Después de una chafienta pelea callejera en la quinta entrega de la saga, Sylvester Stallone regresa como actor estelar y director con Rocky Balboa a intentar emular la dinámica de la cuarta cinta junto con el drama y la narrativa que llevaron a ganar tres premios Oscar al boxeador favorito de Hollywood en su primera aparición, en una película que sirve como despedida de esta popular saga.
Primer round. Rocky Balboa no es una película de boxeo y nada más, sino que regresa a las raíces de lo que fue originalmente Rocky: una historia de fuerza de voluntad, valor y determinación. Es cierto, hay ambiente de boxeo de por medio y la clásica pelea al final, pero eso es todo el box que vas a encontrar aquí, la cinta más bien usa una fuerte carga sentimental y nostálgica, donde nuevamente la adversidad se presenta en la vida del “Italian Stallion” y tendrá que salir adelante gracias a su tesón, espíritu ganador y la ayuda de sus amigos. 🙂
Rocky Balboa
La historia en Rocky Balboa comienza haciendo referencia a la muerte de Adrian, la esposa de Rocky, y nos sitúa algunos años después de dicho suceso. El ex boxeador parece que ha sabido manejarse un poco mejor económicamente a como lo vimos en Rocky V y ahora es dueño y anfitrión de un restaurante de medio lujo al cual bautizó con el nombre de su esposa y lo decora con recuerdos y anécdotas de sus viejos éxitos.
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Es en este ambiente ambiguo de nostalgia y satisfacción que Rocky descubre que parte su vida pasada ha muerto junto con Adrian, pero igualmente está deseoso de recuperar un poco de aquello que lo llenó de gloria durante varios años: subirse al cuadrilátero, nada grande en realidad, peleas locales y menores, más para mantener el espíritu que el cuerpo en forma.
Moses “The Line” Dixon
Segundo round: En la otra esquina tenemos a Moses “The Line” Dixon (interpretado por el boxeador y ex campeón mundial en la vida real, Antonio Tarver), un súper peleador que nunca ha enfrentado mayor problema en el encordado: noquea rápido y fácil a todo lo que tenga enfrente. Dotado de una gran fuerza, velocidad y técnica, podría ser considerado una versión opuesta al ponchador Rocky, pero igualmente 100 por ciento efectivo; actual campeón, indiscutido, invencible e inmaculado.
Los caminos del nuevo y el antiguo campeón comienzan a cruzarse cuando un panel de expertos deportivos debate sobre un enfrentamiento ficticio entre ambos púgiles, con opiniones divididas aunque con el cariño por Rocky Balboa por delante, ante un Dixon de técnica depurada pero con poco carisma. Todo se decide con combate virutal recreado por computadora.
La pelea generada por computadora es usada como pretexto para que los managers de Dixon intenten acomodar un choque de exhibición contra Rocky Balboa ahora que el ex campeón mundial desea regresar al ring; dicha recreación había despertado cierta curiosidad en la fanaticada y ellos le pondrían punto final y real.
Pero la historia no llega tan fácilmente a su desenlace; antes de subir al ring, Rocky tendrá que subir a los estrados para pedir que renueven su licencia de boxeador, tarea nada fácil para un hombre de su edad. También tenemos a Robert Balboa, (Milo Ventimiglia), quien parece no decidirse entre admirar a su padre o tenerle cierto grado de lástima. Rocky es atacado por la prensa y parece que su hijo tampoco está de acuerdo cuando este guerrero del cuadrilátero intenta recuperar algo de su ayer.
Todo campeón tiene un último round
¿Y la pelea final? Todos queríamos ver esta sexta entrega por los últimos minutos, son los que deben valer la pena… Aunque la historia de Rocky Balboa es interesante por sí misma, no tendría ningún sentido sin una batalla épica hacia el final de la función, y el combate no decepciona. Ciertamente no es la batalla con ritmo musical como en Rocky IV, ni la crudeza de Rocky II. Rocky Balboa nos presenta un estilo más realista, que se nota no sólo en la coreografía sino en las presentaciones como en la televisión por parte de HBO, con Joe Cortez como réferi y Michael Buffer como presentador. A los fanáticos del puglismo se les pondrá el cuero de gallina.
¿Stallone puede boxear y dramatizar las escenas con 60 años encima? Sorprendentemente sí, aunque veremos recursos bastante vistosos como stop shots, tomas en grises, cámara lenta y otros que aparte de dramatizar el combate ayudan a maquillar lo que de otra forma hubiera sido imposible.
Pero todo encaja perfectamente, la magia del cine nos hará fruncir la cara con el excelente sonido logrado que incluye las voces de aliento, el cacareo del público, los zumbidos tras recibir un golpe en la cabeza y el crujir de huesos, músculos y guantes; la vista se nubla, la sangre recorre las mejillas y cada boxeador escudriña a su rival mientras está sentado en su esquina en el descanso entre round y round, imágenes que te ayudan a adentrarte en la pelea de una manera distinta a lo que Rocky nos había mostrado, hasta cierto punto, más íntimo.
La música, como en cualquier película de Rocky, es emotiva y para recordarse, aunque su compositor Bill Conti no fue tan aventurado y básicamente reusó y volvió a mezclar antiguos temas de la saga, como de “Going the distance” y “Conquest”, temas de los enfrentamientos finales de Rocky y Rocky II, respectivamente. Y claro, éste no sólo es el adiós de la leyenda, también el adiós (y regreso) de algunos de sus fieles colaboradores como su cuñado Paulie (Burt Young) y el entrenador de Apollo Creed, Duke (Tony Burton).
Digna despedida a la leyenda del box de autocinema
Tercer round: Hay que decirlo, Rocky Balboa no es un nocaut en la industria del cine, pero es una muy buena secuela y un digno final para la leyenda del box de cinema. Una película poco pretenciosa, con una trama simple y directa, actuaciones acordes pese a algunos personajes que sobran, con lo que tal vez sea la mejor dramatización de una pelea de box en la pantalla grande y con un gran, gran mensaje que perdura hoy en redes sociales como un eterno discurso motivacional. Un filme que pide a golpes un lugar privilegiado en tu colección.