Este año, Superman cumple 75 años. La película El Hombre de Acero está en puertas para la celebración, y con un Superman hoy más vigente que nunca se antoja hacer un poco de historia. Curiosamente, este año el cómic Superman: Birthright (algo así como “Derecho de Nacimiento”, y que Editorial Norma publicó en España bajo el título de Superman: Legado), por Mark Waid y Leinil Yu, cumple también su primera década.
Superman: Birthright
Superman: Birthright fue una maxiserie de doce números publicada por DC Comics, que intentó actualizar (luego de casi 20 años de Man of Steel, el exitoso cómic de John Byrne escrito en 1986) los orígenes y el planteamiento de Superman. Perpetrada por Mark Waid, uno de los grandes artífices del cómic en especial en cuanto a reinvención se refiere, Birthright planteó a Superman como un joven en el siglo XXI, con todo lo que esto conlleva.
La historia comienza, como siempre, por el principio: Jor-El y Lara enviando a su único hijo en un cohete a la Tierra, y luego de un hábil salto narrativo contemplamos a Clark Kent en donde uno no se lo imaginaría: África, entrevistando a Kobe Asuru, un líder que intenta demoler el sistema de tribus que ha condenado a su pueblo a la servidumbre.
Este comienzo de la narrativa nos muestra a Superman como un personaje con una misión mucho más compleja que aplastar camiones, uno que intenta conocer y resolver los problemas de la humanidad… Y al mismo tiempo, que existen cosas que a pesar de su poder no puede evitar.
El situar a Clark en el continente que se dice la cuna de la humanidad es bastante estratégico: No sólo lo perfila ya como un futuro héroe global (ya no el reporte que acude todos los días al mismo edificio y teclea en la misma máquina de escribir), sino le añade una dimensión mítica que demuestra cuánto ha adoptado su crianza terrestre.
Sin embargo, el principal tema en Superman: Birthright es la búsqueda de Superman por retomar el legado que le dejaron sus antepasados (su legado), y luchar por convertir a la Tierra en un mundo de paz y armonía como en algún tiempo fuera Kryptón.
Desde luego, la relación con sus padres no se encuentra ausente en esta historia de origen, pero aquí se da principalmente por correo electrónico (¿qué esperaban?). Uno de los puntos focales de la historia es también Jonathan Kent y su conflicto al saber que Clark desea crearse una nueva identidad y olvidar lo que él le enseñó. Una bastante clara dicotomía entre el Superman como héroe universal y el tan reiterado Superman “protector del modo de vida americano”, que Mark Waid contrapone, en vez de censurar, para sintetizar a un Superman definitivo.
El arte de Leinil Yu (para no ser injustos, démosle crédito también a Gerry Alanguilan por sus entintados), sin llegar a ser algo impresionante, es simplemente adecuado por su modernidad en cuanto a trazo y por ende acorde con la reinvención de un Superman actual.
El resto de Superman: Birthright sigue las convenciones del personaje, narrando su llegada a Metrópolis, su debut en el diario el Planeta, sus coqueteos con Lois Lane y sus enfrentamientos con Lex Luthor. Aunque una parte de la trama en esta parte de su vida como reportero sí llega a ser algo aburrida.
Birthiright también se enfoca a explorar el pasado de Lex Luthor, a través de los ojos de Clark: Un genio desde chamaco, explotado por sus padres, y toda una fichita en cuanto a problemas de juventud. Y quien en algún tiempo creyó encontrar en Clark a un amigo.
Con una frustración y un ego enormes, al saberse superior en inteligencia al resto de la raza humana, Luthor dedica su obsesión a encontrar rastros de vida en otro planeta. Aunado a su continuo aislamiento y descontento con la sociedad que lo rodea, el personaje se convierte con el tiempo en un auténtico maniático, pero uno que realmente logra crear una empatía con el lector, conjuntando a la vez el patetismo con la grandeza.
Ahora dueño de una poderosa corporación científica, la obsesión de Luthor sigue siendo la astrobiología, y su furia al enterarse de la existencia de Superman es inenarrable. Gracias a estos matices, Waid logra aventarse en Superman: Birthright unos buenos diálogos de belleza científica y le da al villano más herramientas para atacar a su némesis (“conoce a tu enemigo”, dice el dicho).
Si algo está mal, sin embargo, es que Luthor adulto es básicamente planteado como un malvado hasta la médula, perdiendo ese encanto suave de manipulador que tiene en algunas encarnaciones y que sí se echa de menos. En Superman: Birthright es mucho más científico que publirrelacionista. Debido a los descubrimientos del calvo, tanto Superman como Clark tendrán que enfrentar duras decisiones para ganar la confianza de los terrícolas.
¿La vuelta de tuerca? ¡Una invasión kriptoniana a la Tierra, dirigida por el general Van-Gar! ¿Irá Superman a seguir creyendo en los ideales de sus ancestros o en qué se convertirá? En esta parte final, Waid y Yu son capaces de retratar la caída moral de Superman ante dichos acontecimientos como un momento que alcanza una impresionante empatía para con el lector, reconociendo el lado más vulnerable de Superman, el más humano.
Mientras Clark es un personaje que precisamente trabaja la empatía con cualquier criatura con que se encuentra, sin distinciones, Luthor se representa como un deslumbrado por la otredad, la búsqueda de un otro que dé sentido a su vida y que le lleva a negar a su raza y su propia naturaleza humana. La batalla final es una resolución es un reencuentro con las raíces del personaje; las que valen la pena y convierten a Superman en el auténtico ideal para la humanidad y la… eh… kryptonianidad. Encumbrando en Birthright una vez más a Superman como el -no hay mejor ocasión para decirlo- auténtico héroe universal.
En general, Superman: Birthright es una serie de cómics para recordar. ¿La versión definitiva del origen de Superman? Tal vez no, pero el buen ojo y la fina prosa de Mark Waid lo consolida como uno de los mejor cimentados y que más huella dejan en el lector.
Ante todo, es una experiencia entretenida, que cualquiera puede levantar y leer haciendo que los minutos ni se sientan. Si lo que quieres es un drama muy bien centrado en el personaje y con una buena probada de todo lo que es Superman, te recomendamos ampliamente este cómic, ya que Waid dio en el clavo en su versión del héroe.
Aunque algunos podrían achacarle que el conflicto principal de Superman en este cómic es con “los grandes valores”, en lugar de una clásica empatía con “el hombre pequeño”, aquel ojo experto será capaz de encontrar a lo largo de estos 12 níumeros las pistas que Waid esparce y que configuran a Superman como ser humano.
Si bien Superman: Birthright no es una obra perfecta, fue una excelente forma de traer de vuelta a Superman para el nuevo siglo… Bastante superior, en mi opinión, a Superman: Secret Origin de Geoff Johns, y al relanzamiento de 2011 que tuvo Superman dentro de Los Nuevos 52, que podrán haberlo desplazado de la continuidad, pero no de ese espacio dentro de nuestro corazón. Por siempre: Superman.