En mayo de 1939 salió a la venta el número 27 de Detective Comics. Entre los numerosos superhéroes que nadie recuerda hoy en día, The Bat-man (Batman a secas actualmente) hacía su primera aparición en el capítulo titulado “El caso del sindicato químico”. El personaje creado por el guionista Bill Finger y el dibujante Bob Kane fue inspirado por la cultura popular de principios del siglo XX: mallas al estilo de Superman (creado el año anterior), con una máscara parecida a la de Douglas Fairbanks en La Marca del Zorro y una capa negra que recuerda a la de Bela Lugosi, en el filme Drácula, de 1931.
Rico como Rockfeller en su faceta del billonario Bruce Wayne, inteligente como Sherlock Holmes, fuerte como el boxeador Joe Louis pero sin poderes extra humanos, el Hombre Murciélago se volvió popular de manera instantánea y meses después era el protagonista de su propio cómic.
En aquella primera historia de Batman encontramos también a un joven detective llamado James Gordon, quien luego fue promovido a comisionado y se convirtió en el mejor aliado del encapotado para luchar contra el crimen en Ciudad Gótica (Gotham City).
Gordon describe a Bruce Wayne -empresario millonario de día y justiciero anónimo de noche- como “un muchacho agradable, pero que seguramente debe tener una vida aburrida y parece desinteresado de todo.” Sin embargo, Batman es indudablemente uno de los superhéroes más fascinantes jamás inventados. Atravesó 73 años adaptándose a las épocas y renovándose para cada generación, escapó a varias muertes anunciadas para convertirse en un ícono de la cultura popular.
Creado al final de la Gran Depresión, Batman representaba el lado oscuro del sueño americano, que se volvía realidad otra vez después de años de miseria. A consecuencia del asesinato de sus padres durante un asalto, Bruce Wayne devino en una víctima obsesionada por la venganza, la cual pudo llevar a cabo gracias a la fortuna que heredó. Vale la pena destacar que su revancha ha sido modificada para convertirlo más en justiciero que vengador con el paso del tiempo.
Para agregar colores al Caballero de la Noche y paliar su soledad, Bob Kane y Bill Finger inventaron a Robin en 1940. En la época de la cacería de brujas de los cincuenta, el doctor Fredric Wertham denunció a Batman y su compinche por representar “el sueño escondido de dos homosexuales viviendo juntos”. Ambos personajes tuvieron un par de series en cine lanzadas en 1943 y 1949, cada una de quince episodios, las cuales pasaron sin pena ni gloria.
El personaje de Catwoman (Gatúbela) también fue censurado por la Autoridad del Código de Cómics entre 1954 y 1966 por no corresponder a la imagen estandarizada de la mujer estadounidense, en una época donde justamente las mujeres golpeaban de lleno a la sociedad americana para exigir sus derechos.
A pesar de los obstáculos en la historietas impresas y el fracaso con los episodios piloto en cine, Batman encontró otro medio para conquistar a una nueva generación: la televisión. La serie que fue emitida entre 1966 y 1968 es ya un legado y parte intrínseca la historia de la pantalla chica.
El humor, las onomatopeyas gráficas, los colores exagerados, los sets kitsch y las actuaciones estelares de Adam West y Burt Ward atrajeron una audiencia importante a este programa que incluso tuvo su propia película, pero la receta simplemente dejó de funcionar y Batman cayó en el olvido durante 20 años.
Fue hasta 1986 que los editores de DC Comics decidieron llamar a Frank Miller, joven dibujante que trabajaba con el personaje Daredevil en Marvel, para “resucitar” al hombre murciélago. En la novela gráfica Batman: El Regreso del Caballero Nocturno(The Dark Knight Returns), el creador de 300 y Sin City retrató una visión distópica del futuro, donde un Batman quincuagenario, medio alcohólico y con tendencias suicidas vuelve a imponer su orden en una sociedad cada vez más caótica.
Sin embargo, no fue el Batman de Frank Miller el que Tim Burton decidió adaptar a la pantalla grande en 1989 y 1992, sino una curiosa mezcla del reinventado Batman de DC Comics a partir de 1985 y mucho de los convencionalismos del Hombre Murciélago de los años 60.
El universo gótico del director de Beetlejuice en un principio parecía corresponder perfectamente al de su visión del superhéroe, con esa oscuridad y el sentimiento de venganza a flor de piel. Batman y Batman Regresa fueron un relativo éxito, sobre todo la primera que llegó a multiplicar casi doce veces la inversión realizada (35 millones de dólares), mientras que la segunda parte no tuvo la misma suerte y a pesar de contar ya con 80 millones de dólares como presupuesto, apenas pudo ingresar poco más de 200.
Pareciera que Burton deseaba recrear un ambiente de relato gótico con una historia más fantasiosa que realista, idea que fue mucho más notable en Batman Regresa, con un villano y situaciones que parecían más propias de un cuento de hadas moderno que de los cómics del encapotado.
De cualquier modo, ambos filmes son recordados en gran parte por los actores que dieron vida a los personajes: Michael Keaton, como Batman; Jack Nicholson, como Joker; Danny DeVito, como el Pingüino, y Michelle Pfeiffer, como Catwoman, dando lugar a varias escenas clásicas del cine, como el encuentro del Joker y Batman hacia el final de primera cinta de Burton, donde el vigilante le regresa la pregunta a su odiado enemigo “Have you ever dance with the devil in the pale moonligh?” (¿alguna vez has bailado con el diablo a la luz de la luna?). Una cita célebre del llamado Guasón en México, que se volvió insignia de los años 80, como casi 20 años después lo fue “Why so serious?” en la voz de Heath Ledger.
