Si alguna vez han leído un cómic de Deadpool estarán de acuerdo con que el personaje no cuenta con los mejores arcos argumentales, sin embargo, el cuasi inmortal mutante de Marvel ha disparado su popularidad los últimos años debido a su ácido sentido del humor, sus increíbles habilidades y la capacidad de romper la Cuarta Pared para interactuar con el público, sabiéndose ante todo un personaje de historieta y, en su muy personal punto de vista, uno muy interesante. Tener su propia película era el paso lógico.
Deadpool
De la mano de la 20th Century Fox y el debutante director Tim Miller, Deadpool cuenta la historia de Wade Wilson, interpretado como anillo al dedo por Ryan Reynolds, un ex agente de operaciones especiales ahora dedicado a ser una especie de mercenario citadino de medio pelo que pasa el tiempo libre con sus amigotes en el bar de siempre. Su cuadrado y poco aspiracional estilo de vida da un vuelco cuando conoce a Vanessa (Morena Baccarin), una escort de la cual se enamora.
¿Mencioné que era una película romántica? Porque si a mí se me pasó, Deadpool se encarga de dejarlo muy en claro durante los primeros minutos del largometraje. Y así como su vida cambia cuando conoce a Vanessa, un nuevo y macabro giro lo pone en manos de una organización que promete curarle su mortal cáncer, explotando para ello el factor mutante latente en los individuos que se someten a sus tratamientos. Claro, quien no tenga el mentado factor está de más decir que estará más muerto que cuando entró.
Obvio, Wade Wilson sí lo posee y obtiene el poder de la regeneración y la sanación milagrosa, pero pierde a su chica y su rostro de actor de telenovela en el proceso, además de que queda en malos términos –digamos, quiere romperle la mandarina en 453 mil 525 gajos- con el líder de la pandilla que lo convirtió en el esperpento que ahora es.
Mediante bien pensados flashbacks, Deadpool brinca entre el pasado y el presente para llevar casi de la manita al espectador en su (no tan) trágico paseo, mientras intenta encontrar a Ajax (Ed Skrein), el villano en turno, y superar una serie de no muy bien construidos enredos, pero enredos al final de cuentas, en donde lo más importante, y como clásico cliché del género, es que tiene que vencer al malo y rescatar a la chica. Puntos extra si arranca varias carcajadas al espectador en el trayecto.
El cliché de vencer al malo y rescatar a la novia
No hay más argumento, no hay más motivación. Deadpool es un filme tan plano que hasta el mismo protagonista hace mofa de ello y en lo poco que se invirtió en intentar volverlo más interesante. En algunos casos esta situación es bastante cómica, en otras no tanto, debido a que la falta de ideas se nota a leguas en varios puntos, como en los antagonistas, que no tienen mayor gracia y motivación que servir de carne de cañón para que el antihéroe rojo se luzca.
Ni siquiera la aparición de Coloso (Stefan Kapičić) y Negasonic Teenage Warhead (Brianna Hildebrand), una juvenil, renegada y novata integrante de los X-Men, ayudan a profundizar ligeramente en cualquier cosa que se parezca a la trama de esta película. Ambos mutantes son más bien una especie de comparsa de Deadpool y si algo se debe agradecer es que precisamente con los tres reunidos es cuando vienen los momentos de humor más brillantes, alejados de la comedia verbal vulgar que por momentos inunda y apesadumbra el guion.
El atino de Tim Miller es que, si la narrativa no tiene saborsito, no justifica alargarla más de lo necesario (más que algunos minutos de estira y afloja romántico previo al acto final). Deadpool es tan profana como rápida y directa, y entre chistines ingeniosos, referencias pop, sangre de la más roja, movimientos bien ninja, parodias a otras cintas y un altísimo conteo de muertos la función se pasa rápidamente
Es fácil anticipar en qué termina todo este asunto y la película jamás intenta desviarse ni tantito de ese camino. Miller prefiere llenar nuestro corazoncito de Hombre X con una plétora de efectos especiales y escenas de combate bastante lucidas al ritmo de la clasiquísima “Angel of the morning”, de Juice Newton. Wade Wilson es tan letal contando chistes como disparando y blandiendo espadas, y aunque cuesta encontrar el balance entre lo gracioso y lo excesivamente violento, el mayor punto a favor de la película es que casi siempre lo logra.
Un churrazo de chimichanga
Sin ambiciones más allá de ser un chick flick irreverente, cómico, plagado de tripas y combates espectaculares, Deadpool jamás tiene miedo de exaltar lo que es: un churro muy entretenido que nos hace olvidar por completo la ya de por sí olvidable versión de este personaje en Wolverine: Orígenes. Vaya, pese a sus limitaciones en presupuesto y situaciones, por momentos incluso supera al material original en cómic.