbo es en primer plano una película para niños, pero muestra, a quien desee captar el mensaje, que no hay que conformarse simplemente con “lo que está bien” o con “lo cómodo.
Su trama entretenida, sus personajes bien construidos, una presentación realmente soberbia y montones de bromas inteligentes complementan un estreno en cines que vale la pena ver. En familia, pareja o a la llanero solitario, Turbo no tiene desperdicio y demuestran que DreamWorks es un estudio que ha madurado mucho en esto de la animación por computadora.