Desgraciadamente las dos películas que concluyeron esta tetralogía, dirigidas por el torpe Joel Schumacher, fueron insoportables: Batman Forever es una pésima obra con luces de neón e historia para escribir en un papel y enterrarla en lo más profundo de la Baticueva, mientras que Batman y Robin (y Batichica) entra sin problema en la categoría de los más grandes churros ddel cine en general, con atrocidades una encima de la otra, empezando por los trajes de batalla con pezones.
Los dos largometrajes de Schumacher introdujeron una plétora de personajes y villanos interesantes, que desafortunadamente fueron, en el mejor de los casos, mal usados, como Poison Ivy y Mr. Freeze, mientras que otros no corrieron con la misma (no tan mala) suerte y fueron ridículamente destrozados, como Bane y el Acertijo.
Un error clásico en estas cuatro versiones es que los directores, Burton y Schumacher, siempre quisieron darle un origen “lógico” a la maldad y varios minutos de cada película se perdían sólo en ver cómo “nacía” el villano en turno. Aquellos que recuerdan con cierto cariño estas entregas, aún las de Tim Burton, deben tomarse el tiempo de intentar volver a verlas para darse cuenta que en ellas trabaja más la nostalgia que el recuerdo de una buena producción.
Afortunadamente, Christopher Nolan le otorgó por fin una verdadera dignidad cinematográfica a Batman, con una trilogía que supo reconciliar cine de acción e intriga sicológica, efectos especiales, una narrativa inteligente y la aceptación general de los fanáticos de los cómics que dieron el esperado visto bueno a su adaptación.
Antes de empezar el rodaje de Batman Inicia en 2004, el director inglés tenía las grandes líneas de los guiones de las tres películas. La tercera parte, ahora titulada Batman:El Caballero de la Noche Asciende, giraba originalmente alrededor del juicio del Joker.
Después de la muerte de Heath Ledger, cuya interpretación del criminal en traje de payaso le dejó un lugar entre los villanos más memorables del séptimo arte, Christopher Nolan y su hermano Jonathan tuvieron que repensar el guion y presentar otro villano al público, atinando la elección con Bane (Tom Hardy), antagonista perfecto, monstruo siniestro, inteligente, fuerte, hábil y despiadado, que en 1993 venció y rompió la columna vertebral de Batman durante la saga de cómics La Caída del Murciélago (KnightFall).
Por momentos se llegó a manejar que algún otro actor tomaría el papel de Joker en una corta escena donde el clásico villano de cabellera verde sería atrapado y quizá asesinado por el mismo Bane antes de que la policía llegara al lugar de los hechos, en una especie de demostración de que el nuevo antagonista podía lograr en cinco minutos lo que a Batman le tomó dos horas y medias en Batman: El Caballero de la Noche. Al final, el respeto de Nolan por el inmaculado trabajo del fallecido Ledger se impuso y decidió dejar totalmente fuera a su personaje.
Según el director angloestadounidense, los superhéroes “llenan un hueco en la psique de la cultura popular, similar al papel de la mitología griega”. Si Superman es básicamente un dios, Batman se parece más a Hércules: un ser humano con defectos que intenta reducir el espacio entre hombres y dioses. No sé si la posteridad considerará a Nolan como el Sófocles o Esquilo del siglo XXI, pero sin duda logró dar una dimensión trágica universal a este personaje, asociada con una profunda temática actual: el terrorismo y la crisis financiera de 2008 son ejes centrales de Batman: El Caballero de la Noche Asciende.
Los fanáticos de Batman deberán disfrutar mucho esta última parte de la trilogía de Christopher Nolan, ya que seguramente no habrá más adaptaciones cinematográficas en un buen tiempo. El también director de Amnesia y El Origen lo planeó así: tres películas y ya. DC Comics y Warner Bros., podrían retomar la historia no como un reinicio, sino con una continuación, pero no con Nolan dirigiendo la orquesta, una realidad incierta más ahora que se habla del proyecto de la casa editorial para construir un universo fílmico que termine llevando a toda la Liga de la Justicia a la pantalla grande.
Es difícil imaginar lo que se podría hacer con el personaje de Batman, por lo menos en cine, después de esta épica trilogía. Sin embargo, el Hombre Murciélago ha sabido resistir a todos sus enemigos y adversidades, y seguramente alguien igual o más talentoso que Nolan llegará para resucitar el Caballero de la Noche y ofrecernos una nueva cara del que sin duda es el superhéroe más emblemático en la actualidad.
3 comentarios
muy justa valoración de la saga en la pantalla grande. Saludos.
Conozco algunas personas que se quejan de que el batman de Nolan NO ES DETECTIVE. ¿Cuál sería tu opinión al respecto?
Sí es detective y lo muestra en algunas secuencias, pero es algo sobre lo que no quiso centrarse Nolan (y casi ningún director), quizá por miedo por volverlas más lentas o simplificar la labor de Batman en demasía en determinadas situaciones, sobre todo en las primeras dos películas de la nueva trilogía. La otra parte es que me parece que Nolan confía mucho en los detectives “normales” para armar su historia, como James Gordon.